Miles de personas, desde niños a ancianos, acudieron este sábado a Santiago de Compostela, muchas de ellas pasando la noche al raso, para acompañar al Papa Benedicto XVI en su visita a la capital gallega para coronar el Año Santo Compostelano.

AFP PHOTO/ PEDRO ARMESTRE

«Estamos emocionados. Es todo un acontecimiento», dijo a la AFP José Antonio, un monje benedictino de 30 años del monasterio de Samos, que fue el primero en coger sitio en la Plaza del Obradoiro frente a la catedral, donde Benedicto XVI oficiará una misa por la tarde.

Junto a sus compañeros, Juan Luis y Luis Alberto, armados sólo con un pequeño taburete en el que se han «ido turnando para dormir», los tres religiosos se apostaron a las 18h30 del viernes en la cola, donde aguantaron hasta las 8h00 locales (7h00 GMT) de este sábado en que se permitió la entrada a la plaza.

Como ellos, miles de personas han pasado la noche al raso para asegurarse una de las alrededor de 7.000 sillas dispuestas por la organización para el público en la plaza.

«El entusiasmo ha vencido al cansancio. He pasado una noche agradable», asegura Abelardo Gómez, una anciano de 73 años que ha llegado a Santiago caminando los más de 400 kilómetros que separan Valladolid de la capital gallega.

Los cánticos religiosos, los juegos de los fieles más jóvenes y las consignas festivas como «¡Esta es la juventud del Papa!» ayudaron a pasar la fría noche de Santiago, que recibió al Sumo Pontífice con una densa niebla compostelana sobre las 11h30 locales (10h30 GMT).

Santiago se ha engalanado como nunca para estar con el Papa con pancartas de «Bienvenido Santo Padre» o las pancartas que rezan «Danke (gracias en alemán, ndlr) Padre. Peregrino de la Fe» junto al arzobispado de Santiago, frente al cual se ha elaborado una alfombra de flores, típica de la celebración del Corpus Cristi.

Tras su llegada, el Pontífice mostró su cara más cercana y rompió el protocolo al bendecir a tres bebés que le acercaron cuando ya se encontraba en el «Papamóvil», con el recorrió los 10 kilómetros que separan el aeropuerto de la catedral a una velocidad algo rápida que decepcionó a alguno.

«No iba a 15 (km) por hora», se lamentó Lucía, una mujer que se había apostado en la carretera, en la entrada a Santiago por la que llegan los peregrinos del Camino Francés, por la velocidad con la que el blanco vehículo papal pasó a su lado.

«Llevo aquí desde la nueve de la mañana», aseguró Lucía a la AFP, acompañada de su amiga Lola, con quien decidió ver la llegada del Papa y no acudir a la Plaza del Obradoiro porque «aquello está muy masificado, hay demasiada gente».

«Seguiremos las misas por las pantallas gigantes», que el ayuntamiento ha colocado en varios lugares de la ciudad.

María José Escobar, de 37 años, también vio pasar a Benedicto XVI, pero reconoce que «estaba más emocionada con Juan Pablo II». «Nos atraía más, era más cercano, más cariñoso».

Globos blancos, amarillos y azules, unidos a innumerables banderines de Galicia y el Vaticano ondeados por los fieles acompañaron a Benedicto XVI en su desplazamiento hasta la catedral, donde salió a saludar a los fieles congregados en la Plaza del Obradoiro, antes de visitar al Santo Apóstol.

Vestido con su habitual sotana blanca, cubierta con una esclavina roja, sobre la que por un momento le vistieron con una marrón con la cruz de Santiago y la concha de vieira, símbolos del peregrino, el Pontífice se postró y oró ante la tumba que contienen los restos del Apóstol Santiago, descubiertos según la tradición entre los años 820 y 830 de nuestra era por el Obispo Teodomiro.

La presencia de Benedicto XVI en Santiago, antes de viajar a Barcelona, donde el domingo consagrará el templo de la Sagrada Familia, es la culminación del Año Santo Compostelano, que se celebra cada vez que el día del Patrón de España, el 25 de julio, cae en domingo, algo que no volverá a ocurrir hasta dentro de 11 años.

Tras su mañana, eminentemente protocolaria, el Papa concelebrará una multitudinaria eucaristía al aire libre, desde el inmenso altar levantado en una esquina de la Plaza del Obradoiro, para la que miles de personas llevan esperando horas.

SANTIAGO DE COMPOSTELA, 6 noviembre 2010 (AFP)

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Redacción Minuto30

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