En las entrañas gubernamentales de nuestro país definitivamente está pasando algo sumamente perjudicial para la nación. Nuestros altos mandos o “héroes de la patria” pasaron de hacer trampa a la ley a volver ley la trampa. Aunque esto para nadie es un secreto, desde hace años es bien conocido que nuestro país lleva infinidad de corruptelas en las distintas entidades públicas, en conjunto con poderosos magnates del sector privado; llevando a cabo escándalos como el Caso Odebrecht. Sin duda alguna, cabe mencionar que los políticos de nuestro país siempre le dan el pan en la boca a los medios, siempre dan de qué hablar con sus actos.

Recientemente, la entidad encargada de investigar y acusar a los presuntos responsables de escándalos de corrupción, se encontró en primera plana de la prensa cuando el exdirector de la unidad anticorrupción, Luis Gustavo Moreno, fue capturado en un operativo. Dicha captura se sustenta en supuestas irregularidades en el caso de Alejandro Lyons, exgobernador de Córdoba.

Lo curioso, y el toque especial de este caso, es el operativo de inteligencia que se desarrolló para encontrar “con las manos en la masa” a Moreno. Tal cual como en las clásicas películas de detectives, los agentes de investigación grabaron una conversación del exdirector con un abogado penalista (Luis Pinilla) donde mencionan un pago de 400 millones de pesos para desviar la investigación en contra de Lyon. En resumen, hablan del típico soborno para centrar el trabajo del fiscal en otros temas y crear una cortina de humo para desaparecer el caso de Alejandro Lyons, los muy audaces decidieron viajar a Miami para comenzar con el primer depósito de la paga.

Pero éste no fue el único escándalo que en las últimas semanas tuvo la clase política colombiana. Después del sacudón que nos dieron las emblemáticas corruptelas de Odebrecht y Reficar; nuestros dirigentes, fiscales, jueces, miembros del Inpec y demás entidades que se encargan de hacer valer nuestra Constitución Política, prácticamente hacen una feria de venta de decisiones judiciales.

La perspectiva de muchos de los colombianos es que la nación perdió de manera definitiva la guerra contra la corrupción, este argumento se sostiene en que los deshonestos lograron tomar control sobre los dos bandos: tanto los altos cargos judiciales como los órganos de control y vigilancia, ambos son manzanas llenas de gusanos. La avalancha de escándalos de corrupción es evidente, y al paso que vamos con un gobierno al que todo le ocurre “a sus espaldas”, hasta ahora está en su punto inicial.

Algo en lo que todos debemos estar de acuerdo es que el Estado Judicial colombiano se encuentra enfermo, y en estos momentos está en coma con cada una de sus partes infectadas por un cáncer. Será tema para hablar en otro momento el dinero que Sergio Zuluaga (Contralor de Antioquia) robó para cumplir su capricho estético, o las alianzas con bandas criminales del exsecretario de Seguridad de Medellín. Son acciones corruptas que ocurren día tras día, son hechos que no podemos dejar que se sigan desarrollando generación tras generación; como colombianos tenemos la obligación de recordar que el verdadero poder lo tiene el pueblo.

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Redacción Minuto30

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