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Los sueños tienen un poder increíble, que, a veces nosotros como seres humanos ni siquiera podemos controlar. Nos llevan a lugares que siempre hemos querido ir, pero también eso implica dejar lugares donde no quisiéramos irnos jamás, todo es un balance y lo sueños entienden eso. Ahora mismo me encuentro soñando, tengo mi mente en mis ganas de buscar la felicidad a través de mi sueños, tengo 24 años y tantas ideas que quiero traer al mundo, que en el proceso me encuentro con pruebas de las cuales también aprendo, me inspiro, me lleno de luz y que sin duda llegan a mi vida con un objetivo puntual, ayudarme a soñar. Agradezco infinitamente a Dios y la vida por poner toda la luz sobre mí, a través de quienes con su encanto, paz, sentimiento, apoyo, amor, cariño y complicidad han hecho un complemento en mí, pero los sueños nos vuelven inquietos y nos hacen pensar que quizá la mejor forma de caminar es aquella en donde cada paso que damos, el riesgo y la ganancia somos nosotros mismos, cuidando no dañar nada ni a nadie en el proceso, como debería ser. Hace algunos días llevo tomando decisiones trascendentales con ayuda de Dios, pienso que cuando tomas decisiones a conciencia y tienes en cuenta lo que verdaderamente estás sintiendo, él no te abandona. Mi sueños están con Dios, Él y sólo Él entiende mis batallas y mis alegrías, las abraza sin juzgar, las cuida sin limitar, y las vive para verlas volar. Gracias por toda la luz, te amo.

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Laura Pineda

Comunicadora social de la Universidad Católica Luis Amigó. Soy amante de contar historias de ciudad y tengo un agudo olfato periodístico.

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