Desde los inicios de la humanidad el caos ha sido la constante, así como lo es el cambio.

Apareció la luz, se notó el desorden; desde ese momento y paulatinamente, aparecieron el cielo y la tierra y en esta se separaron las aguas y de allí salió la vida que nos acompaña desde siempre.

La humanidad ha tenido épocas relevantes de caos; según las creencias (parece que todas lo aceptan) hubo un diluvio universal que dejó muy pocos sobrevivientes que repoblaron la tierra con algo de orden que se ha ido entronizando y ha originado progresos y mejoras en la calidad de vida de los humanos.

Muchas guerras, depravaciones, Sodoma y Gomorra, el imperio romano, los Medicis, la guerra de los cien años, los Borgia, la invasión de los europeos a lo que hoy se conoce como América, saqueos, las guerras del siglo 20 y en fin una serie de eventos que siempre han originado caos y desgracias en la humanidad y que supuestamente, deben servir como hitos de regeneramiento y progreso.

El ser humano tiene un atavismo entronizado en su comportamiento cotidiano y este se manifiesta en un rechazo perenne a todo lo que tenga que ver con el orden y la autoridad y a pesar de que, siendo dentro de la naturaleza el ser más indefenso individualmente y que su hegemonía se ha basado en la cantidad, sigue siendo individualista y egoísta hasta la saciedad. La consigna siempre es 1° yo y después que se acomoden como quieran.

En el siglo 19 apareció una teoría de organización social que, como mínimo, atenta contra la naturaleza del individuo y que dio origen al comunismo; sin necesidad de profundizar mucho en sus consecuencias se puede concluir que es la mayor fuente de caos en los tiempos actuales. Es importante resaltar que esta le sirve al incapaz, el perezoso, el indeciso y al dormido puesto que premia al vago y castiga al trabajador. Parece ser que hay muchos -nunca mayoría- exponentes de este tipo de personas inútiles y angurriosas.

En todo el devenir y trasiego hemos construido ciudades, unas más extensas que otras; como es lógico tenemos vías  y áreas para el transporte y la movilidad de los ciudadanos que tienen diversa importancia acorde con el flujo vehicular. Los carruajes fueron reemplazados por el automóvil y este dio origen a los buses y así hemos encontrado sistemas de transporte público que facilitan la movilidad de los habitantes de las ciudades.

Pero volvió el caos con una fuerza inusitada y el individualismo sigue triunfando pues se inventaron las motocicletas como medio económico e individual de transporte y originaron una debacle en las ciudades que nunca han estado diseñadas para esa masiva invasión de vehículos ágiles, eficientes, fáciles de conducir, que ocupan poco espacio pero con un grave problema: sus usuarios tienen un nivel de convivencia de menos 50 en cualquier escala que utilicemos para medir esos grados.

Casi todos tienen una particularidad: el irrespeto a las normas de tránsito; para ellos no hay ley, el sentido de las vías es una idiotez, el espacio lo acomodan a sus necesidades y se abren campo en donde no caben, los frenos de esos vehículos son un adorno que no usan y como denominador común para la gran mayoría: la espera en una fila no está permitida. Siempre se consideran con más derechos que los demás y cada uno busca la manera de acomodarse de primero a pesar de que llegó de último. Aporrean los otros vehículos y les importa un rábano, pero cuando por cualquier circunstancia se hieren, de inmediato agreden y culpan al conductor del automóvil. Son de verdad un caos continuo que las autoridades no han querido mitigar.

Un carril solo motos soluciona parte del caos e indudablemente, mitiga en gran parte el riesgo del fleteo pero las autoridades son sordas a estas propuestas, pues antes que nada son políticos que quieren mantenerse vigentes y conservar algo de poder para su enriquecimiento.

En estos días en Suramérica se ha iniciado un movimiento caótico, auspiciado por aquellos que creen que la sociedad debe ser igualitaria y que la riqueza individual es una manera de explotación del pueblo y por ende los emprendedores, empresarios y dueños del capital deben desaparecer para darle cabida a los nuevos dirigentes que, como es lógico, se convertirán en los nuevos ricos y dueños del poder para determinar a quien se la entrega y a quien se le condena a la miseria generalizada.

Ahora algunos dirigentes sindicales, estudiantiles y políticos, se comportan como motociclistas. Exigen derechos que no tienen y trabajan e incentivan el desorden con base en la mentira repetida. Ellos como los motociclistas se consideran con todos los derechos pero ningún deber los restringe y es así como desde hace unos días han decretado paros injustificados para torpedear la marcha del país. El caos sigue siendo constante.

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Redacción Minuto30

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