Estamos en campañas para la elección de congreso y posteriormente presidente; consiguientemente se escuchan y se ven promesas y caras de candidatos cada uno con lemas y promesas que se quedan en eso.

No me referiré a quienes en mi concepto pueden enderezar el rumbo del país; es que meterlos en la misma hucha puede conducir a equivocaciones o se presta a confusiones. Hoy, reitero, solo tendré en cuenta los que originan alto riesgo real y medible de continuar con el caos de país que deja el actual ocupante de la casa de Nariño.

Vemos ridiculeces y alguna que otra idea coherente y necesaria para la marcha del país, pero da grima la calidad, preparación e inteligencia de muchos candidatos que aspiran a vivir del erario público porque tienen amigos en los altos directivos de los partidos que los incluyen en las listas y su hoja de vida deja mucho que desear para que nos representen o se tengan esperanzas de unas gestiones productivas, transparentes y en verdad beneficiosas para las comunidades.

Tenemos personajes cuyo prontuario está plagado de delitos y actos viles en contra de la dignidad humana y ahora fungen como los dueños de la moral y el bienestar del pueblo.

Exguerrilleros o comandantes como Aureliano que participó en múltiples ataques terroristas, la toma del palacio de Justicia, asesinatos de infantes y personas protegidas como líderes sindicales y mujeres que después de violarlas asesinaron, robos de armas del cantón norte, la espada de Bolívar, la toma de la embajada de república dominicana y el holocausto del Palacio de Justicia, acción financiada por el narcotráfico con el fin de destruir expedientes que involucraban a los jefes tanto del cartel como de los terroristas que se lo tomaron; ahora los medios enmermelados en sus encuestas lo dan como el favorito de los colombianos para acceder al primer cargo público del país.

Propuestas descabelladas, populistas y engañosas son el arsenal político de este personajillo que en un país serio y con sentido de justicia, estaría purgando por sus delitos y lógicamente no tendría la posibilidad de aspirar a este tipo de dignidades.

Según su copartidario Maduro, el comandante Aureliano es el Chávez colombiano y por ende seguirá con las acciones de expropiación y deterioro de la propiedad privada; lo mismo que con la estatización de las empresas productivas y así llevar al pueblo a la miseria para mantenerlo fiel a punta de dádivas y migajas que caerán de las mesas de opulencia que se instauran para disfrute de las camarillas de áulicos de su régimen totalitario. Les quitará a los ricos para quedarse con sus riquezas pero nunca para repartirlas entre los supuestos beneficiarios de esas acciones extorsivas.

Hay otros candidatos que ni fu ni fa, sus ideas son gaseosas y llenas de lugares comunes que sirven para cualquier cosa y que no comprometen ni se pueden definir como un programa de gobierno o unas promesas medibles y cuantificables. Decir que hay que jugarle a la paz es un lugar común que no conduce a nada diferente a una expresión general de lo que anhela todo ser humano. Un párrafo como este los define. En resumen pueden estar en la calle o resguardados en sus hogares y producen el mismo resultado. Algunos se desinflaron y otros ni aires cogieron. Todos sabemos de quienes hablamos.

Hay uno en especial que me causa repugnancia y malestar por su trayectoria clientelista y sus poses mentirosas de estadista cuando desde siempre ha sido un comelón de grandes ligas y eterno aspirador a cargos y burocracia. Tiene un rabo de paja que le impide arrimarse a la candela y no creo que pueda soportar un escrutinio detallado de su hoja de vida sin que salgan los coscorrones a diestra y siniestra.

Postre: “11 de agosto de 1984. El M-19 ataca la población de Yumbo (Valle). Mueren 21 colombianos” (Wikipedia)

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Redacción Minuto30

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