Una decena de poetas suramericanos y africanos se reunieron hoy en la segunda jornada del Festival Internacional de Poesía de Medellín (noroeste) para unir sus cantos ancestrales e indígenas en defensa de la Madre Tierra.

Desde el Jardín Botánico de Medellín, el acto invocó a una ceremonia de purificación liderada por algunos de los poetas, en la que se prendió fuego a tres pequeñas hogueras, alrededor de las cuales se congregaron todos los asistentes.

Ariruma Kowii, árbol de la paz en el idioma de la nación Quechua ecuatoriana, fue el encargado de abrir el recital con un llamado a «descolonizar el silencio» y recuperar las tradiciones que, durante siglos, han sido desposeídas de su esencia ancestral.

«Soy cangrejo y voy hacia atrás», recitó alegóricamente el poeta indígena de la región colombiana del Cauca Fredy Chicangana, quien tuvo un recuerdo por todas las luchas campesinas en defensa del territorio y en contra de los grandes proyectos hidroeléctricos y de minería extractiva.

Por su parte, la camerunesa Werewere Liking llevó sus cantos de paz al público colombiano, quien acompañó con aplausos sus versos de «Voces de vientres de mujeres por el África».

A su vez, la guatemalteca de la nación Maya Rosa Chávez apostó en sus poemas por «desatar los nudos de la opresión» que siguen atando a la mujer a un pasado inmóvil de sumisión.

En el recital se escucharon también las voces de la poetisa venezolana de la nación Kariña Morela Maneiro, la indígena uitoto de Colombia Anastasia Candre Yamakuri, el poeta de la región Kuna, en Panamá, Manipiniktikinia, y la poetisa de Tuva (Rusia) Sainkho Namtchylak, encargada de clausurar el recital.

Bajo el lema «Mito y utopía. Por 1.000 años de paz en Colombia», el Festival Internacional de Poesía de Medellín celebra su vigésimo tercera edición como uno de los más importantes encuentros poéticos en todo el mundo%

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Redacción Minuto30

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