En el artículo de la semana pasada, titulado El presidente que necesita Colombia, habíamos dicho que la realidad que presenta la patria no es nada halagüeña; más bien delicada, donde la corrupción

se ha convertido en el mal fundamental de la nación, seguido del narcotráfico, la violencia política, la guerrillera y la delincuencial, todo ello acompañado de la pandemia infame que va derrumbando, poco a poco, indicadores básicos, perpetuando desempleo y agudizando miseria, todo ello sumado a la polarización de fuerzas políticas y económicas, apuntaladas en doctrinas que han hecho naufragar a varias naciones, y por ello decíamos que para las elecciones del 2022, necesitábamos un candidato a la presidencia con las calidades que el momento colombiano (regional y mundial) exige, pues deberá ser capaz de transformar un país pospandemia, con indicadores retadores por el terreno perdido y las metas económicas, sociales y educativas que se requieren con urgencia y que la población tanto reclama. Y concluíamos que no se busca tanto un presidente para Colombia, como sí al presidente que necesita Colombia.

A propósito de ello, algunos lectores me han sugerido que diga quién debe ser el presidente (¡como si yo fuera Uribe!).  Al tenor, me he puesto a pensar en cada uno de los candidatos que ya aparecen listos y sin rienda en el partidor.  El primero que me encuentro (aunque ya había asegurado públicamente que nunca más sería candidato), es al hombre de bluyines y cachumbos, para más señas, gestor de las famosas pirámides de la Oriental, en Medellín (y que sólo sirvieron de dormitorios para indigentes por escasos años, pues otro candidato, medioamigo suyo, que estuvo de alcalde de Medellín 4 años persiguiendo rateros, las mandó tumbar). No quiero decir el nombre; únicamente agregar que fue el ordenador del gasto en la construcción de la famosa Biblioteca España (hoy en ruinas), y un largo etcétera de inversiones que hoy son elefantes blancos, regados por toda la geografía de Antioquia. Dios nos libre de este señor en la Casa de Nariño, porque sería el derrumbe y el acabose.

Le sigue el hombre de las pistolas, el que estuvo 4 años en la alcaldía de Medellín respirándole en la nuca a cacos, pillos y toda laya de ladronzuelos que hicieron nido en la ciudad por entonces. Si no le alcanzaron los cuatro años en la alcaldía para hacer alguna cosita, menos en la presidencia, con una Colombia tan grande y con sobrepoblación de timadores, defraudadores y politicastros para perseguir. Además, parece que el chorro de Hidroituango le cae en la corona.

El hombre del coscorrón, el que se meció en la misma cuna de Alberto y Carlos, no me parece adecuado, porque si uno de sus más cercanos colaboradores sufrió semejante atentado en su noble calva, ¿qué podemos esperar de él, con poder a cuatro manos y 10 dedos, por 4 años, piloteando a un país tan polarizado como Colombia?

A Claudia, con Angélica a bordo, no la veo abandonando el Palacio Liévano, para peliar con Raimundo y todo el mundo. El hombre de Barranquilla, el del Junior tu papá, el amiguito de la Merlano (la nueva mejor amiga de Maduro), con el rabo de paja que arrastra, ¿sí será el gladiador que necesita Colombia para luchar contra la corrupción?

Por los lados de la Alianza Verde, anda promoviéndose un tocayo mío, que viene de la prehistoria galanista y que aparece con frecuencia disfrazado de muchacho go go. No creo que tenga alguna propuesta novedosa que cautive al maltrecho ciudadano del futuro 2022. Hay otro que habla hasta por los dos codos y cambia de cama cada 15 días. Esos “atributos”, de hecho, ya son “Barreras” para llegar al Capitolio. Por los lados del Centro Democrático, hay quienes dicen que no es hora de “Palomas” y quienes afirman que el asunto es “Paola” o nunca, no andan muy equivocados. El Nieto, no da la medida, por si lo Tomas en cuenta, le dirá algún guasón al expresidente Uribe.

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Al aspirante homónimo de nuestro poeta de la raza, Jorge Robledo, hay que recordarle lo versos del Tuerto López: …”Pues ya pasó, ciudad amurallada, / tu edad de folletín… Las carabelas / se fueron para siempre de tu rada… / ¡Ya no viene el aceite en botijuelas! Fuiste heroica en los años coloniales, / cuando tus hijos, águilas caudales, / no eran una caterva de vencejos”. A ver si descansa en paz, amigo Roble.

Por el lado de la izquierda, los “pactos históricos” no llevan a ningún Pereira, o si no que lo diga César Gaviria, padre bondadoso del Neoliberalismo; y por el lado de la derecha, la cosa está de pa`rriba. El que diga Uribe, la tiene dura. Y pare de esculcar candidatos.

Bueno: pero como se me solicitó encarecidamente que haga alguna señal (como pedían los sumos sacerdotes en los tiempos bíblicos a nuestro Señor), digamos que si no se busca tanto un presidente para Colombia, como sí al presidente que necesita Colombia, tenemos que empezar a buscarlo en un candidato visionario, en un hombre que vea más allá del día a día, en un hombre con firmeza, y que en definitiva, ¡piense en grande! Y está en Antioquia; pero advierto, ni es pistolero, ni luce de bluyines y cachumbos.

La opinión del autor de este espacio no compromete la línea editorial de Minuto30.com

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Redacción Minuto30

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