El peruano Gonzalo Salinas posa para Efe durante una entrevista el 6 de junio en Miami, Florida. Salinas ha publicado en Estados Unidos un manual con siete pasos para vencer la adicción al porno, una "epidemia silenciosa" que, a su juicio, va a tener que ser abordada por las autoridades de salud del mundo en los próximos 10 años y de la que él escapó sorteando un intento de suicidio. EFE

El peruano Gonzalo Salinas posa para Efe durante una entrevista el 6 de junio en Miami, Florida. Salinas ha publicado en Estados Unidos un manual con siete pasos para vencer la adicción al porno, una «epidemia silenciosa» que, a su juicio, va a tener que ser abordada por las autoridades de salud del mundo en los próximos 10 años y de la que él escapó sorteando un intento de suicidio. EFE

El peruano Gonzalo Salinas ha publicado en Estados Unidos un manual con siete pasos para vencer la adicción al porno, una «epidemia silenciosa» que, a su juicio, va a tener que ser abordada por las autoridades de salud del mundo en los próximos 10 años y de la que él escapó sorteando un intento de suicidio.

Esta «epidemia peligrosísima» está «secuestrando la energía vital de toda una generación, en especial de hombres», advierte a Efe este peruano radicado en EE.UU. desde 2003, que estudió Literatura en su país natal y jamás imaginó que su inicio en las letras impresas iba a girar sobre su victoria sobre la pornografía.

Su manual, titulado «Venciendo la adicción al porno» y autopublicado vía Amazon, es el primer libro de una «trilogía para el hombre» enfocada en el desarrollo personal y el crecimiento del género masculino que Salinas se propone escribir.

«La energía masculina no se aprende, se transmite», dice con convencimiento.

Radicado desde hace más de diez años en Miami, este limeño estuvo más de dos décadas en las garras de la pornografía y logró liberarse gracias a un sistema de siete pasos que ideó y desgrana en el libro que presentará este sábado en la librería Books & Books de Coral Gables, en el sur de Florida.

«Todo en el porno es mentira, el porno ha venido a dictar un guion en la sesión amatoria» sin conexión ni emociones y «los jóvenes piensan que es lo correcta», asevera.

El libro, con un 30 % de contenido testimonial, se remonta a cuando Salinas tenía once años y descubrió en la casa de su familia una revista Playboy.

A partir de ese hallazgo todo fue una montaña rusa en la que, ya en el nuevo siglo, el internet de alta velocidad, la imagen de alta definición y las plataformas de video dedicadas exclusivamente al porno ejercieron de disparadores de su adicción.

«Me tocó confrontar a la muerte. Pasé dos semanas planeando mi suicidio por una depresión severa», relata Salinas, quien consumía pornografía todos los días y sin ningún control.

Llegó a acariciar la idea del suicidio al cabo de 93 días sin lograr una erección delante de una mujer, uno de los 15 síntomas físicos y emocionales que, según ha identificado, produce la adición a la pornografía.

Seis meses de flirteo con una mujer que conoció pero con la que finalmente no pudo mantener relaciones sexuales, tras lo cual el contacto se rompió de manera abrupta, lo pusieron al borde del abismo.

Esta disfunción eréctil causada por el porno es una consecuencia del daño que se produce en el sistema de recompensa del cerebro, señala, y está relacionada con la hormona de la dopamina, que impide en determinadas circunstancias la conexión entre los genitales y el cerebro, explica el experto

En 15 estados de EE.UU. la pornografía es considerada una amenaza para la salud pública, un dato que esgrime para defender que no se trata de una cuestión moral.

A su juicio, la inminente irrupción de la realidad virtual certificará que «a nivel evolutivo el cerebro humano no está listo para el porno de hoy».

«En los próximos 10 o 15 años todos los ministerios de salud van a tener que hablar de este tema», avisa Salinas, quien quiere ser uno de los iniciadores del debate sobre este tema en el mundo hispanohablante.

En la mira de esta batalla a la que Salinas se ha encomendado están los niños y jóvenes, que en promedio a la edad de 7 años acceden en EE.UU. a su primer dispositivo electrónico, para el que no hay casi restricción a paginas porno, dado que, según advierte, los programas informáticos con ese fin poco funcionan.

El peruano, cuya última recaída en ese «circulo de vergüenza y culpa» que es consumir pornografía fue el 1 de diciembre de 2017, tenía todo programado para tomar una pistola de su cuñado y acabar con su vida.

El momento de desesperación pasó una vez que se metió en el mar con ropa y calzado durante 30 minutos.

Desde entonces, poco a poco y también con ayuda de la ayahuasca, una preparación tradicional de los indígenas amazónicos con efectos alucinógenos, logró escapar de las «garras» de la pornografía.

Es una industria que en ocasiones funciona como pantalla para redes de prostitución y en la que es abundante en «maltrato y violencia salvaje» contra la mujer, a la que trata como objeto, denuncia el peruano.

Gerente de ventas de una empresa, además de «coach» espiritual que da charlas y seminarios sobre crecimiento para hombres, desde hace unos años Salinas práctica una «sexualidad sagrada» que bebe de la filosofía tántrica, aquella que ve en la sexualidad además de las función reproductiva otras «sanadoras» e «iluminadoras».

«En nuestra sociedad, el sexo se ha convertido en un chispazo de intercambio de energía sexual-genital», se lamenta. Miami, 8 jun (EFE) | Lorenzo Castro E.

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