Carmen Peña y Andrea Yoko. Cortesía.

Andrea Yoko de 29 años y Carmen Peña de 25 se fueron a conocer un poco del norte de España donde llegaron a recorrer San Sebastián, las playas de La Zurriola, hasta asistieron al concierto del panameño Rubén Blades y para terminar el viaje en julio de 2018 pasaron por las vías de la calle de Arrasate, allí encontraron unas postales que les creó curiosidad.

Fueron casi 50 fotografías que fueron tomadas en los años cincuenta, sesenta y setenta firmadas por un tal Víctor. Cuando empezaron a leerlas había mensajes dirigidos para mamá, hermana, la mayoría de los mensajes iban dedicados para la familia del desconocido hombre.

“Querida mami. Ya sé que no te escribí para tu cumpleaños, pero donde estaba ya no podía hacerlo a tiempo. Sabes que en todo momento estoy con vosotros en espíritu y que os quiero mucho. Espero veros a todos muy pronto. Un fuerte abrazo de tu hijo Víctor Souto Gil. Hamburgo, 14 de noviembre de 1960”, decía una de las imágenes.

Lo único que sabían de Víctor era que había recorrido casi medio mundo, tenía postales de Bogotá, Mallorca, Lisboa, Cuba, Río de Janeiro, Berlín, Buenos Aires, Venecia, Copenhague, Tokio.

En una carta del 7 de abril de 1958 decía: “querida familia, esta ciudad es maravillosa”, en otra se podía leer: “querida hermana. Recibe un fuerte abrazo del siempre eterno viajero. A Maite otro. No me acuerdo del número de la calle. Estaré en Madrid el 15 de julio. Nueva York, 1 de julio de 1971”, cada vez las jóvenes españolas tenían más ganas de saber quién era el hombre viajero.

Empezaron a buscar en Google para ver que salía de Víctor, de quien pensaban que era un azafato de vuelo por las indicaciones que escribía, pero las madrileñas “no encontraban nada”. Hasta que encontraron un número de contacto de una familiar.

Asimismo, encontraron un aviso fúnebre: “Dieron con una esquela de una señora llamada Cecilia Souto Gil en el Diario Vasco”, el cual decía que: “Cecilia Souto Gil falleció el 28 de febrero de 2019 a los 96 años. Su hermana y hermanos: Manuela y Ramón Iturripea (†), José Antonio (†) y María Milagros Ibáñez (†) y Jesús Victor (†), sobrinos, primos y demás familiares ruegan una oración por su alma”. “Jesús Víctor tiene que ser nuestro Víctor”, anunció una de las jóvenes.

La joven más intrigada le dio varias leídas a la esquela y se dio cuenta que “¡hay un nombre sin cruz en la esquela!” por lo que Yoko concluyó que “Manuela quizá sea una hermana de Víctor”.

Cuando llamaron al número que Google les brindó se comunicaron con la familia del dueño de las postales, Yoko se presentó y le dijo que tenía varias postales que pertenecían a Víctor Souto Gil y se las había encontrado en San Sebastián.

Le empezaron a contar un poco la historia de Víctor, el nombre real era Jesús Víctor y había nacido en Donostia en 1928, trabajó como locutor de radio, era amante de la cultura y entró en Iberia como azafato, pero nunca se casó. Lo apodaron como el tío de América por sus largos viajes.

Hablaron tanto por teléfono que Imanol, sobrino de Víctor, invitó a Yoko a que conociera a la única integrante de la familia que estaba viva, ella sin dudarlo aceptó la invitación. “Cuando quieras te vienes a San Sebastián y conoces a mi madre, la única hermana que queda viva de Víctor”.

Cuando Yoko llegó a la casa de la familia de Víctor, Imanol le anunció: “mi madre tiene mucho carácter, a ver qué tal le caes”. Manuela de 95 años recibió muy lucida a Yoko sentada en el mueble de la casa, aunque a la mujer cada día le fallaba más la memoria, justo ese día sin querer no recordaba nada de Víctor de quien preguntó “¿está vivo?”.

Su hijo Imanol le contestó: “no, ama. Murió hace muchos años en Sevilla. ¿No te acuerdas?”. Se pudo conocer que el dueño de las postales murió en un accidente de tránsito. “Nos dijeron que le dio algo mientras aparcaba el coche. Fue un accidente fatal. Estiró la pierna con la marcha atrás puesta y pisó el acelerador”.

Fue enterrado en el cementerio de Polloe de San Sebastián junto a sus padres y hermanos. Imanol y Yoko aún siguen en contacto y ella tiene planeado otra visita para ver a Manuela.

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Laura Pineda

Comunicadora social de la Universidad Católica Luis Amigó. Soy amante de contar historias de ciudad y tengo un agudo olfato periodístico.

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