Pablo Andrés Loaiza Bedoya

Tras dos años de negociaciones, y mientras el gobierno repite como estribillo del Himno Nacional que «la paz está de un cacho» (De hecho, Santos lo dice desde hace 17 años), la legitimidad del proceso atraviesa un punto crítico.

Pablo Andrés Loaiza Bedoya

Pablo Andrés Loaiza Bedoya

Las recientes revelaciones sobre los viajes de ‘Timochenko’ a La Habana en la más absoluta clandestinidad con el beneplácito del señor presidente, pusieron en jaque la credibilidad del proceso; y la llegada de nuevos negociadores cuyo historial criminal sobrepasa los límites de lo sádico y lo grotesco, necesariamente le lleva a uno a cuestionar sus facultades morales para hablar con franqueza sobre paz. Y con ello, no solo me refiero a las Farc.

Con todo esto, hay quienes afirman -y no sin razón- que el proceso puede empezar a sufrir tropiezos graves o incluso caerse, y con ello, perderse una oportunidad histórica para las Farc para hacer por fin la paz.

Las Farc, al sol de hoy, no han perdido ni perderán nada. Ya lo ganaron todo… Menos el poder, que es justamente la pretensión que los llevó a La Habana, no la paz.

Lograron por primera vez en 10 años reunir toda su cúpula y realizar su X Conferencia, lograron poner 500 años de condenas representadas en 48 cabecillas fuera de la selva y a donde es improbable que regresen -con o sin acuerdo-.

Lograron que los vean nuevamente como políticos con fusil y no como vulgares criminales y narcotraficantes. La política de Seguridad Democrática no solo asfixió a las Farc en lo militar, sino también en lo político: Les privó del reconocimiento político, del estatus de beligerancia y de presencia mediática durante su vigencia.

El estatus de beligerancia, el reconocimiento político y presencia mediática es el oxígeno que les fue privado durante la vigencia de la política.

Lograron, incluso, zafarse en buena medida de la responsabilidad que tienen respecto a sus víctimas. Un terrible juego semántico ha convertido a las víctimas de las guerrillas en víctimas del «conflicto»: Una abstracción sin responsables y sin dolientes.

En concubinato con el gobierno, destruyeron la moral de las Fuerzas Militares, las Fuerzas de la Democracia; engrosaron nuevamente sus filas, incrementaron su poder militar y su accionar criminal, Se están enriqueciendo como nunca por liberación de las rutas del narcotráfico gracias a la progresiva reducción de las operaciones militares, aunque muchos se empeñen en negarlo. ¡Ya ganaron! @PabloAndresLB

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Redacción Minuto30

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