La más larga caminata comienza con un paso. El ejercicio por excelencia del ser humano es la marcha a pie. Es la mejor opción de actividad física para las personas por ser absolutamente inherente a su naturaleza.

Por ello el escritor inglés John Ruskin sentenciaba: “Para aquel que disfruta del pleno vigor de sus sentidos, un paseo sosegado de no más de diez o doce millas diarias, es el viaje más encantador”. Y a propósito este brillante reformador social con su sabiduría ejerció gran influencia hasta en Mahatma Gandhi.

Callejear no es detener el tiempo, sino adaptarse a él sin que nos atropelle. Pero esos tiempos se han ido perdiendo por cuenta de la industrialización, la tecnología y las tendencias cibernéticas. De allí la importancia de las investigaciones en el campo de la fisiología del ejercicio, entre las cuales se destaca un estudio que revela que la expectativa de vida se relaciona directamente con el ritmo que llevamos a la hora de caminar.

Este trabajo fue publicado en la revista científica Mayo Clinic Proceedings, donde se evidencia que las personas que optan por caminar rápido tienen la posibilidad de postergar su vida por más años.

Más vale paso que dure, que trote que canse. Un grupo de investigadores británicos observó datos sobre el porcentaje de grasa corporal, la velocidad al caminar, la circunferencia de la cintura y el índice de masa corporal (IMC), de 474.919 personas durante diez años (2006-2016). Las personas que participaron tenían en promedio 58,2 años y un IMC de 26,7, valores que los ubica en una condición al menos de sobrepeso.

Quien mueve las piernas, mueve el corazón. Según los resultados del estudio, se evidenció que las personas que caminan a mayor velocidad tienen más esperanza de vida: entre 86,7 y 87,8 años en las mujeres y de 85,2 a 86,8 años en los hombres. Entretanto, los participantes que caminaban lento, aunque su peso era normal, es decir su IMC era menor de 20, fallecían antes.

En este grupo la esperanza de vida de las mujeres era de 72,4 años, mientras que la de los hombres era aún más corta: 64,8 años en promedio. Un significativo aumento de la longevidad que superaría el 20 por ciento.

Quien sin parar va pasito a pasito, llega descansado. Las personas que optan por caminar rápido tienen la posibilidad de prolongar su vida más años. Los expertos indicaron que sus descubrimientos servirían de ayuda para definir la importancia de la condición física comparada con el peso corporal en la expectativa de vida de las personas.

Al respecto, el autor principal del estudio Tom Yates, explicó: los resultados sugieren que, tal vez la condición física sea un mejor indicador de la esperanza de vida que el índice de masa corporal (IMC), y que alentar a la población a caminar más enérgicamente puede añadir años a sus vidas.

La salud no está en el plato, sino en el zapato. Esta es la primera vez que una investigación ha relacionado el ritmo al caminar con una mayor esperanza de vida, independientemente del peso corporal o del estado de obesidad de una persona. Pero ello no significa que individuos con porcentajes de grasa por encima de un 30 por ciento, no tengan un alto riesgo cardiovascular.

Además debe aclararse que la caminata debe ser regular, al menos unas cinco veces por semana, unos 30 o más minutos por jornada como hábito permanente.

La comida, reposada, y la cena, paseada. Esta sigue siendo una premisa infaltable. Es decir, comer bien, pero gastar lo que se ingiere en la mayoría de calorías en forma de carbohidratos y grasas, para un mínimo equilibrio metabólico. La investigación no es sesgada, es generosa e incluyente con todas las opciones saludables, sin olvidar que el único deber del hombre es andar siempre adelante.

Esta es una arista más de la longevidad, validada por una investigación moderna. Pero no está por demás su refrendación con otros estudios similares, que podrían escalar sus conclusiones, a una especie de nueva teoría, casi ley. Ello no impide recordar que el ser humano llega más lejos cuando descubre que la distancia en su caminar no es un regalo de la vida, sino el fruto de sus pies… y su corazón.

Apostilla: “El que está realmente comprometido con la vida jamás deja de caminar.” (P. Coelho)

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Redacción Minuto30

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