Antes de empezar a escribir, con muchas ideas en mi cabeza, le consulté al “sabio” Google, sobre cómo podría definir bien a un hipócrita, quería estar seguro que las cosas feas que por mi mente rondaban fueran verdad, fue así como a la velocidad de un clic me respondió que es aquella persona que finge una cualidad, virtud u opinión que no posee, es decir, una persona con comportamientos totalmente contrarios a los que quiere demostrar o aparentar delante de los demás. No sé porque, pero como un huracán vinieron a mi mente los políticos, o mejor politiqueros que tanto están de moda con sus campañas llenas de mentiras. Hoy en busca de votos, como el buitre busca su presa, los políticos recorren las calles de nuestro hermoso país, como por arte de magia suben a los barrios más empinados de la ciudad las veces que les toque subir, ah, hay que verlos cargando niños sucios y mocosos, abrazando ancianos, posando para cualquier fotografía, comiendo de todo lo que les ofrezcan, repartiendo besos a diestra y siniestra, saludando de mano hasta los postes de la luz, y, haciendo trucos, piruetas y artimañas para cautivar o mejor convencer a los posibles electores.

Nada más saludable y atento que un político en campaña. Por estos días abundan las reuniones, los festines y la comilona. Como no recordar que cuando termina el evento y el líder está ya medio ladeado por los efectos del licor, le hace la pregunta de rigor… ¿doctor, cuándo vuelve? y éste con pantomima incluida se despacha en elogios para con la comunidad y lanza la típica respuesta “ustedes saben que yo no los olvido y que las puertas de mi oficina están abiertas de par en par a la hora que sea”. Respuesta mentirosa de un verdadero hipócrita al 100%.

El país más raro del mundo se llama Colombia, en casi todos los discursos se argumenta y se previene a los ciudadanos de pensar bien antes de votar para no caer en las garras de la izquierda y vernos abocados a convertirnos en una Cuba más, o peor aún en un país castro chavista. Estos argumentos tan flojos, tan mermados, me llevan a una pregunta ingenua, pero que me sale por los poros de la piel… ¿entonces si Colombia ha sido gobernada toda la vida por la derecha y algunos años por la extrema derecha, por qué no somos como Suiza, Suecia, Finlandia o Noruega? Qué manera tan fácil de engañar y distraer. Quiero dejar claro que no estoy defendiendo a unos ni atacando los otros, no, jamás me dejo llevar como borrego al matadero, sólo que ya me sé de memoria los discursos mal intencionados de los políticos y más ahora con eso de los falsos argumentos y ataques por las redes sociales.

Cada día leo la prensa y escucho por la radio la realidad de lo que pasa en nuestro país, pienso que el “ejercicio democrático” está convirtiendo a Colombia en un nuevo teatro de guerra, una guerra sin balas pero con algo peor, la difamación, el odio y la mentira. Nada más loco y paradójico que después de haberle torcido el pescuezo a parte de la guerra que por tantos años hemos vivido, algunos con mente torcida quieran seguir en guerra con discursos mal intencionados, con artículos de prensa inflamables y sobre todo con afirmaciones falsas que expelen fuego y dolor.

Hay quienes de forma mesiánica y un fanatismo desbordado siguen sin aportar nada nuevo a este país que se desangra lentamente, no es que esté pesimista o que no quiera que mi país cambie, sino que no veo nada nuevo, la clase política cada que hay elecciones nos quieren meter el dedo a la boca ofreciendo equidad, educación, salud, empleo, vivienda digna y acabar con la corrupción hoy llamada mermelada, la verdad nada cambia, hoy el discurso está centrado en Venezuela, el ELN y la violencia generada por diferentes grupos. Como colombiano que trabajo, pago impuestos y vivo a diario las injusticias de este país, no veo nada nuevo, siempre los mismos con las mismas, la mayoría de los políticos cambian de partido y hacen alianzas para poder salir favorecidos con el voto de los ingenuos sufragantes.

Es innegable que el voto de opinión, aquel voto racional, consciente e inteligente, está cada vez más lejos de llenar las urnas colombianas, no todos, pero si un poquito más de la mayoría sigue votando por interés. Los adinerados y poderosos de los estratos altos votan para asegurar suculentos contratos, la clase media sigue votando por un puesto, y, los menos favorecidos, no todos, siguen haciendo honor al voto de estómago, algunas veces votan por el que da lechona y en las próximas elecciones por quien da tamal, para después votar por un simple sancocho y un pinche refrigerio. El ejercicio democrático en Colombia, más que una democracia libre y espontánea, se ha ido convirtiendo en un mesianismo fastidioso, los políticos parecen más un dios que un ser normal.

No veo líderes con capacidad de transformar este país, solo se perciben egos y mucha prepotencia en algunos candidatos. Como van las apuestas creo que de nuevo se votará por un candidato para atajar a otro, la verdad eso no es democracia, son empresas electorales. Con todo lo anterior creo que mucha gente se quedará sin votar y que la abstención volverá a ser la ganadora en este país con una hipocresía al 100%

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Redacción Minuto30

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