Hace varios meses vi en Facebook la foto de un señor sentado a la sombra de un frondoso árbol en el que había colgado un letrero rústico que decía “se escuchan pendejadas por mil pesos”, a su lado había un señor quien parecía hacer uso de sus servicios. Me llamó la atención la novedosa idea de ayudar, o mejor escuchar a los demás en medio de una sociedad sorda predispuesta cada vez más al mundo del mercado y la velocidad del tiempo, sin darnos cuenta caímos en los afanes de un mundo acelerado donde no hay tiempo ni para escucharnos. Tal vez ante alguna circunstancia de la vida, sea esta positiva o negativa, hemos sentido la necesidad de hablar con alguien, de contárselo a alguien, pero, nadie nos escucha, todos están ocupados.

Es tal la sordera que algunas personas al interior de la familia no se hablan, no se escuchan, igual sucede en la universidad, en el trabajo. Antes que el Metro de Medellín prohibiera hablar por efectos de la pandemia la gente tampoco hablaba, casi todos viajan con audífonos pegados a un teléfono móvil para no hablar con nadie. No deja de parecerme raro el oficio del señor debajo de un árbol escuchando “pendejadas”, para algunos puede resultar ridículo, pero, cuántos muertos yacen en los cementerios por no haberlos escuchado, recuerdo un caso real que conocí, un joven que se suicidó un domingo a eso de las once de la noche, hizo tres llamadas antes de proceder a quitarse la vida y ninguno le contestó. ¡Quizá si alguien lo hubiese escuchado! habría sido distinto el desenlace. Que buen oficio el de ese señor oidor atendiendo la sociedad debajo de un árbol, en buena hora así sea pagando alguien nos puede escuchar. Llegará el momento en que la ciudad se llene de cabinas de escuchas y, tal vez con descuento, pague dos y le escuchamos tres.

Continuando con eso de los oficios raros, hace pocos días el escritor y columnista, Juan José Hoyos, tituló uno de sus textos, “el oficio más raro del mundo”. En él, relata la historia de Shoji Morimoto, un físico japonés especialista en terremotos que hoy se dedica a no hacer nada, tiene 37 años, es casado, tiene un hijo y en el año 2018, tomó la decisión de dejar su trabajo y dedicarse a no hacer nada, entonces puso un aviso en su cuenta de Twitter, “me ofrezco en alquiler, soy una persona que no hace nada, ¿no le gusta entrar solo a una tienda?, ¿le falta un jugador en su equipo?, aparte de hacer cosas fáciles, no puedo hacer nada más. Siempre acepto solicitudes. Solo debe pagar 10 mil yenes (unos 350 mil pesos colombianos), gastos de transporte y la comida y la bebida”. La gente lo contrata para no sentirse sola, para acompañar a alguien a un parque, ayudar a hacer las compras, asistir a juzgados, acompañar la gente a citas médicas, para hablar, en fin, lo contratan para no hacer nada.

Trabajo si hay, lo que hay es que inventarlo o reinventarse uno mismo de acuerdo con sus expectativas o necesidades, esa fue le enseñanza que me dejaron el señor que escucha pendejadas y Morimoto que se gana la vida haciendo nada. Ese mismo día sin dejar mi cara de asombro, ya que solo pensaba y pensaba en esos oficios tan raros, me llamó un amigo a quien de inmediato le relaté lo que acababa de leer, pues ¡vaya sorpresa!, cuando creí haber visto, o mejor leído todo, resulta que no, mi amigo me orientó dónde leer más sobre el tema. Varios días después me enteré de otros oficios más como el probador de camas, sí, un muchacho joven se gana una cantidad enorme de Euros por dormir profundamente y contar como le pareció la cama, su informe es muy importante para la empresa colchonera.

Por otro lado, encontré un oficio más raro aun, testeador de axilas, es decir, una persona encargada de oler las axilas para determinar si un desodorante es eficaz o no, y no gana cualquier salario mínimo, no, le pagan muy bien por cada narizazo. Por último, aunque raro, puede ser más normal, el oficio de filero profesional, alguien que hace fila por uno. Dicen algunos informes que en China es un trabajo cada vez más popular, y, que poco a poco ha ido entrando también a los Estados Unidos de Norteamérica, para esto hay unas tarifas de acuerdo con el evento, sea este un partido de fútbol, un concierto, ir a cine, entre otras muchas filas más.

Cada vez más anonadado pensé en que debo inventarme algo que resulte novedoso, me ayude con mis responsabilidades económicas porque este oficio de profesor es muy mal pago, pero bueno ya se me ocurrirá.  Para terminar, recuerdo cuando mis dos hijos estaban pequeños y me tocó quedarme cuidándolos, era la época en que se molía el maíz en la casa para hacer las arepas, no consumíamos arepas con códigos de barras sino arepas de maíz, pues ese día les hice a mis hijos arepas cuadradas. Seguiré pensando en un oficio raro, fácil y que me paguen bien.

Coda: por mucho tiempo en la carrera 65, en Medellín, había un letrero que decía “Se Alquilan Maridos”, se trataba de albañiles, plomeros, carpinteros…

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Redacción Minuto30

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