Desde el 28 de abril de 2018, cuando se inició la emergencia en la represa de Hidroituango, pareciera que algunos sectores políticos lo único que quieren es que el proyecto fracase. Piden que se desmonte de una obra que le ha costado al país alrededor de $10 billones de pesos.

Los colombianos hemos sido testigos de 9 meses de oportunismo político de la izquierda que, en vez de unirse para apoyar a EPM en la superación de la emergencia, utiliza la crisis para alimentar el odio hacia las obras de infraestructura que se adelantan en todo el país.

La semana pasada, cuando se cerró la segunda compuerta de la casa de máquinas de Hidroituango, se generó una crisis ambiental, pues el agua del río Cauca dejó de fluir, lo que provocó que bajara su nivel. Empresas Públicas de Medellín ha explicado que la decisión se tomó para salvaguardar las vidas de las personas aguas abajo del proyecto, dado que un reciente estudio técnico reveló que las presiones a las que estaba sometida la segunda compuerta, luego del cierre de la primera, eran peligrosas.

Nadie niega la tragedia ambiental que se vive en el río Cauca, pero ¿qué hubiera pasado si EPM, para evitar una tragedia ambiental, hubiera decidido no cerrar la compuerta? Quizás hoy estuviéramos lamentando algo peor y la izquierda estuviera diciendo que por qué no cerraron la compuerta.

Esa izquierda, que hoy se indigna con la emergencia de Hidroituango, es la misma que nunca se ha pronunciado por el derramamiento de petróleo producto de la voladura de oleoductos que han causado las Farc y ELN. Tampoco se ha pronunciado cuando estos grupos terroristas contaminan los ríos con mercurio producto de la minería ilegal y mucho menos los critican cuando deforestan las selvas del país para cultivar coca. ¿Acaso la deforestación de más de 220.000 hectáreas para sembrar coca, o la contaminación con mercurio que genera $10 billones de ganancias anuales, o los más de 1.400 atentados al oleoducto Caño Limón – Coveñas, no han generado daños ambientales irreparables?

Son vehementes en exigir que EPM repare los daños ambientales como si desde el inicio de la emergencia, en abril de 2018, no hubiera puesto todos sus esfuerzos en proteger la vida de los ciudadanos e implementar planes de contingencia. Hay una indignación selectiva, pues son los mismos que nunca le han exigido a las Farc reparar a sus víctimas y mucho menos los más de 50 años de daños ambientales.

Ojalá todos los que se indignaron con la emergencia, lo hagan también cuando las Farc y el ELN vuelen oleoductos, contaminen los ríos con mercurio y deforesten las selvas para cultivar coca. Ojalá tengan la misma vehemencia para exigir que las Farc reparen los daños ambientales. Dudo que suceda, porque esta izquierda cree que a las Farc hay que perdonarles todo en nombre de la “paz” e incluso agradecerles por no asesinarnos.

Esperemos que el estudio de causa – raíz, que se presenta a finales de febrero, nos indique quién tuvo la culpa de la emergencia, si fue un error de diseño, de construcción o de interventoría. Por lo pronto, todos los colombianos debemos rodear a EPM para que vuelva a recuperar el control total de la obra, se supere la emergencia y se pueda finalizar la hidroeléctrica, que generará el 17% de la energía del país.

@andresportillo_

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Redacción Minuto30

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