Muchas cosas han aterrado, con la llegada del coronavirus al país y al mundo. De resaltar la actitud vergonzante de algunos gobernantes solo preocupados por su notoriedad y por enaltecer su discurso demagógico.

Otros muchos descriteriados, corruptos e incoherentes, solo se dedicaron a sacar provecho económico de los recursos de las regalías y de los dineros que pueden disponer por una emergencia sanitaria tan grave como una pandemia y a los que la constitución les da derecho de uso por ser de emergencia manifiesta, como el más claro y elocuente ejemplo de la degradación y podredumbre humana.

Otros tantos se dedicaron a contratar directamente, por supuesto solo con su círculo político, social y familiar, dilapidando el presupuesto a manos llenas y haciendo alarde de su capacidad ejecutiva con inversiones innecesarias. Casi todos salieron expertos en pandemias, en capacidad científica y con una gran habilidad para diagnosticar el desarrollo del virus y en eso es necesario reconocer que además de ser expertos en politiquería, su capacidad histriónica llego a su máximo potencial.

También es preciso enaltecer y darle crédito a esa gran minoría de gobernantes que, con sabiduría, humildad, criterio, sentido común y buen juicio, han sabido manejar de la mejor forma esta pandemia con ponderación, inteligencia emocional, honestidad, valores humanos y principios éticos. Dios y la patria os premiaran y a muchos con seguridad los castigaran con el mayor rigor, tarde o temprano.

En el manejo de esta pandemia hay un común denominador en el actuar de los gobernantes a nivel mundial, que es preciso analizar y poner a discusión científica, intelectual, política y social. Todos los mandatarios al unísono, de manera responsable han enfocado el manejo de la pandemia exclusivamente a evitar el contagio.

El uso de los guantes, las caretas, los tapabocas, la asepsia, el distanciamiento, la cuarentena y cumplir con los protocolos sanitarios, ha sido la formulación generalizada mundial que se debe cumplir para evitar el contagio del covid-19 y a eso se ha limitado el gran esfuerzo de las autoridades para evitar la propagación del virus.

Si bien por supuesto es necesario implementar esa estrategia de emergencia para evitar el contagio, es preciso indicar que la responsabilidad de las autoridades de la salud a nivel mundial y local, debe ir mucho más allá. Ya se ha comprobado que el virus ataca preferiblemente a las personas con algún tipo de patología, a personas de edad avanzada con desgaste corporal y también a las que están muy expuestas al contagio agresivo del virus como el personal de la salud.

En consecuencia, si algo debe servir como lección aprendida de esta pandemia, es que la mejor defensa del ser humano contra las bacterias, gérmenes, hongos y virus que habitan en todo el entorno y el ecosistema, es que el cuerpo humano debe estar debidamente preparado y protegido para poder convivir con ellos y poder defenderse de sus ataques.

Propender por la salud corporal y mental de la humanidad de manera preventiva, con altos estándares de nutrición desde la niñez, hábitos de consumo de alimentación sana (frutas y verduras), el ejercicio, el deporte, el ayuno, la desintoxicación corporal, el contacto con la naturaleza, con el sol como energía vital y la activación necesaria de metodologías para la introspección que enaltezcan los valores espirituales del ser íntimo, entre otras muchas, van a tener que ser las nuevas campañas políticas para cuidar y proteger al ser humano. Sin duda es necesario poner de moda que es prioritario cuidarse primero para no enfermarse y no estar vulnerable.

El sistema de salud debe dejar de enfocarse prioritariamente en curar enfermedades, para dar el gran salto hacia la prevención y el manejo de los factores personales, sociales, políticos y ambientales que determinan el estado de la salud de los individuos y de las poblaciones como el agua, la contaminación, los alimentos, etc.

Campañas para evitar el tabaquismo, la droga, el stress, los malos hábitos de consumo, la comida chatarra, la obesidad, los preservantes, la contaminación del aire, tendrán que ser en nuevo enfoque de la inversión publicitaria estatal, si lo que realmente se quiere es la salud y el bien común para todos los ciudadanos.

El equilibrio entre el pensar, el hacer y el sentir, debe volverse una constante y un antídoto contra la depresión y la somatización de las enfermedades, que permita un replanteamiento continuo y un ejercicio vital para tener en la mejor de las condiciones a nuestro sistema inmunológico. Las defensas del cuerpo humano deben volverse la prioridad en todos los campos de la investigación, ciencia y tecnología, para mantener el equilibrio y la salud corporal, como la gran meta para la existencia sostenible de la humanidad.

La industria farmacéutica y química mundial tendrán una gran responsabilidad en la nueva visión y misión de la salud. Sus inmensos intereses económicos y geopolíticos deben ser replanteados para redirigir su objetivo hacia la prevención y en ese nuevo orden las autoridades mundiales y locales deben dar apertura y aprobación a nuevas tecnologías naturales y científicas que beneficien ese gran objetivo. También los sistemas de salud tendrán un gran papel en esta meta.

Después de esta pandemia tenemos que aprender que la inteligencia profunda consiste en cuidarnos, cuidar nuestro entorno, nuestra biodiversidad, cuidar nuestras relaciones humanas y cuidar nuestros seres queridos.

@PoliticaPuntual

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Redacción Minuto30

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