Tengo que confesarlo, de todos los candidatos que están en la palestra hay uno solo con el cual me identifico y mi voto seguramente será por esa propuesta, una propuesta que no es perfecta, que no apoyé desde el principio, pero que con el pasar de los días he visto sus fortalezas. Soy consciente que tendrá sus fallos de ser aplicada y que de darse ese escenario habrá cosas que no me gusten y las criticaré. En otras palabras, sé que no estoy escogiendo un mesías, ni espero que lo sea, como ciudadana yo parto de un principio de realidad, y es que resulta imposible cumplir todo lo que nos prometen en campaña, pero de los discursos que hay es el que yo considero que es el mejor y más afín con mi visión de país (respeto por supuesto las demás opciones y celebro que las haya, eso es la democracia). Ahora bien, digamos que en un sentido pragmático me muevo en el mundo de los posibles, de las realidades y no tanto en el de las utopías, razón por la cual, valga aclarar, en lo personal yo no voto en blanco, sé que tiene que gobernar alguien de carne y hueso; y sé que de cambiar candidatos serán los mismos partidos los que propongan a alguien del mismo equipo. Así que siendo pragmáticos toca jugar con lo que hay, al menos de momento.

No obstante, con dicho candidato tengo un conflicto y es que hay una parte de su discurso que choca con uno de esos principios que por convicción tengo como no negociables, y es el respeto a la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural, en especial a la más vulnerable y por ende mi oposición total al aborto, un principio que además he defendido públicamente y mal haría yo si guardara silencio ante ese dilema que tenemos muchos. Quiero creer, con caridad cristiana hacia el que no sabe, que se trata de desconocimiento del candidato sobre este tema, porque sé también que no es una de sus banderas de campaña y por supuesto sé que la discusión Bioética no es una de sus fortalezas, ni prioridades, ni ha sido formado en este campo. Por lo cual también haría mal en exigirle algo que no puede dar, distinto es la valoración que hago de aquellos que abiertamente se declaran proabortistas y cuyas banderas programáticas son esas. En otras palabras y con el ánimo de que en algún momento él o sus asesores puedan leer y reflexionar sobre este punto es que me animo a suscitarlo, aunque es imposible desarrollarlo a profundidad en una columna como estas.

Iván Duque ha manifestado con gran claridad que su lema es “el que la hace, la paga”, por supuesto se refiere a las modificaciones que dice le hará al acuerdo de paz, y en razón a ello continuamente hace alusiones al derecho penal. En efecto, yo coincido con él en que las penas deben ser otorgadas por la gravedad del delito y no por una justificación ideológica. En otras palabras, que el derecho penal debe ser de acto y no de autor.

No obstante, cuando al candidato se le interroga por el tema del aborto, dice ser pro-vida y al tiempo justifica las tres causales que despenalizó la Corte Constitucional en sentencia C-355 de 2006, y afirma que están bien justificadas, algo que para quienes hemos dado estas luchas resulta inaudito. Comprendo que en calidad de presidente, si llega a serlo, tendrá que respetar disposiciones dadas por la Corte y que seguramente no tendrá forma de cambiarlas al no estar bajo su competencia directa, pero según la visión que se tenga se pueden privilegiar o no ciertas políticas de protección o ataque a la vida desde el ministerio de salud y protección social, y desde el de educación, y por ello si es importante que tenga personas que le orienten en esta materia.
Repito, quiero creer que el candidato no conoce a profundidad este debate y puede ser formado en un futuro para ser un verdadero pro-vida, porque sin lugar a duda al defender el criterio de la Corte está violando de forma directa su propio criterio de que “el que la hace, la paga”, por lo menos en uno de dichos casos, y es al que quiero referirme: el aborto en caso de violación.

Recuerdo las enseñanzas de mis maestros, los médicos pediatras Ramón Córdoba Palacio y Norman Harry Hinestrosa, quienes ya no están con nosotros, pero a quienes escuché más de una vez en múltiples clases y debates interrogar con estas formulaciones a sus contradictores: ¿en el caso de una violación quién es el culpable?, ¿acaso no es el violador?, y entonces ¿por qué le aplicamos pena de muerte al bebé?, ¿acaso la pena de muerte no está prohibida en Colombia?, y sabiendo que el bebé es inocente ¿por qué se le condena a muerte por algo que no ha cometido?, ¿por qué se le mata sin tener alguien que lo defienda? ¿por qué no se le nombra a un abogado de oficio como se hace hasta con quienes han cometido los peores crímenes?… si “el que la hace, la paga”, creo que todos podemos estar de acuerdo con que ese niño que está por nacer nada ha hecho, y que si alguien debe pagar y tener un castigo es el violador. Así mismo, creo que todos podemos estar de acuerdo en que los errores de los padres no deben pagarlos los hijos. Que rico que el candidato pudiera conocer los múltiples testimonios de personas que son hijos producto de una violación, que hoy viven y dan gracias a sus madres por haberlos criado, o haberlos dado en adopción. Obviamente el caso es dramático, pero tanto el niño por nacer como la madre necesitan ayuda, apoyo, no podemos confundir a las víctimas con el victimario, ni podemos imponerle a la mujer una carga mayor de sufrimiento que le hará daño, el aborto no le solucionará nada, simplemente agravará el panorama con consecuencias físicas y psicológicas, al respecto hay múltiples testimonios y estudios.

Sobre los otros dos casos hay excelente literatura científica que puede ser consultada para defender al no nacido, el aborto no es una buena salida, necesitamos un sistema de salud que valore a todas las personas, que nos ayude a comprender que cada vida importa, que valore la misión del médico (como lo plantea el juramento hipocrático) y sobre todo que ayude a las madres en crisis, pero no a matar a sus hijos, sino a traerlos al mundo con responsabilidad, contando con un sistema político que acoja la vida y de oportunidades.

Valga recordar que los Pro vida nos hemos manifestado en contra del aborto en todas sus formas por razones biológicas, antropológicas y jurídicas, para defender a la madre, al padre y al no nacido; esto no es una creencia religiosa, ni una discusión metafísica, es un hecho científico, tal y como lo afirmaba el padre de la genética moderna Jérôme Lejeune. Por otro lado, mutatis mutandis, lo que pasó en 2006 con el tema del aborto, es hasta cierto punto comparable con el plebiscito de 2016, en ambos casos Colombia se manifestó en un sentido, pero en unos escritorios se impuso la visión de unos pocos, que rico que el candidato Iván Duque conociera esa historia, ojalá el Dr. Ordóñez quien la vivió pueda contársela, para que no se legitime algo que no se debatió y que fue impuesto por cinco magistrados, con una alta injerencia de una ONG internacional, negando miles de firmas que se oponían a esa decisión.

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Redacción Minuto30

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