Los artículos que deben ser irrenunciables en un código de ética, son los que sustentan el resto de su contenido. Estos hacen referencia a los seres que se procura proteger y promover, defendiéndolos y estimulando el pleno ejercicio de derechos, deberes y procesos y sanciones justas a los agresores de estos seres.

Los códigos de Ética, Deontología y Bioética, se caracterizan por tener los temas constituyentes de esta modalidad normativa, que son valores o bienes que se protejan a través de estos documentos, principios o referentes conceptuales que garantizan el buen uso de las facultades humanas, siempre a favor del reconocimiento, promoción protección y defensa de los valores, y unos derechos y deberes que aseguran que en la convivencia humana se cuiden del mejor modo, por parte de todos, los bienes señalados en los códigos.

Para que se garantice la valoración asertiva y coherente, de los seres a los que se involucra en el código, es necesario saber señalar lo que son y lo que los seres humanos tienen que ver con estos, según a la antropología moral, que garantiza la unidad que guardan sus contenidos, con los referentes básicos acerca de en qué consisten los seres humanos obligados con la norma y el beneficio razonable de esta para los seres que reciben su influencia.

Estos códigos en la medida en que sus contenidos sean realmente éticos -acordes con las perfecciones constituyentes de los seres acerca de los que tratan y la dinámica interna de estas perfecciones-, aportan rutas para el desarrollo humano en lo que depende, por ejemplo, del ejercicio profesional en el caso de los códigos deontológicos, vivido de modo responsablemente libre.

Los códigos existen porque le seres humanos no son meros cuerpos con un haz de pulsiones y sentimientos, y de una inteligencia práctica meramente instrumental para satisfacerlos, porque esto no es suficiente para saber contextualizarse con la identidad que es la dotación o constitución natural, que es diferente a las percepciones subjetivas sobre esta dotación dependientes, por ejemplo, de disposiciones, deseos, historia e vida, cosmovisiones y grados de ignorancia o de conocimiento.

Tampoco es ético un código que señale al ser humano como un mero un sujeto racional autónomo, descontextualizado del conocimiento necesario para identificar la razón de ser de dicha autonomía y cómo usarla para el mayor desarrollo armónico del ser que la posee, de los demás miembros de su especie y de un entorno que debe ser sano y sostenible para la generación actual y las futuras.

En la historia de la cultura humana se contienen modos de entenderse los miembros de esta especie, como seres capaces de comunicación entre y con Dios -única respuesta a un universo ordenado, limitado y por lo tanto, causado por un ser inteligente-, hecho que suele ser aceptado desde que se tiene evidencia del ser humano en el tiempo, como lo muestran los restos arqueológicos y la historia de los rituales en la religiones, mirando en último término a la consecución de la plenitud de cada uno, más allá de su caduca etapa biológica: todos los códigos de Ética trascienden los bienes biológicos.

Por ejemplo, al ser humanos, los códigos reflejan las tendencias que responden a las necesidades de conservación de sí mismo, de la propia integridad y salud, autocuidado y heterocuidado solidario, vida familiar y social, el conocimiento, la creatividad, el trabajo y la búsqueda de la razón de ser y de vivir.

Yendo a la causa de estas tendencias y búsquedas, la persona conoce y reconoce en qué consiste y se siente inclinada a percibirse de un modo cada vez más profundo, cultivando su intimidad y enriqueciéndola con la de otros, a través, por ejemplo, de la amistad, el matrimonio, la vida familiar y el colegaje, y al conocer y valorar mejor a los demás y al entorno, en función del interés mayor de conocerse mejor para desarrollarse plenamente y servir mas.
El código contribuye a identificar y jerarquizar mejor, los bienes que satisfacen necesidades de pleno desarrollo humano, a cuya solución se tiende.

Con los códigos de Ética, Deontología y Bioética, se ayuda a gestionar el desarrollo personal, que incluye de modo especial el desarrollo afectivo, al servicio del que se gestionan las emociones, las pasiones, y los sentimientos, que son parte del modo humano de vivir la realidad.

Un profesional de la salud maduro en este aspecto, es más competente para contribuir a que los usuarios de sus servicios y sus familias, y sus compañeros de trabajo, aprendan a capitalizar lo que les sucede, para madurar más su personalidad. Este es un modo de humanizar el mundo, del que también somos corresponsables los profesionales de la salud.

Con la repetición de los esfuerzos por ser cada vez más asertivo es como la gestión de lo que sucede en el interior de cada uno y en su entorno, se fortalece respaldando los valores personales cada vez mejor, con sus respectivas actitudes, conocimientos y conductas.

Así, los códigos de Ética, Deontología y Bioética, son un estímulo para que los profesionales se habitúen a reconocer y ser coherentes con los valores centrales que son cada ser humano implicado en el servicio, y con este referente central e irrenunciable, cuidar, que es procurar eficazmente alcanzar el mayor bien, en nuestro ejemplo, en salud para cada uno, optimizando toda la gama de relaciones del mundo profesional de modo ético, también con las inclinaciones, tendencias, y demás sucesos y retos propiamente humanos.

Al hacer esto habitual, se direccionan cada vez con mayor asertividad las tendencias y los impulsos que surgen dentro de cada uno, hacia el servicio con el que alcanza su pleno desarrollo.

Resalto estos dos ejemplos de artículos que deben permanecer en un Código porque señalan asertivamente el ser que son y los seres en los que actúan: los profesionales a los que va dirigido el Código y los seres a los que se procura brindar el mejor servicio en salud, y esto da sentido y valor a la totalidad de contenidos del código:
“ARTÍCULO 9o. (negrita en el original) Es deber del profesional de enfermería respetar y proteger el derecho a la vida de los seres humanos, desde la concepción hasta la muerte. Asimismo, respetar su dignidad, integridad genética, física, espiritual y psíquica.

La violación de este artículo constituye falta grave.

[…] el profesional de enfermería podrá hacer uso de la objeción de conciencia, sin que por esto se le pueda menoscabar sus derechos o imponérsele sanciones.”

ARTÍCULO 12. (negrita en el original) En concordancia con los principios de respeto a la dignidad de los seres humanos y a su derecho a la integridad genética, física, espiritual y psíquica, el profesional de enfermería no debe participar directa o indirectamente en tratos crueles, inhumanos, degradantes o discriminatorios. La violación de este artículo constituye falta grave.” LEY 911 DE 2004 (octubre 5) http://www.secretariasenado.gov.co/senado/basedoc/ley_0911_2004.html

Cualquier propuesta de actualización de contenidos de una parte de un código, como estas, debe tratar exclusivamente sobre los temas a los que hacen referencia; asuntos diferentes deben ir en otro lugar de propuestas de cambio. Este código reconoce como realidades constituyentes del ser humano, su vida “genética, física, espiritual y psíquica”, por las que lo denomina digno.

Un ejemplo de texto del derecho internacional sobre los derechos humanos, que sirve, por su similitud temática, para correlacionar algunos de contenidos anteriores, es la Declaración universal sobre Bioética y Derechos Humanos, de la UNESCO, que señala como realidades constituyentes de los miembros de nuestra especie: “Teniendo presente también que la identidad de una persona comprende dimensiones biológicas, psicológicas, sociales, culturales y espirituales”.

En la correlación entre ambos textos puede notarse que la Declaración universal sobre Bioética y Derechos Humanos, es de un año después (2005, octubre 19), añade “sociales, culturales”, que son propiedades espirituales, y no pone “genética, física”, sino “biológicas”, que incluye ambas. http://portal.unesco.org/es/ev.php-URL_ID=31058&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html

Para que haya suficiente actualidad, calidad, transparencia y éxito en la socialización de las propuestas de elaboración y la actualización de un Código de Ética, Deontología y Bioética, debe exponerse siempre la totalidad del texto original de modo que a todos quede claro que nada se excluye sin que se sustente por qué, con evidencia científica actual.

En cada propuesta de cambio se tratan exclusivamente los temas que conciernen a la respectiva temática de cada parte del original y, si son temas o subtemas nuevos y propios del Código, deben quedar señalados como tales y separados de los que son comunes.

Reitero porque hace evidente el blindaje contra manipulaciones y garantiza la plena actualización: debe exponerse, de modo breve, claro y suficiente, la argumentación y las referencias de las fuentes, con que se sustenta cada cambio en la investigación más actual, humanística -especialmente de antropología moral, Ética, Deontología y Bioética-, empírica y social.

Esto asegura que todos puedan verificar y conocer la transparencia y competencia de quienes promueven el cambio, y protege de los daños que causan la ignorancia -aunque esté acompañada de la mejor intención y de muchos años de trabajo-, la manipulación, influencias ideológicas no basadas en la evidencia científica actual y deformaciones en las respectivas disciplinas, los campos del saber en que se sustentan y el Derecho, en los que en ocasiones se da más importancia a la jurisprudencia que a la Constitución política y al Derecho Internacional de los Derechos Humanos, que son válidos en Ética solo y siempre, si están subordinados incondicionalmente al bien que es cada ser humano, sin excepción alguna. Así se actualiza el modo de garantizar la calidad.

La Ética, las normas, las instituciones, el deseo, u otros argumentos, no pueden usarse para hacer daño a seres humanos; ninguno es sacrificable a los intereses o necesidades de terceros: la totalidad de deseos e ideas de la historia de nuestra especie, está en un grado de perfección inferior a la de cualquiera de todos los seres humanos, porque esa totalidad es causada por seres humanos y lo causado es menos perfecto que quien pertenece a la especie capaz de causarlo, que en este caso, como lo señalan la Ley 911 de 2004 y la Unesco, se trata de seres que, tanto los que cuidan como los que son cuidados, son humanos por ser cada uno, en síntesis, una realidad corporeoespiritual.

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Redacción Minuto30

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