La captura de Félix Salcedo Baldón, veterano ex senador norte santandereano, acusado de ser jefe de una red internacional de tráfico de personas y el decomiso de más de 450 toneladas de cocaína el año pasado, ponen de nuevo sobre el tapete una situación de seguridad de calado continental, centrada en una región específica.

El Darién, la frontera colombo-panameña, Urabá, han sido desde el siglo XVII una continua ruta de contrabando e ilegalidad.

Ni el gobierno virreinal en 1707, ni el panameño desde 1903 ni el colombiano hasta el día de hoy, han dado con la fórmula para contener la autonomía delictiva que impera en esta región selvática, palúdica y generadora de riqueza ilegal.

La salida de cocaína se ha convertido en actividad paralela a la de migración ilegal procedente de Cuba, Asia, Oriente Medio y África. Ahora también de Venezuela. Es la frontera con mayor ilegalidad migratoria de América Latina y uno de los canales oscuros de salida de cocaína colombiana. Las farc siguen manejando este emporio de riqueza ilícita rivalizando con el crecido eln y otras organizaciones del Crimen internacional Organizado.

A pesar de la publicitada Operación Agamenón (en griego “obstinado”), el mega cartel del Golfo o Urabeños, ejerce un control efectivo en la mayoría de municipios y localidades de la región, mientras el gobierno panameño, a semejanza del ecuatoriano, no cesa de quejase de la culpabilidad del gobierno colombiano en el deterioro de la seguridad de la región fronteriza. Los miembros del Servicio Nacional de Fronteras (Senafront) son entrenados en Colombia y confrontan con regularidad a grupos armados que intimidan comunidades indígenas. Son frecuentes los hostigamientos y los enfrenamientos, mientas la cocaína sigue saliendo y las montoneras de inmigrantes ilegales siguen fluyendo imparables.

El gobierno central, acorralado por situaciones de inseguridad y humanitarismo tan críticas como las de las áreas fronterizas de Putumayo y Catatumbo, no hará mayor cosa. En este escenario, el Departamento debería asumir una mayor responsabilidad Regional, dando pasos internacionales y coordinando esfuerzos transnacionales para hacer real la soberanía territorial y la efectiva integración de Urabá a una productiva dinámica humana y social. Es de urgencia nacional y continental, ejercer un mayor control sobre la frontera colombo-panameña y aplicar a plenitud la Ley que Fronteras, hoy por hoy letra muerta en la burocracia santista.

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Redacción Minuto30

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