En columna publicada en El Espectador, el pasado 10 de mayo, sólo con el interés de insultarme, de forma visceral y machista (a través de epítetos como “fiera” y “ejemplar”), la columnista Cecilia Orozco me acusa de “no ser liberal” y de haber engañado al electorado.

A sus imputaciones sesgadas e irrespetuosas, sin ningún soporte, sólo puedo responder con argumentos. La representación de los principios ideológicos y el nivel de compromiso de un congresista con el pueblo se miden a través de la evaluación de su trabajo legislativo, del control político realizado y de sus actividades en el seno de la comunidad.

Si abordamos mi caso específico, se puede constatar que mi trabajo legislativo ha estado siempre ligado a la defensa de los valores propios del Liberalismo: he sido autora o coautora de más de veinte proyectos de ley relacionados con temas fundamentales del derrotero histórico de mi partido, como son la niñez, la equidad entre los sexos, la vivienda, la justicia, los recursos energéticos y el medioambiente, el sistema de salud, el deporte, el transporte, la economía solidaria, el agro, los afrocolombianos, las comunidades indígenas, los colombianos con capacidades diferentes, las madres cabeza de familia, los jóvenes, las víctimas, las telecomunicaciones y la libertad de pensamiento.

Y el intenso control político que he desarrollado también ha sido siempre en el ámbito de los derechos humanos y de la promoción de la equidad, en representación del electorado. Valga mencionar que he presidido o citado audiencias públicas y debates sobre materias como las referentes a víctimas, discapacidad, seguridad alimentaria, adopción, abuso sexual, minorías étnicas, minorías religiosas, alimentación escolar, patrimonio público, soberanía nacional, servicios públicos, salud, pensiones, colombianos en el exterior, fronteras, sistema de justicia y sistema carcelario.

Además, en desarrollo de mis tareas como legisladora, he defendido temas esenciales del pensamiento de mi partido, como son la prevención del consumo de drogas, la descentralización, el cooperativismo, el desarrollo sostenible y el derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo.

Y si hablamos de la labor en contacto directo con la gente, me satisface haberla desarrollado mediante brigadas de salud, reuniones comunitarias en 31 departamentos, exposiciones de arte, foros, homenajes, columnas de opinión y comunicados de denuncia ante los medios de comunicación, en aras de la visibilización de las problemáticas de las distintas comunidades.

A través de 17 brigadas en La Guajira, Chocó, Huila y Antioquia, hemos brindado atención médica a más de 11.000 personas y hemos podido recoger datos confiables para mostrar la realidad de nuestras poblaciones más vulnerables.

Labor similar hemos desplegado con las víctimas del conflicto, con las cuales hemos realizado más de una veintena de audiencias. Sin hablar de las gestiones que he adelantado de la mano de la FAO, como coordinadora nacional del Frente Parlamentario Contra el Hambre, y de las que he acometido como Embajadora de Buena Voluntad de la Lucha Contra el Cáncer de Próstata.

Esta tarea de sensibilización la he llevado a cabo no solamente en nuestro país, sino en visitas internacionales a entidades y dirigentes en Suramérica, Norteamérica y Europa, que he costeado yo misma, para informar al mundo de estas crisis y buscar ayuda para nuestro pueblo.

Mi talante liberal me ha llevado, además, a servir como mediadora esencial para la solución de los paros nacionales de indígenas y campesinos, del SENA y de las madres comunitarias. De estas últimas, he sido una de las mayores defensoras en el Congreso. Esa misma determinación la mostré cuando, tras el triunfo del No en el plebiscito, fui invitada por la coalición que resultó ganadora, a contribuir al mejoramiento de los acuerdos de paz, como cofundadora de la Federación Colombiana de Víctimas de las Farc (a pesar de no tomé partido públicamente y defendí siempre el voto secreto, libre, informado y sin miedo).

Adicionalmente, con la promoción del ideario del Partido Liberal y con la difusión de la vida y obra de sus grandes pensadores, mediante publicaciones, eventos y proposiciones ante el Parlamento, he demostrado mi profundo compromiso con el rescate y el reconocimiento del patrimonio histórico e ideológico del partido.

Todo lo anterior ha llevado a que haya sido señalada como una de las congresistas más sobresalientes del país en artículos publicados en medios como Semana, El Tiempo y La Silla Vacía, y en encuestas y mediciones de opinión, y a que, como tal, haya sido premiada por la Sociedad Colombiana de Prensa, el Centro de Estudios Universitarios, la Comisión Nacional de Mujeres y otras varias organizaciones civiles.

Es difícil encontrar en la historia reciente del país una gestión parlamentaria más liberal que la que he realizado en los escasos tres años que llevo en el Congreso.

La falta de ética periodística, de objetividad y de compromiso con la verdad de la columnista en mención exige hacerle un llamado para que rectifique.

Mientras tanto, seguiré luchando sin descanso por las mujeres, por las minorías, por las víctimas, por los pobres, por los trabajadores y por las demás poblaciones vulnerables que constituyen ese electorado con el que siempre estaré comprometida.

Senadora de la República
Codirectora del Partido Liberal
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Redacción Minuto30

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