Un estudio reveló que Colombia es el país donde menos matrimonios se registran en el mundo. ¿Qué realidad hay detrás de estas cifras?

Muy curioso resultó el artículo publicado por el reputado reportero Juan Gossaín en el diario El Tiempo, en el año 2013, en el que afirmó que Colombia es el país del mundo donde menos parejas contraen matrimonio. Una afirmación que tiene como base un estudio referido por el periódico británico The Economist. Las cifras que refleja el documento muestran que de cada mil habitantes solo el 1,7 por ciento contrae matrimonio. Sin embargo, no figuramos en los primeros 50 lugares de la gente que más se divorcia.

Además, la Encuesta Nacional de Demografía y Salud 2010 corroboró una menor cantidad de matrimonios en Colombia, en comparación con el estudio anterior realizado en 2005. Cinco años atrás, el 22 por ciento de las mujeres afirmaban estar casadas, mientras para 2010 la cifra bajó al 19 por ciento.

Para conocer la realidad tras el tema, la psicóloga clínica Paola Andrea Correa, adscrita a MedPlus, realizó un análisis:

La atractiva soltería

La posibilidad de que la mujer actual tenga la oportunidad de educarse, trabajar, ser autosuficiente económicamente y forjar su proyecto de vida sin la dependencia de un hombre ha provocado la transformación de su rol social y, debido a esto, la figura masculina ya no representa al proveedor exclusivo ni al sostén. La rápida incursión de la mujer en los ámbitos laborales le ha proporcionado la oportunidad de asumir distintos roles y, a su vez, una mínima urgencia en su toma de decisiones respecto a casarse, convivir con su pareja y conservar o terminar una relación que no le esté siendo gratificante o constructiva. Esto se suma a que, para muchas mujeres, la libertad en la soltería les resulta más atractiva que la opción de una vida matrimonial.

Sin embargo, el hecho de que las parejas se casen menos no debe interpretarse necesariamente como una tendencia a la desaparición de la familia. Las uniones se continúan dando y ese es un aspecto positivo; las relaciones conyugales permanecen pero más como uniones de hecho que implican menor formalidad y estabilidad y que no deben ser entendidas como una «crisis de la pareja», sino más bien como una expresión de la crisis del matrimonio como institución social.

Otro factor que incide es que en la sociedad cada vez existe mayor temor al compromiso y, en ese orden de ideas, desde la perspectiva de los valores de una sociedad, esto representa un riesgo o un elemento negativo, en la medida en que ello minimiza la estabilidad de relaciones de pareja y de las familias en general.

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¿Matrimonio o unión libre?

Para tomar la decisión de un tipo de unión, al igual que en muchos otros aspectos del ser humano, son las diferencias individuales, y en este caso también las particularidades de cada pareja, las que definirán realmente cuáles son las ventajas y las desventajas de decidir convivir en unión libre o bajo el matrimonio. En ambas existen implicaciones psicológicas, económicas y sociales.

Una de las ventajas que las parejas refieren, muy práctica y de gran peso para optar por la unión libre, es evitar tanto los trámites legales como incurrir en altos costos económicos como la celebración de una boda. Además, se entiende que psicológicamente la independencia y la comodidad son mayores para cada uno, lo cual puede influir positivamente siempre y cuando exista amor.

Una de las desventajas es la implicación jurídico legal, ya que pese a que la unión libre se constituye en un estado civil, requiere un determinado tiempo para su reconocimiento legal y es más difícil de soportarla con documentos, si así llegara a requerirse. La ausencia de formalismo en la unión podría representar para algunas parejas una aparente ventaja a la hora de separarse; sin embargo, nada mejor que tener una ruta legalmente establecida para el caso en que se llegue a dar una separación; no tenerlo podría ser, para uno de los miembros de la pareja, o para ambos, algo costoso legal y económicamente.

Es importante tener en cuenta que la percepción de informalidad que la unión libre puede representar para uno o ambos miembros de la pareja puede incidir sobre el nivel de compromiso con el otro, sobre la convicción de estabilidad, fidelidad, relevancia de la relación y planeación del proyecto de vida, inclusive.

¿Algo puede blindar a la pareja de un posible fracaso independientemente del tipo de unión?

La posibilidad de conocer al otro en diversos aspectos: desde sus hábitos de limpieza hasta el manejo de sus finanzas, pasando por todas las particularidades que conforman su personalidad y su esencia.

Tener una idea de cómo se comporta esa persona en los momentos difíciles de la vida, o en situaciones de crisis.

Conocer los defectos del otro, y saber hasta dónde estos pueden llegar a afectar negativamente, o hasta dónde ellos se pueden aceptar y tolerar.

Hacerse una idea de cómo es el proceso de toma de decisiones del otro, en qué gasta su dinero, si ahorra, cuáles son sus prioridades y cómo las clasifica.

Sin embargo, no deberían presentarse diferencias en las parejas por el tipo de unión, ya que si deciden unirse, lo realmente importante debería ser la seriedad y el estatus que cada uno le brinde a su relación; la verdadera trascendencia se da por la madurez, el nivel de afecto y las expectativas de cada uno frente a su unión.


Fuente: Revista MedPlus
ED 83
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