Nuevamente en pleno 2019 los taxistas iniciaron un paro y protestaron en contra de las aplicaciones que prestan servicio de transporte particular -como Uber, Beat y la recién llegada DiDi-, una semana después de la protesta, es un buen momento para realizar un análisis de la situación de este gremio en la capital.

18.000 conductores se movilizaron desde el estadio de Techo, en el sur de la ciudad, hasta el otro extremo de la metrópolis, la Calle 170, paralizando el tráfico y generando un caos común de este tipo de manifestaciones, pero ¿verdaderamente el problema son las plataformas?

La protesta tiene como núcleo la desigualdad y la inequidad entre los conductores de taxis y los de vehículos particulares. Los taxistas argumentan que ellos deben realizar una serie de pagos que los particulares no, como lo son el cupo de afiliación, la seguridad social, las pólizas del vehículo y la tarjeta de operación; esto sin tener en cuenta el mantenimiento del automotor.

Lo que dejan a un lado es que así mismo, las plataformas y sus conductores deben también cubrir determinados gastos, como los seguros, las revisiones y el mantenimiento periódico del vehículo.

Así mismo Uber, la plataforma de transporte más utilizada del país, pagó en el segundo semestre del 2018 un total de 35.000 millones de pesos por concepto de IVA.

El cupo de afiliación de los taxis, más allá de ser un pago necesario para que cada vehículo pueda trabajar, es un ingreso muy lucrativo para los dueños de las empresas afiliadoras de taxis. El principal problema de estos cupos radica en el incremento de sus precios a lo largo de los últimos años, ya que, los 52.000 taxis que hay en la ciudad están afiliados a únicamente 59 empresas.

Estas empresas, obtienen de la Secretaría de Movilidad la potestad de adjudicar los llamados cupos, teniendo así la libertad de poner el precio de este permiso con base a la demanda del mercado, debido a que estos cupos son limitados.

El negocio de los taxis, más allá de la facturación por el transporte de personas se encuentra en la rentabilidad por la valoración del precio de los cupos. Es el mismo gremio quien se ha encargado de que estos precios se incrementen, ya que unos pocos (los dueños de las afiliadoras) son los que se benefician de esta situación del mercado.

En el año 2010 un cupo costaba aproximadamente 58 millones de pesos, según una publicación de la Universidad de los Andes, mientras que hoy en día el mismo cupo puede estar costando alrededor de 95 millones de pesos o más (sin tener en cuenta el precio del vehículo), es decir, un cupo en 9 años tiene una rentabilidad de aproximadamente 63%.

Es un negocio redondo para unos pocos, es muy difícil encontrar a un conductor que sea dueño de su propio vehículo dada esta circunstancia.

Otra gran problemática que posee el gremio es que en su mayoría, siguen teniendo las mismas herramientas y el mismo servicio arcaico de hace 50 años; además del pésimo servicio al cliente por parte de algunos de sus conductores que manchan la labor de aquellos que desempeñan correctamente su trabajo.

Es decir, al gremio le hace falta actualizarse, ya que si no lo hace, le ocurrirá algo similar a lo que padecieron compañías como Blockbuster, Palm y Blackberry; que debido a seguir usando las mismas estrategias a lo largo de muchos años entraron en quiebra y tuvieron que cerrar sus puertas.

O sin ir más lejos, a los taxistas colombianos les podría ocurrir lo mismo que a sus colegas de ciudades como Nueva York, Chicago y Boston. Debido a la poca utilización del sistema de taxis, por ofrecer un servicio sin innovar, los precios de los cupos bajaron drásticamente y esto dejó como resultado millonarias pérdidas a las personas que invirtieron en estos.

Hace pocos meses llegó a Bogotá la aplicación InDriver, en la que el usuario oferta un precio por el recorrido y los conductores contraofertan en cuanto están dispuestos a hacerlo, lo que se convierte en una suerte de subasta.

Otra peculiaridad de esta app es que no cobra comisión por su uso y que permite que los taxistas hagan parte de sus socios conductores. Iniciativas como estas son las que deben tratar de inventar los taxistas; buscando hacer la experiencia para el usuario más agradable y el servicio ofrecido mucho más moderno.

En definitiva, los taxistas hacen creer que su decadente situación es gracias a las aplicaciones, mientras que en realidad el inconveniente principal son ellos, que viven atrasados en la Colombia de hace medio siglo.

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Redacción Minuto30

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