Personas asisten al Festival Gabo hoy, en el Gimnasio Moderno, en Bogotá (Colombia). EFE/ Mauricio Dueñas Castañeda

Bogotá, 2 jul (EFE).- “Pocos colombianos saben de la Guerra de Villarrica. La censura de prensa fue implacable. Aquí aparece lo que entonces no vio la luz”, son las palabras con las que el periódico-mural La Época pone de manifiesto el objetivo de esta exposición presente en el Festival Gabo de Bogotá: recordar ese “eslabón perdido” clave para entender el estallido del conflicto armado en el país.

“Casi nadie sabe de la Guerra de Villarrica y esto es tremendo porque fue una guerra de verdad con trincheras y cinco batallones del Ejército que duró dos años y medio”, expresó a EFE el fotoperiodista Stephen Ferry, que hizo parte del proyecto de Ojo Rojo Fábrica Visual, sobre este conflicto olvidado por la censura que comenzó en noviembre de 1954.

Para Ferry, este conflicto constituye el “primer ejemplo” de la influencia de la Guerra Fría en Colombia en la medida en que fue en 1954 cuando, al calor del anticomunismo del momento, el general Gustavo Rojas Pinilla, único gobernante de facto que tuvo Colombia en el siglo XX, declaró todas las actividades del Partido Comunista Colombiano (PCC) ilegales.

Personas asisten al Festival Gabo hoy, en el Gimnasio Moderno, en Bogotá (Colombia). EFE/ Mauricio Dueñas Castañeda

Pese a la prohibición, en el municipio de Villarrica, ubicado en el departamento del Tolima (centro), “los delegados del PCC seguían actuando de manera clandestina o a través del Frente Democrático de Liberación Nacional, siendo entonces cuando se desató una guerra en esta región”, explica la Comisión de la Verdad.

Aunque esta investigación que combina archivos visuales, texto y fotografía documental se materializa en la undécima edición del Festival en forma de hojas de periódico que cuelgan de las paredes del colegio Gimnasio Moderno de Bogotá, su diseño encuadernado está sellado con la advertencia del decreto de censura que prohibió hablar de ella.

“Quien divulgue este material comete el delito de sabotaje e incurrirá en prisión de 2 a 5 años”, sentencia la cinta que precinta el proyecto recordando el Decreto (de censura) Número 1139 de 1955, firmado por Rojas Pinilla.

GABO, OTRA VÍCTIMA DE LA CENSURA

En la portada de este periódico que nunca existió fechado el 4 de abril de 1955 luce una imagen tomada por el fotógrafo colombiano Daniel Rodríguez en la que se vislumbra a dos soldados con sus fusiles listos para disparar desde el interior de una trinchera.

Uno de los secretos de esta instantánea en blanco y negro que Ferry decidió sostener en el mismo escenario en que fue tomada, pero más de 60 años después, es que junto a Rodríguez se encontraba Gabriel García Márquez, uno de los pocos periodistas que pudo ir a Villarrica y que, posteriormente, fue víctima de la censura.

El trabajo de García Márquez sobre las consecuencias de este conflicto también hace parte de la exhibición entre fotografías que muestran a los cientos de menores evacuados por el Ejército y separados de sus padres en un éxodo masivo que desbordó los orfanatos y que constituyó un “escándalo nacional” del que entonces informó el Nobel colombiano.

Personas asisten al Festival Gabo hoy, en el Gimnasio Moderno, en Bogotá (Colombia). EFE/ Mauricio Dueñas Castañeda

Es por esto que, para Ferry, uno de los mensajes que ha de enviar el trabajo es el de evidenciar los peligros de la censura y recordar que la misma “funciona”, como así sucedió con esta conflagración bélica que, en sus palabras, trajo consigo una “tragedia humanitaria por el accionar del Ejército y de la guerrilla”.

“El Ejército expulsó a mucha gente o la llevó a centros de detención donde se practicaban torturas y ejecuciones extraoficiales, mientras que la guerrilla obligó a mucha gente a quedarse en Villarrica poniendo retenes para evitar que salieran”, lamentó el fotoperiodista sobre esta guerra que, para muchos, constituye el origen del conflicto armado.

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Laura Pineda

Comunicadora social de la Universidad Católica Luis Amigó. Soy amante de contar historias de ciudad y tengo un agudo olfato periodístico.

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