Hemos sufrido durante los años de gobierno de Duque la decadencia de una hegemonía política y con ella la destrucción o debilitación de todo lo que medianamente funcionaba, el presidente no solo representa al Uribismo sino a lo peor de su estirpe; además de ser parte de la peor expresión de la política colombiana son – Duque y su gobierno – la peor parte de esa expresión en la que la incompetencia solo se asemeja a su inmerecida vanidad. Lo peor de lo peor es sin duda su lugar en la historia.

Con la mediocridad como doctrina de gobierno hemos visto como violan la ley de manera deliberada esperando que la actuación de los jueces surta su proceso y mientras fallan ejecutar sus intereses; el bautizo de su método para violar la ley le correspondió a Macias quien en la sesión inaugural del congreso para violar el derecho constitucional de la oposición hizo una “jugadita” y sacó al presidente del recinto para evitar que los contrarios expusieran sus puntos de vista, una jugadita que viola la ley, vulnera derechos de la oposición y despoja al congreso de su carácter deliberatorio.

Con la ley de garantías hicieron su jugadita mayor, sabían muy bien que la forma en la que se presentó la reforma de la ley era abiertamente inconstitucional, de todas formas, sacaron la ley y pusieron los recursos del Estado a circular por las entidades territoriales en plena campaña parlamentaria. La jugadita les salió redonda porque una vez terminada la campaña la Corte Constitucional les tumbó la ley, pero ya el daño estaba hecho.

Por otro lado, la procuradora Cabello le hizo el esguince al fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y en vez de cumplirlo se inventó un sofisticado sistema de violación de derechos humanos que le costó al país 1200 cargos más en la Procuraduría. Con esa jugadita garantizó su competencia para utilizar la procuraduría como arma política a favor de los intereses del gobierno.

Ahora esa procuradora le hizo la jugadita a Medellín suspendiendo el alcalde a sabiendas de que un juez o la Comisión Interamericana, como lo ha hecho en otras oportunidades, lo devolverá al cargo. Pero mientras tanto muestran poder, asustan a los alcaldes del país y aprovechan para poner en la alcaldía así sea por un par de días a un alcalde espurio.

Para premiar la mediocridad decidieron premiar al alto comisionado de paz por la incompetencia en la gestión del paro armado de las AGC con la palomita en la Alcaldía de Medellín. Violando la ley, como es costumbre, evadiendo el procedimiento para el encargo de alcaldes suspendidos. La jugadita estaba lista desde el principio: actúan con presunción de legalidad, pero saben que violan la ley, para amedrentar al opositor y asegurar la campaña de su candidato.

Ante la injusticia de las jugaditas nos queda la resistencia, tenemos derecho a desobedecer a los espurios. Se vienen más jugaditas, estamos listos para enfrentar la violencia y la injusticia, la esperanza seguirá derrotando al miedo. El cambio ya viene y es imparable.

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Redacción Minuto30

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