Mujeres y hombres no son pobres porque carecen de dinero, la verdadera pobreza humana estriba en utilizar poco el cerebro, el pensamiento y tener poca inclinación por echar mano de la imaginación y acudir a la creatividad, que es lo que nos separa del mundo estrictamente animal.

Por no utilizar lo que engrandece al ser humano, que es su inteligencia, su imaginación, su pensamiento y su capacidad creadora, es que miles de millones de personas viven superficialmente y mueren sin saber realmente qué es la vida.

Una existencia, se ha dicho repetidas veces, no es un vegetar, no constituye únicamente el desarrollar un trabajo, un oficio o profesión, casarse, tener hijos y nietos y esperar a morir. Una vida exenta de cultura, de arte, de buena literatura, es una vida insípida, tristona e inhumana. Repárese en los obreros de la construcción, cómo sus vidas discurren en un trabajo mecánicamente, esperar el pago del sábado, entregarse a libar bebidas alcohólicas, es decir, anestesiarse para no darse cuenta de su vida miserable y sin sentido.

Los europeos, tienen sus cafés como templos sagrados donde se ejerce el humanísimo arte de la conversación. Los latinoamericanos e iletrados en grandes cantidades, tienen por refugio sórdidas cantinas, frecuentadas en su mayoría por personas de sexo masculino, lúgubres antros donde el licor y la música estridente y deprimente no da lugar al diálogo o esparcimiento del espíritu a través de una excelente conversación.

Nuestra miseria no es solo material, es intelectual, cultural y espiritual, por lo que merecemos el ganado título de países tercermundistas. La falta de imaginación, la no utilización de una mínima inteligencia, hace de nuestra sociedad hispanoamericana una de las más superpobladas del mundo, juntamente con la africana, pues no es ningún descubrimiento genial afirmar que los pobres se reproducen más, de donde surgen muchos de los conflictos que agobian el mundo en el siglo XXI.

Hace medio siglo que hubo voces de alarma, a cerca del crecimiento demográfico; nosotros nos reproducimos exponencialmente hasta el punto de que se triplicó el número de habitantes y hoy, en 2019, tenemos urbes caóticas con muchos millones de habitantes, los que en su mayoría carecen de cultura, inteligencia, imaginación y creatividad.

El panorama social se agrava cuando caemos en cuenta que los gobernantes, provenientes de clase media con tendencia a la filosofía utilitarista anglosajona, ambiciosa y corrupta, es la que gobierna el tercer mundo. Presidentes y expresidentes, convictos por corrupción, suicidas a causa de sus vidas desorientadas y fugitivas, constituyen la galería que demuestra el caos en América Latina.

Las naciones más inteligentes y cultas, como la francesa, dan prioridad a la inteligencia, al arte, a la cultura. Las que buscan solamente logros económicos, como la norteamericana y la inglesa, tienen la educación para fortalecer el cuerpo, para realizar los deportes. El colegio en Francia busca que el alumno desarrolle su inteligencia, su capacidad crítica, su amor por el arte, la cultura, la literatura y en general, por el crecimiento espiritual, cultural y artístico. El colegio norteamericano centra su mayor parte del ciclo educacional en desarrollar la gimnasia, los deportes y otras actividades musculares.

El músculo físico es exaltado por la cultura anglosajona y eso es lo que estamos viendo en la juventud hispanoamericana que tiene especial interés en gimnasios y ha olvidado completamente el bellísimo y delicioso placer del desarrollo de la inteligencia, la cultura, la imaginación y la creatividad.

El trabajo manual, mecánico, muscular, va atrofiando el pensamiento y hace de quien lo ejerce, un sujeto impensante, inculto, ineducado, insensible. Desdichados son los obreros rasos y por ellos debemos sentir compasión y solidaridad. Esta inmensa masa no es objeto de crítica, si no de compasión.

Sin embargo, miles de personas hay, que pudiendo desarrollar su faceta cultural, se dedican a rumiar sus vidas en simples actos de imitación. Exhiben sus fuertes musculaturas, preferiblemente tatuadas en exceso con abandono casi total de su cerebro, de su pensamiento crítico, de su imaginación y creatividad.

Lo mejor que ha dado la humanidad hasta el día de hoy, es su cultura. Egipto, Grecia, Roma, India, Italia y Francia, han legado lo que hace hermoso y sublime al animal racional: el arte, la música, la arqueología, la arquitectura, en general, la cultura.

Cierto es que, sin cultura, sin imaginación, sin pensamiento y sin creatividad se vive, pero se vive mal. Un buen vivir, no puede darse sin que en él participen las bellas cosas que emanan del cerebro humano.

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Redacción Minuto30

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