Tomemos como pretexto el torneo de fútbol nacional para hablar de la situación del fútbol colombiano en un ámbito internacional de competencia. Podríamos decir que lo más representativo lo tenemos hoy en el Atlético Nacional. Este es un equipo que sale a jugar con confianza, amparado, sin duda, en la historia que ya tiene escrita. Por su parte los demás equipos, aunque eventualmente ganan, parecieran tener temor de escribir su propia historia; es decir, la intensidad de sus deseos no llega a ser tan fuerte como para ponerse de manera consistente por encima de las adversidades que se les presentan.

Bueno, pero ¿qué significa esto? Desde nuestra perspectiva, un equipo que efectivamente se hace cargo de la realización de sus sueños es un equipo que consigue inscribir jugadores en la Selección de Mayores, es un equipo que potencializa y perfila el tipo de acompañamiento que necesita de la hinchada, es un equipo con carácter y combatividad para corregir los desaciertos, un equipo que en la victoria conserva el buen juicio, un equipo que prioriza los partidos que invariablemente debe ganar cuando sabe que determinados encuentros importan, más que para el conteo de puntos, para el espíritu y la entereza de los miembros del plantel. Estos equipos de los que hablamos se caracterizan, porque tienen lucidez y humildad para experimentar los deseos como lo que son: carencias que permiten identificar frentes de mejoramiento. Estos equipos a los que aludimos se imponen por su juego, que no es aquello que ocurre, como se creería, estrictamente en la cancha, sino más bien aquello que se planea durante toda la semana, incluyendo la actitud y el tono emocional con el que se enfrentará el juego venidero.

Tomemos como ejemplo el fútbol de Brasil que, no podemos ocultarlo, es uno de nuestros favoritos. De él destaca la manera en que los equipos utilizan las individualidades, así como el acompañamiento, que es eficaz tanto en defensa como en ataque; el uso que hacen de la sorpresa para definir situaciones ofensivas; la manera en que multiplican la inteligencia de cada uno de los integrantes del plantel a partir de la capacidad colectiva para percibir el juego, para tomar decisiones y para ejecutar acciones pertinentes. El fútbol de los brasileros es un fútbol caracterizado por la eficacia, que es, sin duda, su respuesta más poderosa.

Habría que comparar también el fútbol colombiano con la manera en que lo físico ha sido potencializado en otras latitudes, como Alemania, por ejemplo. Es claro que la aptitud física favorece la dinámica del juego, además que un plantel que cuente con este rasgo puede imponerse en zonas en las que sería impensable que un equipo sin condición física lo hiciera; por ejemplo, la posibilidad de “apretar” desde arriba, está reservada para estos afortunados. También es de anotar que la selección germana y en general sus equipos exhiben un fútbol potente y rápido, de pases largos, al que han sabido sumarle la pausa del fútbol latino, lo que, recientemente, les ha dado mucha seguridad para jugar. En particular de esto último adolece el fútbol colombiano. Nuestros jugadores se exceden con la pausa, sacrificando la eficacia, y desaprovechando las bondades de dicha pausa, que, cuando es usada en su justa medida, impide que el rival nos obligue a funcionar al ritmo que necesita o desea.

Ahora bien, si pensamos en lo propiamente posible para los equipos colombianos, en su condición óptima, ya no en contraste o en comparación con el fútbol de otras latitudes, podríamos pensar en lo que ofrece la variedad de biotipos existente en nuestro país. En teoría estos permitirían construir equipos de características disímiles, de los que podría salir un fútbol indescifrable. No obstante, es evidente que esta posibilidad no se ha explorado aun o no suficientemente. Incluso en caso de que se hiciera, no podría ser efectivo si no hemos desarrollado antes un modelo de juego auténtico; es decir, adecuado para esas condiciones singulares de nuestros equipos en términos del biotipo.

Es por esto que, aun con el tiempo que ha pasado, resulta importante y vigente la contribución de Francisco Maturana, que en su momento planteaba como opción para Colombia un fútbol de zonas, un fútbol que ocupa todos los espacios de la cancha de manera equilibrada y que traza sobre el perímetro de juego zonas mixtas, zonas de hombre a hombre. En última instancia, lo que queremos con esta reflexión es llamar la atención sobre la necesidad de repensar nuestro fútbol, pues estamos convencidos de que las falencias de los equipos particulares, regionales, obedecen a un problema estructural, que ha sido la dificultad de desarrollar un fútbol con identidad nacional.

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Redacción Minuto30

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