Conmueve el alma que niños que han sido reclutados forzosamente pierdan la vida en acciones armadas emprendidas por la Fuerza Pública. Por supuesto que la vida y derechos de los menores, que gozan de protección constitucional especial, deben ser protegidos con especial celo.

Lo anterior no significa, ni mucho menos, que el Ejército esté impedido o maniatado cuando de adelantar operaciones contra el terrorismo se trata.

Las acciones emprendidas por la Fuerza Pública, por su propia naturaleza, gozan de toda legitimidad. Las mismas se planifican y ejecutan con apego a las normas propias del Derecho Internacional Humanitario.

Lo sucedido en el Guaviare, donde no sabemos a ciencia cierta si hay menores que hayan perdido la vida, me permite, una vez más, insistir en lo que he venido denunciando desde hace cerca de 6 años: las Farc -ahora sus supuestas disidencias- son las responsables del mayor número de casos de reclutamiento forzado de menores de edad en nuestro país.

La responsabilidad de lo que les suceda a los menores, luego de ser reclutados, recae única y exclusivamente en el grupo que los tiene en su poder, y nunca en el Estado que debe enfrentar a todas las organizaciones que atenten contra él.

Cualquier planteamiento en contrario, significará una suerte de licencia para que estructuras armadas ilegales llenen sus filas con niños -hecho que efectivamente sucede- para utilizarlos como escudos humanos.

Preocupa que haya sectores políticos -cuya afinidad ideológica con las Farc es centellante- que se estén concentrando en atacar al gobierno nacional, a las Fuerzas Militares de nuestra República y no a los terroristas que llenan sus campamentos con criaturas que apenas están comenzando a vivir.

Los dedos acusadores deben apuntar a alias ‘Gentil Duarte’ -lugarteniente de ‘Jesús Santrich’- y no hacia nuestros valientes hombres que integran a la Fuerza Pública y que, cumpliendo con sus obligaciones constitucionales y legales, se juegan su vida enfrentando a los más peligrosos narcotraficantes y terroristas del planeta.

Repitámoslo hasta el cansancio: los culpables de lo que les suceda a los niños son quienes miserablemente resolvieron esclavizarlos. Son ellos los que merecen, además de la persecución militar, el rechazo generalizado y decidido de todo el país, incluyendo los dirigentes políticos de la izquierda.

Muchos de esos líderes, han protagonizado un espectáculo lamentable, poniéndose en contra de las fuerzas del orden, del gobierno, del ministro Diego Molano, sin exclamar una sola palabra de repudio contra las Farc. El mundo al revés.

Estos momentos de dolor, de congoja y de estupor causados por lo que posiblemente haya ocurrido en el bombardeo a ‘Gentil Duarte’, tiene que servir para dejar la indolencia e indiferencia frente a la tragedia del reclutamiento forzado de menores.

Canalicemos nuestra rabia, exigiendo que los delincuentes desincorporen a la totalidad de niños y proscriban de manera inmediata esa práctica perversa que hiere en lo más profundo al alma de la República.

Sobran entonces, las lamentaciones oportunistas y las puestas en escena con las que determinados individuos -conocidos de autos por agredir mujeres- pretenden obtener réditos políticos acusando al Estado y, a la vez, eximiendo de responsabilidades a los terroristas que de manera sistemática y generalizada reclutan menores de edad.

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Redacción Minuto30

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