En el boxeo, donde se escenifica la lucha por la vida, los grandes campeones se miden por la estatura de sus enemigos. Y si el mundo vio el pánico inyectado en los ojos de Muhammad Ali, ‘The Greatest’, el más grande por los siglos de los siglos, fue porque existió Joe Frazier, fallecido este martes a los 67 años a causa de un cáncer de hígado.

El expúgil que tuvo el honor y la clase de quitarle el invicto al legendario Muhammad Ali, Joe “Smokin” Frazier, esta vez no pudo ganar su pelea más decisiva, la de la enfermedad del cáncer de hígado y falleció a la edad de 67 años.

opinan los foristas

El excampeón del mundo de los pesos pesados y miembro del Salón de la Fama, falleció esta noche en Filadelfia (EEUU), no tuvo la menor oportunidad de luchar, como siempre hacía en el cuadrilátero, contra el cáncer que le había sido diagnosticado hace un mes.

Un comunicado ofrecido por la familia confirmó que Frazier falleció en un hospicio de la ciudad de Filadelfia donde se encontraba internado después que los doctores no le dieron ninguna esperanza de vida.

Frazier, que se enfrentó a Ali en tres combates estelares en la década de 1970, incluido el ya histórico “Thrilla en Manila”, se encontraba en un hospicio para personas con enfermedades terminales, donde pudo recibir los cuidados especializados para que no tuviese sufrimiento físico en sus últimos días de vida.

Antes de haberle sido descubierto el cáncer, Frazier estaba haciendo vida normal, con apariciones regulares en público para firmar autógrafos, incluida la última que hizo el pasado septiembre, en Las Vegas.

Por siempre segundo

Frazier poseía un devastador gancho de izquierda que utilizaba para poner final a la mayoría de sus peleas que ganó por la vía rápida en los primeros asaltos de los combates.

Precisamente, iba a ser el terrible gancho de izquierda el que hizo posible que Ali se fuese a la lona en el decimoquinto asalto de la pelea que ambos disputaron en el legendario Madison Square Garden, de Nueva York, en 1971.

La caída de Ali iba a permitir a Frazier sellar la victoria de una pelea que fue considerada como el “Combate del Siglo”.

A pesar de haber conseguido ganar a Ali, al final le tocó perder los otros dos combates que ambos púgiles disputaron en los años dorados del boxeo en Estados Unidos y dentro de la categoría de los pesos pesados.

La presencia de Ali hizo que la figura de Frazier siempre quedase en un segundo plano, algo que nunca le gustó al excampeón del mundo ya fallecido.

Los tres combates que pasaron a la historia

El duelo en tres terribles combates entre el maravilloso charlatán de Louisville y ‘Smokin» Joe es uno de los capítulos sobresalientes de la historia del deporte, pero se derrama mucho más allá del cuadrilátero.

Ali y Frazier representaban dos maneras de boxear y también dos formas de entender la vida. Se odiaban furiosamente. Se respetaron a la fuerza. Y se perdonaron cuando ya fue demasiado tarde.

Al primero le correspondió toda la gloria, era la bella mariposa que bailaba y encandilaba a la masa con esas maneras, mezcla de actor de cine y propagandista político. El otro era tosco, un martillo pilón feo y demasiado bajito (1,81) para medirse con los pesados de la era dorada.

Frazier ha fallecido pobre, con pura melancolía en los ojos y rabia contenida al recordar aquellos días de la década de los 70. Su suerte cambió en Manila y fue por una toalla arrojada como se lanzan las monedas al aire. Y para él salió cruz.

Es conocida la historia de aquella noche del 1 de octubre de 1975, pues se ha contado en mil ocasiones. Era el tercer Ali-Frazier, auspiciado por el presidente Ferdinand Marcos y rodeado de un boato hoy inimaginable para un combate de boxeo.

A más de 40 insoportables grados, 14 asaltos estremecedores que resumió Ali con más prosa que poesía: «Fue lo más cerca de morir que he estado».

Repasar las imágenes le dan la razón: el combate de Manila la última frontera del boxeo. Y tal vez, el límite del deporte.

Frazier pasará a la historia por ser el primer púgil que ganó a Ali, que lo tiró por primera vez a la lona, y que al final ganó la pelea por decisión unánime.

La toalla que marcó la historia del Boxeo

Manila, a Quezon City, con más de 300 millones de personas pendientes de ese ‘ring’. De nuevo se cruzan la torva mirada de Frazier y la enorme y provocadora bocaza de Ali, sólo a la altura de sus prodigiosos puños.

Una boca que se propuso cerrar ‘Smokin’ Joe desde el primer asalto en un acoso demoledor. No había pasos atrás en los códigos de Frazier, dispuesto a morir antes que a perder.

Nadie llegó más lejos para destruir al mito, tanto que se especula con que la degeneración en la salud de Cassius Clay está directamente relacionada con la soberana paliza recibida aquella noche asfixiante.

Tras 14 asaltos monumentales, después de un gancho de izquierda al mentón de Joe que le hace perder el protector bucal y salpica de sangre las primeras filas del ‘ringside’, algo sucedió en la esquina del aspirante.

Eddie Futch, el preparador de Frazier, constata que su pupilo está ciego. Es imposible seguir la pelea: hay que tirar la toalla. «Nadie olvidará jamás lo que hiciste hoy aquí», ésa fue la frase para la historia de Futch ante un boxeador dispuesto a perder el último aliento en la pelea.

Cuenta la leyenda que, al mismo tiempo, al otro lado del ‘ring’, también había movimiento. Angelo Dundee, el ángel de la guardia de Ali, se mueve inquieto y alguien escucha pedir a Ali que le quiten los guantes, que no puede seguir.

Es la versión que cuenta Tommy Frazier, hermano de Joe, negada posteriormente por el eterno entrenador de Ali. «La gente se confunde», aseguró displicente.

Una toalla vuela al ring, mientras Ali no tiene fuerzas para el festejo, sólo para dar gracias por seguir con vida. Y da paso al tormento de Frazier, que revivió la pelea en noches innumerables, diciendo a quien quisiera escuchar, allá en el pobre gimnasio de Filadelfia donde se ganaba el sustento, que, en realidad, él jamás salió derrotado de Manila.

Nunca fue el mismo tras perder con Ali y acabó colgando los guantes de mala manera.

Defendió cuatro veces el título de campeón mundial y ganó 32 de sus 37 combates. Perdió cuatro y tuvo uno nulo. «Quiero que me recuerden como un boxeador que jamás retrocedió».

Frazier esperó 67 años para caer, ante un enemigo bastante peor que los brillantes puños del más grande.

Con inforamción de elmundo.es y noticierodigital.com

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