Según se desprende de lo aprobado hasta ahora en las sesiones decembrinas del Congreso de la República –más conocido como “El Reformatorio”— en la cacareada Reforma a la Justicia, la Corte Suprema queda sujeta a los dictados de la Corte Constitucional.

Destituciones implícitas.

El miércoles en la noche fueron prácticamente destituidos el Consejo de Estado y la Corte Suprema de Justicia. Ahora, la Corte Constitucional se convierte de la noche a la mañana en el organismo de cierre de todo cuanto ocurra en Colombia. La gente se pregunta: ¿será que el Gobierno amarró con longaniza el próximo concepto de la Corte Constitucional?
Recordemos los dolores de cabeza que ha vivido el país por cuenta de la termo-cefalia del Gobierno del entonces presidente Uribe con la Suprema Corte.

Más interrogantes.

¿Cómo será la retaliación que se viene? ¿Se estará acabando el llamado “siglo de los jueces” del que hablaba el magistrado Ibáñez, en dueto con Ramírez Bastidas?

Lo que ocurrió en la Cámara de Representantes la noche del miércoles fue una equivocación fenomenal: Pusieron patas arriba el sistema judicial colombiano, dejando sin oficio al Tribunal de lo Contencioso Administrativo y a la mismísima Corte Suprema de Justicia.

Omisión legislativa.

El Senado de la República ha incurrido en omisión legislativa, desconociendo el deber que autoimpuso en el artículo 204 de la Ley 270 de 1996, de fijar la edad de retiro forzoso para los magistrados de las altas Cortes. Con esta actitud ha desconocido mandatos de la Corte Constitucional y ha propiciado el quebrantamiento del derecho a la igualdad, pero para los magistrados de la Corte Constitucional y el Consejo de la Judicatura no existe edad de retiro forzoso, mientras que sí lo hay para la Corte Suprema y el Consejo de Estado.

Retiros.

La mencionada omisión ha implicado el retiro de siete magistrados de estas dos últimas corporaciones. Para incurrir en esta negligencia, el Senado ha esgrimido inexistentes impedimentos por conflictos de interés, tal como lo demostró en la plenaria el senador Alexander López. A todas estas, el ponente de un proyecto de ley que está en sala de espera hace tres meses, en la plenaria del Senado ha jugado el papel de escurrir el bulto. Esta omisión puede acarrear una investigación por parte de la Procuraduría. También es posible que los senadores se vean enfrentados a una acción de cumplimiento.

Experiencia.

Los juristas más veteranos son como los buenos vinos: mientras más añejos, mejores. La Justicia en manos de hombres experimentados cuenta con el respaldo de la experiencia, el conocimiento de la vida, la tranquilidad y la sabiduría de sus sentencias. No es saludable dejarla en manos del sarampión de la inexperiencia. El pater familia en la antigua Roma era el magistrado de mayor edad. Los maestros de la ley siempre fueron los longevos más eruditos. Recordemos que quien imparte justicia es, en la práctica, un representante de Dios en la Tierra.

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Redacción Minuto30

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