Resulta curioso recordar la escena futurista de los años ochenta en la cual la humanidad de un futuro no muy lejano (apenas unas cuatro o cinco décadas hacia adelante) se mostraba vastamente interconectada y llena de máquinas y aparatos que en parte, asistían las labores del ser humano, pero que también, llegaban a constituir una especie de entes paralelos a este; siendo miembros de una clase casi independiente capaz de pensar y actuar incluso con capacidades mayores de procesamiento y fuerza física que el hombre. Una escena, además, en la que los impulsores de tal dinámica mundial eran principalmente dos, la información y las tecnologías de interconexión.

Lo interesante de esto es que, al día de hoy, en el 2018, nos encontramos ya inmersos en dicha escena (aunque con ciertos matices); y no me refiero a que estemos llenos de robots androide caminando por las calles, sino al papel que juegan en nuestra vida diaria volúmenes nunca antes vistos de información e innumerables tecnologías de interconexión. Esto nos han llevado a cambiar nuestra percepción de las distancias, del tiempo, de la interacción social y de la misma supervivencia.

Convivimos hoy con toneladas, o mejor, billones de Teras de información recolectada por millones de aparatos interconectados que parecen tener vida y que un cuentan con un lenguaje propio, el lenguaje IP (Internet Protocol). Este es el ecosistema de las llamadas ¨Cosas¨ que también acceden a y se comunican por internet. De esta forma, el uso de una vasta cantidad de información, proporcionada por aparatos prácticamente autónomos cuyo principal objetivo se resume en el ciclo: Medir variables o capturar datos, analizar y actuar puede describir en sencillas palabras el concepto del o la ¨Internet De Las Cosas¨ (Internet of Things o IoT).

Internet, porque es este el vehículo unificado a través del cual toda la información se transporta y difunde y al cual prácticamente todos somos susceptibles de tener acceso, y cosas, puesto que es a través de dispositivos, no seres vivos; llámese nevera, sensor de humo, Smart TV, cámara de foto multas, lampara de calle, carro autónomo, dosificador para cultivos, GPS, medidor de lluvia, asistente virtual, dron, etc., que realizan permanentemente el mencionado ciclo para proporcionarnos información y una forma de controlar cualquier variable que nos incumba, como se desarrolla esta dinámica.

Estas ¨cosas¨, tienen una identidad, ya que se puede saber su número de serie y su ubicación, y cobran vida a través de internet. Es así como se puede monitorear remotamente la sala de la casa mediante cámaras IP, se puede recibir un mensaje de texto en caso de una intrusión, o tener el refrigerador conectado a una aplicación que emite alertas cuando un alimento está por agotarse.

Según datos del congreso mundial de M2M/IoT (Machine to Machine and IoT) al que tuve ocasión de asistir en 2016 en Londres, se estima que para 2020 haya en el mundo unos 26 billones de dispositivos o Cosas conectadas.

Suena interesante y de cierta forma intimidador, sin embargo, este es ya un fenómeno ineludible y sobre el cual vale la pena que se haga planeación como sociedad, para poder estar preparados y no solo tecnológicamente con redes robustas y medios de acceso, sino desde el punto de vista social y humano para sobrellevar todas sus implicaciones. Tal vez podamos seguir reflexionando en una segunda parte de este artículo en nuestra relación con este ciber-mundo paralelo, el mundo del Internet de las cosas…

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Redacción Minuto30

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