Para nadie es un secreto que hemos sido educados en una sociedad resultadista, que esconde en el marcador de la competencia, las carencias de los procesos de enseñanza y aprendizaje que deben experimentar los niños y jóvenes en sus respectivos procesos de formación.

Directivos, entrenadores y padres de familia, no pretendan medir el grado de desarrollo deportivo de los niños y jóvenes mediante el número de partidos o títulos ganados. Hay que ir más allá, debemos identificar los avances en temas motrices, entendimiento del juego y aumento de la autoestima individual a través del desarrollo del juego.

El fútbol de alto rendimiento, durante los últimos años ha sufrido una crisis en el desarrollo de talentos individuales que le den un salto de calidad al juego, esto tiene que ver con varios factores sociales que, directa o indirectamente han influenciado a los deportistas en sus fases de iniciación y formación.

No es un secreto que a nuestros niños y jóvenes les hace falta la fantasía que otorgaba el fútbol callejero, rebotar la pelota contra el muro, poder arriesgar con una gambeta en cualquier zona del campo sin ser recriminado por alguien más, la gran cantidad de horas empleadas por los chicos para mejorar su sensibilidad con la pelota, el juego de arco a arco, el eliminado individual o por parejas que invitaba a los mano a manos constantes y aquellos partidos en espacio reducido que acrecentaban la responsabilidad y contacto continuo con el balón, provocando múltiples escenarios para la resolución de conflictos en el desarrollo de los tres o cuatro partidos que se jugaban cada día con los amigos del barrio.

El reto de los entrenadores del fútbol formativo va mucho más allá de ganar o perder partidos, debería centrarse en construir entornos favorables desde los entrenamientos para suplir la ausencia de estímulos que inviten a nuestro niños y jóvenes a tener los argumentos coordinativos y técnicos para dar solución a los problemas que se presentan en el juego de forma creativa.

La industrialización de las ciudades, la gran cantidad de autos que transitan por las calles, la tecnología que ocupa la atención de nuestros niños y jóvenes en sus tiempos libres y la composición familiar de los mismos en la actualidad, debe llevar a quienes lideran procesos de iniciación y formación deportiva a repensar las metodologías de intervención en el fútbol en edades tempranas.

Las sociedades avanzan en su desarrollo de forma acelerada, de igual manera los procesos de intervención deben avanzar en la formación de futbolistas con proyección al alto nivel de desempeño. Medir el desarrollo en cualquier nivel del fútbol formativo, a través de los resultados producidos en las competencias, no permite generar conceptos de valor para cada proceso, ya que los resultados son un accidente circunstancial y lo que se busca mediante los planes de intervención en la iniciación y formación deportiva es la consecución de objetivos individuales y grupales que se construyen a mediano y largo plazo.

Este inicio de actividades post cuarentena COVID-19 debe llevar a las instituciones deportivas que tienen injerencia en el fútbol formativo a unificar metodologías para el desarrollo, selección y detección de talentos, buscando articular los esfuerzos en el crecimiento de la calidad individual y colectiva en el juego.

Para ello es necesario contar no solo con profesionales expertos en las áreas de actividad física y técnica, sino con grupos de personal interdisciplinarios que combinen sus saberes en pro del desarrollo personal y deportivo de los niños y jóvenes, para llevar a cabo este tipo de procesos, además del director técnico y preparador físico es indispensable contar con el apoyo de profesionales en las áreas de trabajo social, psicología, nutrición y para los niños que se desempeñan en iniciación deportiva, con profesionales en estimulación temprana y actividades luctatorias.

Por otro lado se hace fundamental contar con más tiempo de entrenamiento para los procesos de iniciación y formación deportiva, por lo regular estos procesos realizan entrenamientos de una hora con una frecuencia de tres veces por semana, número de estímulos que está comprobado, no alcanzan para impactar de forma adecuada el desarrollo motriz y deportivo de los niños y jóvenes, el tiempo de trabajo sugerido por expertos en la materia promedia en los seis encuentros por semana, con un tiempo estimado de hora y media por sesión, incluyendo los encuentros de competencia.

Además es importante recordar que, el desarrollo de las instituciones deportivas que llevan a cabo los procesos de iniciación y formación en el fútbol, no deben medirse de acuerdo a la cantidad de deportistas inscritos para cada proceso, ya que la calidad de cada grupo de trabajo esta determinada por la cantidad de deportistas que los conforman versus la cantidad de profesionales del área técnica que los lideran, en promedio deben trabajar en campo de quince a veinte deportistas máximo por profesional del área técnica a cargo.

Es momento de profesionalizar los procesos de iniciación y formación deportiva en el fútbol, para que este deporte que tanto disfrutamos, siga siendo enriquecido por deportistas con técnica, imaginación y talento. Que correr y meter no siga siendo el único condimento para hacer parte de los procesos del fútbol de alto rendimiento, tenemos mucho por hacer.

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Redacción Minuto30

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