“El futuro le pertenece a los jóvenes”, “Eres el futuro del País”, “Somos los dueños de nuestro destino”. Frases como estas suelen ser lanzadas a diario por personas cuya sabiduría y experiencia son, innegablemente, un factor de legitimación al hacer estas afirmaciones. Es apenas obvio que calen profundamente en los corazones y las mentes, siempre vigorosas y flamantes, de los jóvenes que realmente se sienten aludidos y motivados para emprender la vertiginosa empresa de entregar lo mejor de sí mismos en beneficio de la Patria.

En realidad son afirmaciones apenas obvias, verdades que deberían ser percibidas por el sentido común, aquel que menos utilizamos y del que preferimos prescindir hasta en las cuestiones más absurdas y triviales. No obstante, el carácter mágico, mistíco y hasta esotérico que algunos jóvenes otorgan a estas frases llega a desencadenar en una peligrosidad insostenible que radica en la interpretación de ciertas personajes. El moldear y manipular estos temas tan sensibles puede llevar a muchas mentes incautas a caer en el fanatismo y el odio irracional en contra de lo que ellos consideran equívoco u obstaculizante para su propósito de ser “el futuro del País”.

Y es que, hay que decirlo, no son pocos los aspirantes a la Presidencia de nuestro País que han tocado el tema de la juventud de una u otra manera, lo cual me parece maravilloso pues somos un País joven, pero la diferencia radica en la forma y en el contenido que cada uno de ellos ha depositado en esos inquietos pensamientos de meditación que todavía se encuentran en la etapa de formación. Los hay que proponen fomentar el pensamiento integral de la economía, educación, política y emprendimiento en las generaciones venideras, como también quienes se han enfrascado en forjar un discurso de rechazo y odio entre ellos mismos basado en las condiciones sociales a las que se acomodan. Los hay tibios y simplones, que pretenden sacar del sombrero de mago la varita mágica para solucionarlo todo con el aprendizaje y también quienes fomentan el consumo de licor en la juventud. Ese es el panorama de los jóvenes en Colombia actualmente.

No se puede ser indiferente ante el límite histórico que enfrentamos y me parece estupendo que todos podamos involucrarnos de una u otra forma en construir Patria desde cualquier vertiente política; debemos ponernos de acuerdo en lo fundamental. Discrepo, y con absoluto convencimiento, con las utopías y torpes ideas irreales que propagan ciertos jóvenes cegados por los sesgos y la venda de la ideología que no les permite ver más allá de sus rojas banderas y pensamiento humanista.

Es ahora, ante la inminencia del futuro que realmente nos pertenece, cuando debemos trabajar mancomunadamente por el beneficio de la Patria, con disciplina, valor y lealtad, alimentándonos del espíritu colombiano que realmente ha de caracterizarnos, dejando a un lado los discursos de odio y polarización que inútilmente nos enfrascan en discusiones y diatribas que hacen más daño que bien. Ante todo somos nacionales colombianos y eso ha de pesar más que cualquier ideología o Partido.

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Redacción Minuto30

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