Medidas profilácticas.

Cualquier parecido entre lo que les sucedió al almirante Arango Bacci y al general Matamoros Camacho, no son meras coincidencias. Obedecen a las purgas internas en los altos mandos. Las medidas profilácticas aplicadas al Almirante obedecen a una infame persecución desatada sin compasión contra un hombre de honor, a quien le tocó vivir un acoso de parte de sus propios compañeros de arma que dejaron “huella” en el sentimiento nacional.

"La Barca de Calderón", William CalderónTurno riguroso.

Curiosamente, con los mismos personajes en escena, como el propio almirante Cely a la cabeza y siguiendo la “huella” del almirante Álvaro Echandía, le tocó el turno al general Gustavo Matamoros, a quien tenían entre ceja y ceja para sacarlo de circulación y cambiar su camuflado por un sencillo Everfit que le tenían listo y a la medida en la sastrería del general Freddy Padilla de León, llamado “Bastón de oro” en círculos castrenses.

Despeje.

Padilla despejó el terreno marginando al general Mario Correa Zambrano, quien le hacía sombra con suficiente equipaje intelectual para llegar al olimpo de las Fuerzas Militares.

Como colofón, el general Matamoros se dirigió a sus compañeros, vía Twitter: “Esta es una época que registra como constante invertir los valores, premiar a los peores y castigar a quienes levantamos las banderas correctivas”.

 

Recapitulando.

Cuando el general Salcedo Lora se preguntaba en el primer número del periódico “En guardia”: “¿Por qué tanta insistencia en pretender golpear la institución militar en pilares y vigas estructurales tan sólidas e importantes como son el cumplimiento de las órdenes y el fuero militar”?

El general Manuel José Bonnet, por entonces Comandante de la II División, expresaba: “Los militares extrañamos que nuestros derechos humanos no tienen defensores; nuestros hombres y los campesinos que han caído con sus miembros cercenados por las minas, no merecen ni escándalos ni acusaciones”.

Estas opiniones fueron censuradas por el presidente Samper y su ministro Botero Zea, por considerarlas “un acto de deliberación”.

 

Otros que salieron.

Terminaron vestidos de civiles el general Guillermo Pinzón Caicedo, autor de editoriales en la revista del Ejército sobre asuntos presupuestales, por los que el presidente Lleras Restrepo lo llamó a calificar servicios el 27 de febrero de 1969.

Luego, el 27 de mayo de 1975, el presidente López Michelsen determinó el retiro del general Álvaro Valencia Tovar por considerar lo que se entendía como “un liderazgo militar inconveniente”.

En medio de especulaciones de ruido de sables, López terminó apoyando a su Mindefensa, el general Abraham Varón Valencia.

 

Betancur y Barco.

El presidente Betancur llamó a calificar servicios al general Fernando Landazábal porque en entrevista a Margarita Vidal dijo que “el país se acostumbraría a escuchar a sus generales”, al criticar sus reuniones de Madrid, España, con la cúpula del M19.

El presidente Barco destituyó al general Rafael Samudio porque a la salida del sepelio de once militares, dejó entrever su desconfianza por los diálogos con la guerrilla, al declarar: “La subversión está esperando una respuesta militar y se la vamos a dar”.

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Redacción Minuto30

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