Crece en los medios judiciales el temor frente a las intrigas electorales en la Corte Suprema, sobre las cuales advirtió El Tiempo en su reciente editorial “elecciones con grandeza”, El Espectador en otro suyo y la columna del último domingo de María Isabel Rueda.

La camarilla de las minorías.

Como se sabe, los líderes de la camarilla responsables de su politización del alto organismo y que han conseguido predominar en el interior de la Corte no obstante ser una minoría, dadas su audacia y su determinación, ante el fracaso de su propósito de permanecer en la Corte mediante el artilugio de la prórroga de sus períodos en la reforma de la justicia, decidieron extender su influencia a otros órganos de la Rama, trasladándose al Consejo de la Judicatura.

Ricaurte  y Munar los intrigantes.

Se intenta llenar la vacante actual en ese Cuerpo y otra que se producirá en lo que falta de año con sus dos líderes, el actual magistrado  Francisco Ricaurte y el exmagistrado Pedro Antonio Munar. Así la Rama entera quedaría sujeta al grupo cuyas intrigas han hecho tanto daño al prestigio de la Corte Suprema.

Las maniobras de los complotados.

Para conseguir ese propósito, los complotados necesitan fortalecer su actual caudal electoral interno, hasta ahora minoritario pero con capacidad de bloquear a la Corte indefinidamente de modo que se obtenga la capitulación de la mayoría desesperada por evacuar las funciones constitucionales de la Corporación como sucedió en diciembre de 2010, por ello se han impuesto la tarea de entorpecer los procesos electorales en curso encaminados a proveer en la propia Corte cuatro vacantes.

¿Se impondrá Ricaurte?

El grupo pretende imponer adeptos del doctor Ricaurte en la Sala Civil, donde desde enero permanece sin titular el puesto del Dr. Jaime Arrubla, pese a las numerosas votaciones que se han realizado y en las cuales la Sala Civil, a la que pertenece la vacante, ha insistido en el nombre del distinguido jurista antioqueño Dr. Jaime Parra Benítez.

Las maniobras de Jesael.

Se contrarían así las tradiciones de la Corporación que usualmente escoge el reemplazante entre los candidatos que señala la Sala en cuyo seno va a trabajar el futuro Magistrado. Esta vez no ha sido posible la elección porque los ricaurtistas de la Sala Laboral y de la Sala Penal exigen llevar allí a Jesael Giraldo, cuyas maniobras para conseguir esa elección se iniciaron con el insólito pacto que hizo con sus entonces colegas de la Sala Administrativa del Consejo Superior, de renunciar a su cargo en ésta con el compromiso de que lo incluirían en la lista de candidatos, como en efecto ocurrió.

¿Quién es el malo? ¿otro ricaurtista?

El mismo grupo ha venido también impidiendo la elección de otra vacante en la Sala Penal exigiendo que se llene con el Dr. Gustavo Enrique Malo, no obstante la pobreza de su hoja de vida en comparación con la de otros partícipes de la lista de candidatos, pues se espera de él una total subordinación a las orientaciones de su mentor y gran elector el magistrado Ricaurte.

La pugna por las dos vacantes.

La pugna por estas y por otras dos vacantes en la Corte, como se dijo, tiene por objeto completar con la llegada de los nuevos miembros el poder electoral que se necesita para elegir a los dos magistrados del Consejo Superior. Si la camarilla logra éxito en su intento el destino de las Cortes por muchos años estará en manos de este grupo, responsable de tantas intrigas que han indignado a la opinión pública, pues con esta maniobra sus líderes  adquirirían el nefando poder de determinar con arreglo a sus caprichos e intereses de facción quién puede ser magistrado en el futuro y quién no. ¡Qué miedo!

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Redacción Minuto30

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