Hosni Mubarak dimite y entrega el poder al ejército. La alegría se desborda entre los miles de opositores concentrados en la plaza de Tahri.

El presidente egipcio, Hosni Mubarak, ha decidido renunciar a su puesto y entregar el poder a las Fuerzas Armadas tras 18 días de protestas, ha anunciado el vicepresidente Omar Suleimán.

Suleimán, en una declaración por la televisión pública, dijo que la decisión fue adoptada «por las difíciles circunstancias que atraviesa el país».

«El presidente Mohamed Hosni Mubarak ha decidido renunciar a su cargo de presidente de la República y ha encargado al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas administrar los asuntos del país», dice textualmente el breve mensaje de Suleimán.

El anuncio fue recibido con gritos de júbilo en la plaza cairota de Tahrir, centro neurálgico de las protestas de las últimas semanas. Gritos por toda la plaza, corros de alegría, cánticos y el agitar de banderas son las notas predominantes en ese lugar, epicentro de las protestas públicas contra el régimen de Mubarak, quien estuvo en el poder desde 1981.

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Las protestas en El Cairo comienzan a desplazarse ante las mismas puertas del palacio presidencial de Hosni Mubarak, que custodia el Ejército. Los manifestantes alternan rezos y consignas contra el rais ante los tanques que custodian la residencia, pero que de momento no intervienen.

Mubarak, que ha delegado alguno de sus poderes al vicepresidente, ha abandonado El Cairo y se encuentra en la localidad turística de Sharm el Cheik, al sur del país, según diversas fuentes, entre ellas el portavoz de su partido.

El Consejo Superior de las Fuerzas Armadas de Egipto, presidido por el ministro de Defensa, el general Mohamed Husein Tantaui, ha hecho público este viernes un comunicado en el que viene a mantener la postura de neutralidad que ha adoptado en este conflicto. Así, pide de nuevo a los egipcios que dejen las protestas y regresen a su vida normal y se compromete a velar por el cumplimiento de las reformas democráticas anunciadas por Hosni Mubarak, entre ellas la convocatoria de unas elecciones libres y el levantamiento del estado de emergencia.

Mientras, miles de manifestantes que desbordan la plaza Tahrir, en el centro del Cairo, y que han ocupado las puertas del Parlamento. Los egipcios, que esperaban el respaldo de los militares, han estallado en cólera tras conocer el comunicado del Ejército. «Nos habéis decepcionado. Habíamos depositado todas nuestras esperanzas en vosotros», han gritado cuando un coronel ha leído en voz alta, ante el palacio presidencial, el comunicado.

Los militares se han reunido esta mañana para analizar la situación que se ha creado en el país, de máxima tensión, después del discurso de anoche del presidente en el que, sin grandes concreciones, cedió parte del poder a su vicepresidente, Omar Suleimán, al tiempo que reafirmaba su decisión de seguir en el cargo.

«Elecciones transparentes y libres»

En el comunicado, la cúpula militar ha anunciado que pondrá fin a la ley de emergencia, vigente en Egipto desde 1981, «inmediatamente después de que acabe la situación actual». Esta era una de las exigencias tanto de los opositores como de la comunidad internacional. Respecto a las elecciones, las Fuerzas Armadas se comprometen a «llevar a cabo elecciones presidenciales transparentes y libres a la luz de lo que se ha decidido con respecto a las modificaciones constitucionales». Igualmente, prometen dar salida a «las demandas legítimas del pueblo (…) hasta que se traspase el poder pacíficamente para llegar a la comunidad democrática libre a la que aspira el pueblo».

Los militares también han prometido que no perseguirán a los «honorables (ciudadanos) que rechazaron la corrupción y pidieron las reformas». Finalmente, advierten sobre el peligro de desestabilización de la seguridad del país e insisten en la «necesidad» de la «vuelta a la normalidad».

Poco antes de la reunión, el ministro de Finanzas de Mubarak, Samir Radwan, ha advertido en una entrevista a la cadena BBC que un golpe de Estado sería «muy malo para todos». «La pesadilla de un golpe es muy mala para todos, para la gente joven, para la economía», ha insistido. «Este es un escenario que querríamos evitar», ha añadido antes de expresar su confianza en la «elevada disciplina» del Ejército.

Crece la indignación

El comunicado del Ejército no solo no ha calmado los ánimos de los manifestantes, sino que ha causado mayor irritación si cabe. Los ciudadanos se mantienen firmes en exigir que Mubarak dimita. Firmeza a la que se añade la indignación y la decepción que causó anoche el discurso del presidente, y que muchos consideran un desafío a la ciudadanía. La insistencia del rais en aferrarse al cargo ha alentado a los egipcios a continuar en la plaza Tahrir, epicentro de las protestas en El Cairo, y a acercarse al palacio presidencial. La marcha convocada para este viernes por los movimientos juveniles y los grupos opositores se espera masiva. La han llamado la manifestación de los 20 millones, en un país cuya población supera los 80 millones de personas.

Desde primera hora decenas de miles de personas se encuentran en la plaza Tahrir, listas para una nueva jornada de movilizaciones. «Treinta años después, estamos cansados de escuchar a Mubarak. Lo único que queremos escuchar es que se va», ha explicado Mohammad Ibrahim, un profesor de 42 años llegado expresamente de Alejandría para participar en la protesta.

Ante el palacio presidencial y la radiotelevisión

Miles de personas han pernoctado, como ya es habitual, en Tahrir para demostrar que no claudican en su lucha contra el régimen. Las protestas ya no se limitan solo a esta céntrica plaza, sino que se han extendido a otros lugares de la capital y a otras ciudades. Así, varios centenares de personas han marchado esta madrugada hacia el palacio de Mubarak, en el barrio de Heliópolis. «Abajo, abajo, Mubarak», han coreado sin que los militares que custodian el palacio hayan hecho nada para dispersarlos.

Otros cientos de personas se han concentrado frente al edificio de la radiotelevisión pública, fuertemente custodiado por carros de combate del Ejército, según han informado las cadenas árabes de televisión. Según la cadena emiratí Al Arabiya, los manifestantes están impidiendo la entrada de los empleados al edificio. Después del palacio presidencial, el edificio de la radiotelevisión pública es el punto más custodiado por el Ejército egipcio desde que las Fuerzas Armadas tomaron el control de la seguridad interior el 28 de enero pasado.

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Redacción Minuto30

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