La biblioteca en Iberoamérica quiere volver a ser un centro neurálgico para la comunidad, un espacio de diálogo que incorpore también lo último de la tecnología para poder salir a la calle y acompañar a la gente en su vida diaria.
Esa es una de las conclusiones que ha dejado el XX Consejo Intergubernamental de Iberbibliotecas que ha tenido lugar esta semana en Ecuador y que da paso, este sábado, a un Encuentro de Bibliotecarios Iberoamericanos, organizado por la Red Metropolitana de Bibliotecas de Quito.
«Las bibliotecas apuntan en Iberoamérica a ser ese centro neurálgico para la comunidad», un espacio para el «intercambio de ideas. Estamos construyendo ese camino que, tal vez, fue en el pasado» una buena opción de cohesión social y que ahora podría pensarse que «ya no está de moda», afirmó a Efe Moni Pizani, de la Secretaría General Iberoamericana.
El encuentro ha congregado a autoridades bibliotecarias de España, Costa Rica, Panamá, Perú, Chile, Brasil, Paraguay, Ecuador y Colombia, así como de las ciudades de Medellín (Colombia), Buenos Aires y Quito, que también forman parte de este foro.
Para Pizani, «hay que recuperar el espíritu de lo que han sido las bibliotecas» a lo largo del tiempo y en ello cumple un papel fundamental la tecnología, porque permitirá, por ejemplo, lograr que las bibliotecas de la región se integren y vinculen.
«Todo está como armándose para que, precisamente, se potencie la riqueza de las bibliotecas», agregó sobre la importancia de la Red.
Este programa busca en definitiva que la lectura sea gratuita y «sin discriminación de ninguna naturaleza y para todos los ciudadanos», remarcó Pizani, convencida de que «hay que promocionar cada vez más los hábitos de lectura».
La reunión de Quito ha permitido discutir sobre los programas que lleva adelante la organización regional, pese a las muchas asimetrías entre los países iberoamericanos en cuanto al desarrollo de sus respectivos sectores bibliotecarios.
«Tenemos muchas semejanzas», pero a la vez importantes diferencias que se expresan incluso por factores como la superficie de las diferentes naciones, consideró la nueva presidenta de Iberbibliotecas (2019-2021) y coordinadora general del Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas de Brasil, Ana María Souza.
En Costa Rica, por ejemplo, hay unas 800 bibliotecas y ese sector tiene un gran peso en ese país, mucho mayor -considera- al que en Brasil ejercen sus 6.000 bibliotecas públicas.
Hay «problemas comunes» como la escasa capacitación del personal especializado, así como debilidades en la infraestructura y los presupuestos.
Pese a las asimetrías y problemas, las bibliotecas no han perdido su fundamento como «lugares de personas, no de libros» exclusivamente, subrayó Souza, para quien son espacios en los que hay «personas trabajando para personas» y en que «el libro es parte de eso», pues «la lectura es algo que va más allá del libro».
Por eso, Iberbibliotecas pretende que estos espacios se conviertan en centros de cohesión social, con el objetivo de «llegar a las personas para hacerlas felices» a través de la lectura y el conocimiento, subrayó.
Coordinadora de la Red Municipal de Bibliotecas de Quito, la ecuatoriana Soledad Fernández de Córdova representa a una organización que aglutina a siete de estos centros públicos que existen en la capital, con unos 70.000 títulos en conjunto.
Una cifra que, según dijo, «no dice gran cosa», porque «la calidad de una biblioteca tiene que ver con las colecciones, pero también con la calidad de los mediadores» de lectura, que son quienes orientan a los ciudadanos sobre qué leer.
Pueden haber bibliotecas «con un millón de libros que, si no hay esos seres humanos (mediadores) capaces de poner a vivir esos espacios, no pasa nada», remarcó Fernández de Córdova. Quito, 27 abr (EFE) | Fernando Arroyo León