Desgastar en opinión y desprestigiar al Alcalde Quintero funcionaría, salvo por un pequeño detalle.

Ninguna administración pública está libre de cuestionamientos. El control político y social, el disenso y la controversia, siempre tan necesarios para el equilibrio de poderes, fortalecen la democracia cuando se ejercen con altura y rigor. Mediante la crítica propositiva y argumentativa, la oposición política reflexiva brinda alternativas y construye ciudad. Sin embargo, no puede decirse lo mismo de quienes promueven la revocatoria al Alcalde Daniel Quintero.

La narrativa de la campaña revocadora se basa en vender miedo mediante agitación política, señalando peligros inexistentes y amenazas inminentes donde no las hay. Apelando a un regionalismo tan emotivo como trasnochado, y recurriendo a un bombardeo diario que màs parece el matoneo sistemático de un grupo de estudiantes de secundaria que una campaña política seria, la estrategia revocadora busca desgastar en opinión a los funcionarios en general, y al Alcalde Quintero en particular, mediante un proceso continuo y deliberado conocido como «asesinato de reputación».

Este proceso, dirigido a destruir la credibilidad y reputación de una persona valiéndose de acusaciones falsas, rumores sin fundamento y manipulación de información, tiene como fin lograr su rechazo social, anulando a la persona y haciéndola cada vez más vulnerable a varias formas de abuso. En la iniciativa contra Daniel Quintero, los proponentes de la revocatoria usan insultos y lenguaje despectivo en publicaciones coordinadas en redes sociales, buscando generar un falso efecto de «insatisfacción ciudadana» y visibilizarse como tendencia en medios de comunicación.

La insidia y violencia verbal de quienes promueven la iniciativa de revocatoria, con calumnias y difamaciones que a veces traspasan barreras éticas, refleja el odio que sienten, no hacia una gestión o administración, sino hacia quien ganó las elecciones. El que varios adherentes a la iniciativa hicieran en sus cuentas de Twitter llamados a revocatoria desde noviembre de 2019, dice mucho de su intención revanchista. La pregunta que seguro todavía se hacen no es “por qué perdimos” sino “por qué no ganamos”.

Tal intención revanchista quedó en evidencia cuando el representante legal del Comité describió la iniciativa como “plenamente de uribistas” que quieren “hacerle un examen” al Alcalde, y la estrategia revocadora en redes es la misma usada contra Quintero en la campaña electoral de 2019: con total falta de escrúpulos, echaron mano de cuanta mentira y calumnia tuvieron a mano para desprestigiar al candidato Quintero; hoy, emplean el mismo libreto y ardides contra el Alcalde Quintero, utilizando el siguiente método:

Toman cualquier denuncia, por poco fundamento que tenga, para hundir la imagen del Alcalde y cualquier declaración, no importa de quien sea, y sin aportar prueba alguna, la convierten en titular siempre y cuando sirva para involucrar al Alcalde en algún escándalo, aunque en pocos días estos queden en nada. Replicando de forma automática noticias falsas y verdades a medias, vuelven tendencia esos titulares y logran eco en medios tradicionales.

El propósito, desestabilizar la gobernabilidad. La táctica, el bombardeo cotidiano. La estrategia, desgastar en opinión. El objetivo, desprestigiar la persona. El fin, lograr el rechazo hacia el Alcalde y que la gente «salga a votar verraca». Todo esto funcionaría, salvo un pequeño detalle:

Lo que no percibe la iniciativa revocadora es que el nivel de lectura y conciencia de la gente ha cambiado; los revocadores no centran su campaña en la gestión, sino en ataques personales al Alcalde, y la gente reconoce la mala intención tras esa estrategia. Por eso, mientras más zancadillas le ponen al Alcalde, más lo favorecen con la reacción solidaria medellinense. Esa solidaridad popular hacia Quintero ante el matoneo sistemático por parte de representantes de las élites políticas de la ciudad fue lo que le ganó a Quintero la Alcaldía.

Como en toda administración, desde la oposición política se señalan indicios de presuntas irregularidades, nadie afirma lo contrario; pero el indicio no puede conducir al error. No todos los indicios merecen credibilidad ni todo indicio es certeza. Para determinarla, están el control político y social, ejercidos sin difamar ni calumniar, sino de manera rigurosa, argumentativa y con altura. Es necesario cambiar el criterio, dejar la minucia, la insidia y la mezquindad y pasarse hacia la grandeza.

Las iniciativas revocadoras, que se pretenden triunfadoras, afirman que las mueve su “amor por Medellín”, pero su lenguaje de odio es tan evidente que ahuyenta a potenciales simpatizantes. Mientras los revocadores se desgastan en sus campañas de odio, la administración Quintero sigue apostándole a la solidaridad y mantiene el fiel de la balanza en el actor más importante de la gobernanza: la ciudadanía, la gente.

La opinión del autor de este espacio no compromete la línea editorial de Minuto30.com

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Redacción Minuto30

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