¿Falta de empoderamiento femenino?

A pesar de las grandes transformaciones que se han logrado a favor de las mujeres, y que en efecto en los últimos tiempos ha ido creciendo el trabajo por avanzar hacia una sociedad en la cual las instancias de poder sean equitativas en materia de género, podría decirse que las expresiones de discriminación en razón del sexo, persisten.

Por: Eliana Katherine Gómez Mejía

El sexismo, entendido como “… una actitud o una acción que subvalora, excluye, subrepresenta y estereotipa a las personas en razón de su sexo… es una orientación que favorece a un sexo en detrimento del otro” (i) , da muestra de ello.

A través del lenguaje reflejamos esta realidad desigual, no obstante, el sexismo no está en la lengua, sino en la mente de las personas.

La igualdad entre los géneros es un objetivo valioso por si mismo y también un aporte fundamental a otros objetivos de desarrollo ampliamente compartidos, como lo son los Objetivos del Milenio, de los cuales uno -el número 3- consiste en «Promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer».

La paridad en política es un factor favorable y determinante de la democracia y el desarrollo; pensar en ello implica concebir a las mujeres como agentes de cambio social y trabajar porque sus potencialidades, aportes y necesidades sean incorporados en  políticas públicas y en las agendas estratégicas del país (ii) y  los entes territoriales.

Por tanto, si somos agentes de cambio deberíamos ser agentes de la política, representantes y no sólo representadas en el escenario democrático, no obstante, la presencia de mujeres en los órganos del poder, no es una garantía de que los temas de las mujeres sean incluidos en las agendas publicas, pero sí implica reconocer que su injerencia en la política incorpora una diferencia de género.

Históricamente las mujeres hemos estado excluidas del ejercicio del poder político, esto se ve reflejado en la baja presencia en las más altas instancias de decisión, pero si con una participación muy alta en la base, a pesar de existir una ley de cuotas, veamos:

De un total de 17 Representantes a la Cámara que le corresponden a Antioquia, solo hay dos mujeres, las Conservadoras Martha Cecilia Ramírez Orrego y Nidia Marcela Osorio Salgado; de 26 Diputados de Antioquia, solo dos son mujeres, igualmente Conservadoras, Gloria Elena Montoya y Orfa Nelly Henao Giraldo; y en lo que respecta al Concejo de Medellín, de 21 curules, tan solo una corresponde a la representación femenina en cabeza de la Liberal Aura Marleny Arcila Giraldo.

En este sentido, es importante mencionar que la representación femenina en el Concejo de la ciudad disminuyo en las elecciones pasadas, en comparación con el periodo anterior, ya que eran tres las mujeres con asiento en esta Corporación.

Lo anterior, sin mencionar, que en Medellín y Antioquia, nunca se han elegido mujeres por elección popular para guiar sus destinos; las dos únicas mujeres que han guiado la ciudad, la Conservadora Sofía Medina de López  y el departamento, la Liberal Helena Herrán de Montoya, lo hicieron por designación, hace más de 25 años, antes de que existiera la elección popular de Alcaldes y Gobernadores.

Qué pasa pues con la elección de mujeres para cargos de representación, ¿Será falta de empoderamiento femenino? ¿Será falta de garantías legales? No lo creo, mujeres muy calificadas y preparadas pusieron a consideración sus nombres en las pasadas elecciones del 30 de octubre, igualmente, a través de la Ley de Cuotas, se garantizó la participación del 30% de mujeres en la conformación de listas, aunque algunas de ellas actuaran como “rellenos”, en su mayoría eran mujeres con un fuerte trabajo político y social.

Será esto producto de falta de sensibilización frente al “sexismo” lo que hace que aún vivamos en una sociedad, donde solo se ve a los hombres ocupando cargos de representación y poder político… elianagomez14@gmail.com

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i Sexismo y estereotipos de género: una expresión clara de inequidad entre los sexos, Alcaldía de Medellín.
ii Equidad de género: ¿otra víctima de la «contrarreforma» política? www.razonpublica.com