El mundo y el país viven una situación inédita como consecuencia de la pandemia del Coronavirus. Las crónicas diarias de la emergencia sanitaria son estremecedoras y su impacto económico es imposible de predecir y mensurar.

Quedarnos en casa es el principal antídoto para salvarnos. También es necesario proveernos de un sistema de testeos generalizados del que carecemos para aislar aquellos que estén contagiados y, cuidar en serio, a la población mas vulnerable.

El Presidente se ha autoelogiado, al punto de señalar a su gobierno, como ejemplo mundial en el tratamiento de la crisis sanitarias.

La realidad es bien distinta. Si bien, hemos realizado muy bien el asilamiento, producto de la concientización y el esfuerzo de todos los argentinos, la improvisación del gobierno al sacar a 11 millones de personas a la calle, para cobrar jubilaciones, pensiones, AUH y planes sociales ha sido un retroceso inmenso que bien puede dilapidar el buen camino recorrido.

Además el tratamiento al que sometió el Gobierno a nuestros compatriotas que se encontraban alejados de su país, lejos de hacernos creer que somos ejemplo en el mundo, nos muestra una realidad que bien debería avergonzarnos.

A horas de que el Presidente dictara la emergencia sanitaria mediante decreto 260-2020 presenté el proyecto para que el gobierno, a raíz de la prohibición de entrada de vuelos al país de líneas aéreas extranjeras, confeccionara un listado con la cancillería y migraciones a efectos de desplazar a los argentinos desde donde se encontraran, hacia los lugares desde donde serian evacuados y repatriados al país, a través de aerolíneas argentinas sin cobrarles.

Ello así, por que ya habían abonado su regreso y no tenían posibilidad de endosar los mismos por falta de convenios. Ese dinero abonado a otras compañías debería ser reintegrado luego con la ayuda y asistencia del estado argentino. Pero la prioridad debía ser ir a buscarlos y repatriarlos con nuestra línea de bandera.

La pandemia ha generado situaciones excepcionales que amenazan con prolongarse.

Las medidas de excepción sanitaria, que han restringido libertades sin precedentes en tiempos de paz, o en ausencia de guerras convencionales, no deben poner en cuarentena a la republica.

Todo lo expuesto, debe hacernos reflexionar acerca de la necesidad de conformar un verdadero comité de crisis, convocando a todos los sectores, a la oposición, a los especialistas de todo el país, ONG´S, donde la información no se concentre y exista control.

Asimismo, vemos con preocupación que el Gobierno pueda utilizar la centralidad política que la pandemia le autoriza, para socavar el funcionamiento de las instituciones y debilitar el funcionamiento del parlamento con la excusa de tratarse de medidas para contrarrestar el virus.

El Estado de emergencia, brinda rapidez de respuesta a los Poderes Ejecutivos, pero aún en esta situación, es necesario que todas las medidas del Gobierno , tengan control y fiscalización parlamentaria.

Más que nunca debemos evitar la discrecionalidad, los abusos y la concentración indefinida del poder. Ni en guerra, se gobierna por decreto por tiempo indefinido y sin control parlamentario al Ejecutivo.

Muchos ciudadanos, de buena fe y por distintas razones, por miedo o desesperación, pueden considerar como correcto, que un momento tan critico para la humanidad se justifique suprimir debates, búsqueda de propuestas, interpelaciones, sesiones, deliberaciones y controles parlamentarios.

En aquellos lugares donde se normalicen estas ideas es donde las secuelas de todo lo vivido serán mas grandes y perniciosas.

El parlamento no solo controla al Ejecutivo, sino que desde su producción legislativa puede obligar al Gobierno, tiene capacidad de decisión.

El parlamento debe sesionar. Llevando a cabo los cuidados sanitarios, sin los integrantes de riesgo o vulnerables. Es necesario que el funcionamiento y la operatividad del congreso este exceptuada de la cuarentena.

El Congreso no puede estar en estado de excepción. No puede, porque la excepción rompe la norma de su funcionamiento y en esta crisis eso no debería ocurrir.

Estos contextos de crisis, graves y sin precedentes siguen sucediendo dentro del orden constitucional y el normal funcionamiento de los poderes creados por la constitución nacional. Por lo tanto, pueden y deben ser manejados a través de la actividad parlamentaria y no a través de decisiones gubernamentales unilaterales.

El Parlamento esta dotado de mecanismos que aseguran una mejor capacidad, fortaleza y legitimidad decisoria frente a las contingencias de la crisis.

Debemos sesionar. No hay otro ámbito mas adecuado, donde deliberar, proponer y resolver como hacer frente a la pandemia y sus consecuencias económicas y sociales que el parlamento.

No hace falta afrontar la pandemia poniendo en cuarentena la democracia.

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Redacción Minuto30

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