El caso del Mar de Aral es el de «uno de los peores desastres ambientales del planeta», en palabras de Ban Ki-Moon. La explotación sin límite de los ríos que llenaban su cubeta ha hecho desaparecer casi completamente este ecosistema.

Los barcos que navegaban por el Mar Aral ahora sirven de sombra a los animales de la región

El Mar de Aral se localiza en la frontera entre Kazajistán y Uzbekistán, en Asia Central. A mediados del siglo XX se encontraba entre los cuatro lagos más grandes del planeta, con casi 68,000 kilómetros cuadrados de superficie. Ahora, solo tiene un 10% de dicho tamaño, con dos láminas de agua separadas.

Desde el principio se contempló la posibilidad de que el lago desapareciera. Las autoridades consideraban que toda esta extensión de agua rodeada de desierto era un sinsentido, un «error de la naturaleza». Se daba por hecho que todo su volumen se acabaría evaporando, así que no supondría ningún problema acelerarlo.

La elevada extracción de agua del río Amu Daria a través del canal de Karakum una de las principales razones para secarse el Mar Aral

Desafortunadamente, no sopesaron las posibles consecuencias ecológicas. Para empezar, la salinidad del agua ha aumentado hasta alcanzar niveles iguales a las del medio marino. Los efectos en los seres vivos que antes vivían allí han sido devastadores.

El clima local también ha cambiado, ya que la falta de agua ha endurecido las estaciones, con inviernos más secos y fríos, y veranos más calurosos.

Los efectos también se han hecho notar en la salud humana: una gran superficie de sedimentos y costras salinas han quedado expuestas a los vientos, una situación problemática, ya que de ahí pasan al aire y los habitantes de la zona los respiran. La falta de agua potable incrementa, más si cabe, el problema.

La pérdida de agua no ha afectado sólo al mar sino también a los embalses y humedales cercanos,

Existen varios proyectos para recuperar el antiguo lago, desde mejorar la calidad de las canalizaciones para que tengan menos pérdidas, hasta realizar un trasvase de agua desde el Volga. Todos ellos son costosos y con pocas esperanzas de éxito.

El caso del mar de Aral no es único. Las marismas de Mesopotamia, en Irak e Irán, las Tablas de Daimiel en España, o el mar de Salton en California sufren problemas por la explotación de sus recursos hídricos.

Intentos de recuperación del mar de Aral

Tormenta de polvo sobre el mar Aral

El mar de Aral, visto el rápido proceso de desecamiento de los últimos años, parece no tener futuro. Frenar su desaparición requeriría la cooperación de los países ribereños en la búsqueda y puesta en marcha de soluciones pero esto está lejos de producirse. Kazajistán y Uzbekistán se reparten lo que queda del mar Aral y están enfrentadas con Kirguizistán y Tayikistán, por donde circulan los ríos  Amu Daria y Sir Daria.

En 1994, Kazajastán, Uzbekistán, Turkmenistán, Tayikistán y Kirguistán firmaron un acuerdo de compromiso de asignar un 1% de sus presupuestos para contribuir a la recuperación del mar, pero la cooperación ha sido mínima.

El Pequeño Aral, en la zona del norte, se está recuperando gracias a la construcción de un dique, el dique de Kokaral, para contener el agua que de forma natural fluiría hacia la parte uzbeka.

En el Aral Sur, las medidas prácticamente se han limitado a la plantación de vegetación resistente a la sal para sujetar el suelo y con ello mitigar las tormentas de arena y sal.

Luciana Duque | Minuto30.com

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