La provincia china de Hubei, foco de la pandemia de coronavirus, continúa dando pasos de gigante hacia la normalidad después de levantar el miércoles las restricciones de viaje que había impuesto en sus ciudades excepto para su capital, Wuhan, que dejará de estar en cuarentena el próximo 8 de abril.

Los aeropuertos de la provincia están ultimando los preparativos para volver a recibir pasajeros, según la cadena estatal CCTV, para lo cual deben pasar primero por una rigurosa desinfección.

Una vez reanuden sus operaciones, los aeródromos utilizarán un sistema de medición de temperatura infrarroja y establecerán puntos de control y áreas de aislamiento en las terminales en caso de detectar cuadros de fiebre en los viajeros, añade la cadena.

Entretanto, los supermercados de la azotada capital provincial de Wuhan reabrieron hoy al público bajo estrictas medidas de prevención, de acuerdo con CCTV, entre las que figuran limitar los aforos para poder acceder a sus instalaciones.

Los clientes deben esperar su turno fuera de los supermercados y para acceder a ellos -y a cualquier otro lugar público- es necesario obtener un código QR verde a través del teléfono móvil o un justificante que certifique un buen estado de salud.

«La gente que se reúna en lugares públicos debe seguir usando mascarilla y mantener una distancia de seguridad», explicó a la cadena estatal el investigador Zhang Canyou, del Centro Chino para el Control y Prevención de Enfermedades de la ciudad.

La normalidad en Wuhan quedó interrumpida el pasado 23 de enero, cuando comenzó una estricta cuarentena que dejó paralizado todo el transporte en la ciudad que no fuera de emergencia.

Al menos 2.531 personas han muerto por COVID-19 en esta ciudad desde que se detectó el brote el pasado año.

El número total de infectados diagnosticados en China desde el inicio de la pandemia es de 81.285, y han perecido 3.287 personas.

También se ha dado de alta a 74.051 personas tras superar la enfermedad, aunque 1.235 pacientes permanecen en estado grave.

CHINA ESTÁ AUN «BAJO PRESIÓN»

Entretanto, las autoridades sanitarias chinas anunciaron hoy que el número de infectados por el coronavirus SARS-CoV-2 «activos» en el país asiático es de 3.947, con lo que continúa en una rápida trayectoria descendente pese a que se siguen registrando nuevos casos.

La Comisión de Salud del país añadió que, hasta la pasada medianoche hora local (16.00 hora GMT del miércoles), se habían certificado 6 decesos por COVID-19, todos en Hubei y, de éstos, 5 en Wuhan.

«China está todavía bajo una gran presión para prevenir la propagación de la enfermedad», afirmó hoy el funcionario Mi Feng, de la Comisión Nacional de Salud, por lo cual debe tomar «medidas de prevención y control a largo plazo».

Las autoridades chinas temen especialmente el repunte de los llamados casos «importados» desde el exterior: en las últimas 24 horas se diagnosticaron 67 nuevos contagios de este tipo, un nuevo récord, y ninguno a nivel local, mientras que la suma total de casos importados asciende ya a 541 contagios, según la comisión sanitaria.

Desde que la enfermedad empezó a azotar con severidad el resto del planeta, son muchos los chinos que han regresado a su país, donde la COVID-19 parece más controlada.

Alrededor del 90 % de los casos importados son titulares de pasaportes chinos, dijo hoy en rueda de prensa el viceministro de Relaciones Exteriores, Luo Zhaohui, citado por la agencia Xinhua.

Luo especificó que el 40 % de ellos son estudiantes chinos que cursaban estudios en el extranjero: «Entendemos que algunos estudiantes extranjeros desean volver a casa cuanto antes. Pero, dadas las circunstancias, si se quedan donde están pueden evitar más infecciones o quedarse atrapados a mitad de viaje, porque otros países pueden estrechar también los controles», afirmó.

Pekín anunció la semana pasada el desvío de sus vuelos internacionales con destino a la capital china como medida de asegurar que estos casos no sigan aumentando en la ciudad.

Además, la capital obliga a todos los llegados del exterior a un confinamiento de 14 días en hoteles, medida que también aplica ya Shanghái.

NUEVO CRUCE DE DECLARACIONES ENTRE WASHINGTON Y PEKÍN

Entretanto, Pekín reprendió duramente al secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, quien la víspera volvió a denunciar la «campaña de desinformación» de China sobre el coronavirus tras mantener un encuentro virtual del G-7.

Las dos potencias han intercambiado acusaciones sobre el origen del virus: el presidente de EE.UU., Donald Trump, se ha referido al patógeno como «virus chino», mientras que algunas autoridades chinas han promovido la teoría de que soldados estadounidenses introdujeron la enfermedad durante una visita a Wuhan.

«Rastrear el origen del virus es un problema científico complejo y requiere opiniones profesionales. Tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la comunidad internacional se oponen claramente a vincular el virus a países y regiones específicos», afirmó hoy el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores Geng Shuang.

Según Geng, «la OMS y la comunidad internacional han reconocido «los esfuerzos de China en la batalla contra la epidemia», por lo que «Pompeo va en contra del consenso internacional» en «un intento de desviar la atención y eludir sus responsabilidades. Sus intenciones son pueriles», dijo Geng.

El cruce de declaraciones podría ensombrecer el encuentro virtual de emergencia del G-20 de hoy, en el que participará el presidente chino, Xi Jinping, y que la prensa estatal china ha descrito como una oportunidad para establecer un plan de acción mundial para combatir el coronavirus y sus efectos.

EFE

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