La Barca de Calderón

Cada uno por su lado.

Algo está fallando en las alturas del Poder Ejecutivo: mientras el presidente Santos sostiene que lo ocurrido en el Chocó fue una mera especulación, pues realmente no hubo secuestro masivo de civiles, y recomienda a sus inmediatos colaboradores que no exageren el alcance de los hechos del río Atrato, de contera terminan enfrentados cuatro integrantes de la alta nómina estatal, tres por el NO al secuestro chocoano (Santos, Garzón y Rivera) y uno por el solitario SÍ: el ministro Vargas Lleras. ¿Qué está pasando con el tan traído y tan llevado espíritu unionista en el gobierno de la Unidad Nacional?

La desautorización tácita.

La rotunda frase presidencial, según la cual “lo del Chocó realmente nunca sucedió”, ha sido aprovechada por el vicepresidente Angelino Garzón y el ministro de Defensa Rodrigo Rivera para congraciarse públicamente con su nominador. Los dos subalternos han repetido una y otra vez en todos los escenarios que no hubo tal plagio colectivo.

A su turno, el ministro Vargas (que no tiene pelos en la lengua, ni carga agua en la boca) se aparta diametralmente de la tripleta Santos-Garzón-Rivera; se reafirma en que sí hubo secuestro y pregunta ¿dónde están, qué se hicieron los otros sesenta chocoanos que no aparecen?

Una grieta que se abre.

Para los analistas del acontecer político nacional, se está abriendo a paso lento, pero seguro, en el alto gobierno, la primera fisura entre los apaciguadores que apoyan al presidente Santos, como el Ministro de Defensa y el Vicepresidente, y los que quieren la aplicación de mano dura, como la que seduce a Vargas Lleras. Esta es la pregunta del semestre, cuando estamos a unas cuantas semanas del primer aniversario de la administración santista: ¿Con quién o con quiénes se quedará Santos?

El abanico de los herederos en juego.

Con este episodio comienzan a perfilarse los herederos de la Era Santos, con un Vicepresidente todo terreno, que es la expresión del brasilero Lula Da Silva y del polaco Lech Walesa, tres seguidores del pensamiento ecuménico del beato Juan Pablo II. A los dos ex presidentes les echó la bendición apostólica el Sumo Pontífice, confirmándose así la existencia de un sindicalismo católico anti-guerrerista y anticomunista.

Los nuevos mejores amigos de Santos.

En la otra “ribera”, el Ministro de la Defensa, que ahora posa de santista, como buen cristiano militante, aprovecha la oportunidad para trazar un lindero con Vargas Lleras, quien se está dando cuenta de que la política de apaciguamiento solo conduce a fortalecer a las Farc.

Vargas, un combatiente que sabe que su fortaleza viene de su abuelo Carlos Lleras, quien le dejó al país el legado de su carácter, se distancia del gelatinoso manejo que desde la Casa de Nariño le dan a la problemática del orden público los nuevos mejores amigos del presidente: el dueto Garzón y Rivera.