Nuevo manual de contratación.

Ante la arremetida de las “asustadurías” (léase Contraloría, Procuraduría, Fiscalía y demás ías) los baquianos en los menesteres de la contratación continúan haciéndole quites (o quiebres) a la ley, porque –según el diccionario de cuello blanco— hecha la ley, hecha la trampa.

Cartilla para hacerse rico.

Para mayor comprensión de los lectores, partimos en dos bloques los derroteros que deben seguir los aspirantes a llenarse de plata sin tener que sudar la gota gorda, porque (como cantaba don Juan Legido) “el trabajo lo hizo Dios como castigo”:

Primero: Constituya varias empresas de construcción que distinguirá con las letras iniciales del abecedario: A, B, C y D.

Segunda: Participe en una licitación pública con tales firmas.

Tercero: Presente papeles “chimbos” que igual dará: los funcionarios encargados están obligados a presumir su buena fe.

Cuarto: Gánese la licitación con una de las cuatro empresas.

Quinto:

No hay quinto malo: Reciba el anticipo.

Sexto:

Cóbreselo a la empresa contratista, a través de las otras empresas de su propiedad.

Segunda tanda de instrucciones.

Siete: Transfiera la plata a paraísos fiscales, como Islas Caimán, o si quiere algo más sofisticado, llévela a Panamá o Suiza, ya que como su delito no es narcotráfico, ni terrorismo, esa platica no se la toca nadie.

Octavo: Dese gusto: aviones, yates, apartamentos, viajes y viejas bien pomposas.

Nueve: Gánese otra licitación, remitiéndose a los pasos del uno al cinco.

Diez: Cuando le pidan cuentas, pase una reclamación por el valor total de la obra. Usted tiene derecho a ponerse digno, bravo, y seguramente le irá bien en su pantomima.

Tercera y otrosí.

Punto número once: recoja más plata, la que pueda.

Doce: Dese más gusto con la que queda.

Trece: repita los pasos del 1 al 12.

Catorce: Cuando le nieguen la reclamación y lo obliguen a terminar una obra, entienda que llegó el momento de acusar, de hacerse la víctima o el perseguido. Acuse enérgicamente a todos los que hayan llamado la atención sobre su incumplimiento. Sostenga hasta el final que ellos son los corruptos.

Quince: Arme otro escándalo (bien distractor) mientras logra sacar del país los 500 o 600 millones de dólares que le quedan.

Otrosí.

Diez y seis: Salga del país antes de que la Justicia le eche el guante.

Diez y siete: El juego ahora es sencillo: con un buen abogado, ojalá ex magistrado de alta Corte, negocie con la Fiscalía General. Lo chévere es que no hay que devolver la plata. Sólo hay que acusar. Mientras más gente acuse, mejor. No hay pruebas. Vale huevo todo lo que se diga. Y será considerado verdad, así dé cinco versiones diferentes de los hechos.

Dieciocho: Cuando la Fiscalía esté a sus pies, rogándole que vuelva al país, regrese con full reclusión en Resort, pues necesita máxima seguridad, lo que le deparará máximo tres años jugando cartas, parqués, ajedrez, navegando en Internet y maquinando nuevos proyectos para el futuro.

Diecinueve: Tenga presente la regla de oro: Nunca, pero nunca, diga la verdad.

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Redacción Minuto30

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