La Casa de la Moneda

A raíz de la caricatura  publicada en el Espectador  por el maestro Héctor Osuna el domingo 29 de marzo, enseñando a los observadores de turno  una especie de aviso luminoso (de neón, claro está)  con el que nos deleitó la retina con un  ingenioso trazo, mostrando un mensaje en el  que desnuda la «Justicia» colombiana con el siguiente  contenido:

William Calderón«Esta Corte se vende, se compra, se permuta, se hipoteca», caricaturizando  la crisis que afronta nuestra debilitada  rama judicial.

La denuncia de ‘Polito’

Con esta especie de  anuncio clasificado recordamos las columnas  del inolvidable Hipólito Hincapié Roldán cuando desde su máquina Olivetti escribió a manera de testamento en sus “Polinotas” del otrora diario de la Capuchina el cáncer que hoy hace metástasis y con todo el valor que lo caracterizó comparó  el sagrado recinto de la justicia con  «La Casa de la Moneda».

Unos antecedentes

El Barquero, en su último desayuno del Centro de Estudios Nacionales  “Los Pájaros dormidos”, celebrado en «Puerto Arruga», escuchó atentamente un variopinto anecdotario sobre la crisis de la justicia.

De enmarcar una perla que contó el contertulio abogado  Gonzalo «El Loco» Zuluaga,  cuando mostró un aviso clasificado, publicado en uno de los diarios nacionales que contenía la siguiente leyenda:

«Si tiene indicios, nosotros  se los mejoramos: si posee prueba indiciaria, se la fortalecemos”. Este clasificado fue publicado hace varios años en el diario El Tiempo por abogados de bajo costo con oficinas en el antiguo ‘Edificio Colseguros’, ubicado en la calle 17 con carrera  séptima, en pleno centro de la capital de la república.

Postración y venalización

¿Hasta dónde ha llegado la comercialización, postración y venalidad de la justicia, que se hacen tamañas ofertas y propuestas nada licitas mediante la utilización de costosos avisos desde donde se promocionan al por mayor y al detal toda clase de practicas que invitan al delito de la manera más descarada?

Esto nos hace acordar de un abogado penalista manizaleño que ofrecía así sus servicios, en un aviso como este, en el diario La Patria: “No tema delinquir… Hágalo…Nosotros lo defendemos”. (¿Qué tal el cinismo del fulano?)

Don Juan Gossaín

Razón tiene don Juan Gossaín cuando en una ilustrativa crónica narra «El falso testimonio como el viaje a las entrañas del demonio”, y parodiando a San Agustín, introduce su mensaje con esta sentencia » El que no quiere ser vencido por la verdad, será vencido por la mentira. «Refiriéndose al «Falso Testimonio» –obra escrita por el valiente jurista Luis Gustavo Moreno Rivera–  Gossaín dice, además:  «Este es el capítulo que le faltó a Borges en su Historia Universal de la Infamia…..

Y se pregunta el cronista

«De qué te asombras, si en el mercado popular de San Victorino, en pleno centro de Bogotá, venden por cinco mil pesos un disco compacto que instruye al delincuente sobre cómo engañar al Juez cuando lo llame a declarar».

Dos preguntas

Mientras voy terminando de escribir estos apuntes, hay un par de preguntas que me zumban en las orejas y no me dejan tranquilo

¿Cuántos colombianos inocentes están en la cárcel por culpa de los falsos testimonios? ¿Y cuántos culpables andan sueltos por la misma razón ?

Ya no se sabe cuál de las dos cosas es peor. Dios nos coja confesados». (Juan Gossain, especial para El Tiempo).

Lo que plantea Gardeazabal

Para el escritor Gustavo Alvarez Gardeazabal «con la habilidad maldadosa de que hacemos gala los colombianos y que nos ha servido para tener lista la trampa apenas se dicte la ley, la justicia oral fruto de la hibridación y no de la razón jurídica y cultural, dio a luz al testigo falso. El monstruo ha crecido. Las víctimas son muchas. Este libro escoge las más sonoras y, curiosamente las más injustas a la luz del sentido común que nos permite hacer de jueces a los más ignaros en esas materias. Hacerlas públicas, analizarlas con la rigurosa metodología con que lo hace el doctor Luis Gustavo Moreno Rivera, pero sobre todo, haber podido enfrentar ante nuestros ojos de lectores a víctimas y victimarios y al mismo tiempo hacer visible la estructura de la hibridación nos da ínfulas para creer que podemos estar presenciando el final de la justicia oral en Colombia. Si llega a ser así, y la historia no nos perdonaría lo contrario, este libro deberá ser tenido como la gran catapulta contra semejante hibrido dañino. (Gustavo Alvarez Gardeazabal, El Porce, enero de 2015).

Plinio Apuleyo Mendoza

Para el prolifico escritor Plinio Apuleyo Mendoza, «a los libretistas de nuestra TV se les ha escapado un personaje que hoy reina en los circuitos judiciales: el falso testigo. Hace tanto o más daño que el famoso Doctor Mata de los años 40. Su arma no es necesariamente una pistola 9 milimetros, o un fusil, sino algo más simple, efectivo y letal:  la mentira;  con ella busca una rebaja de penas o dinero contante y sonante. Frecuentemente, ambas cosas”.

La canasta de los testigos

Y continúa  el doctor Plinio: “Si usted va, como me ocurrió a mí, al pabellón de alta seguridad de La Picota, sus conocidos ocupantes le mostrarán entre risas un patio vecino.  «¿Sabe cómo lo llamamos?, le preguntarán a usted: «La canasta de los testigos». Allí se dan silvestres mensajeros o abogados sin escrúpulos que no dudan en traer testimonios prefabricados para que un recluso condenado por sus vínculos con los paramilitares les de su aval. El dinero todo lo consigue”.

En ‘El Meridiano’ de Sucre

En el matutino sincelejano, José Luis Padrón Arroyo también se ocupó del mismo tema ante el desmesurado, espurio y silvestre crecimiento de la red de falsos testigos que se viene presentando en el país, según el riguroso y minucioso estudio académico del abogado Gustavo Moreno Rivera.

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Redacción Minuto30

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