La movilización ciudadana que se ha visto en los últimos días contra el merecido nombramiento de Alejandro Ordóñez como embajador de Colombia ante la OEA es una demostración preocupante de la inversión de valores que padece nuestra sociedad.

A través de las redes sociales, algunos twitteros y youtubers se han concentrado en pedir firmas para respaldar una nota de rechazo contra el nombramiento hecho por el Presidente Iván Duque y su Ministro de Relaciones Exteriores, Carlos Holmes Trujillo. ¿Acaso el doctor Ordóñez es un delincuente, un genocida, un narcotraficante, un reclutador menores, un violador de niñas, un secuestrador, un extorsionista? Cito esos crímenes que son unos pocos de los muchos que han cometido los miembros de las Farc, hoy amnistiados y gozando de sus plenos derechos, posando de dirigentes políticos, a pesar de la pesada lista de delitos que llevan a cuestas.

Bueno sería que esos miles de colombianos que no quieren que Ordóñez represente al gobierno Duque ante la OEA, expresaran similar indignación frente a la presencia de criminales de lesa humanidad en el Congreso de la República.

Pero no. A Ordóñez no le perdonan que sea –como si aquello fuera un delito- un hombre de fe, creyente y respetuoso de la moral cristiana. ¿Acaso eso no es una prenda de garantía? Qué mejor que tener a un hombre de firmes creencias espirituales llevando la vocería del gobierno ante un organismo de la trascendencia que tiene la OEA.

A Alejandro Ordóñez le están tratando de pasar la cuenta de cobro por ser un hombre firme y coherente, por haber denunciado los desafueros del gobierno anterior en La Habana, hecho que le costó ser declarado como un “enemigo de la paz”.

Este es un gobierno de coalición liderado por el Centro Democrático, un sector del conservatismo que seguía a la vicepresidenta Martha Lucía Ramírez y el exprocurador Ordóñez. Su nombramiento en la OEA fue un acierto del presidente Duque, el cual debe ser respaldado por los millones de colombianos que votamos por él.

Con Alejandro Ordóñez, tenderemos la garantía de que ante la OEA habrá un embajador que llevará con claridad, contundencia, coherencia y mucho rigor político y jurídico la vocería de nuestro gobierno y la defensa de nuestros intereses nacionales frente a los desafíos regionales.

A Iván Duque lo elegimos para que nos gobernara. Él, entre sus funciones constitucionales, tiene la de dirigir la política exterior y por eso, es un irrespeto a la dignidad presidencial cuestionar con argumentos peregrinos y carentes de cualquier sustento fáctico la designación que hizo del exprocurador General de la Nación, Alejandro Ordóñez Maldonado quien, insisto, será un estupendo Embajador colombiano ante la OEA.

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Redacción Minuto30

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