Vamos este sábado con la tercera entrega del ciclo de cuatro Barcas consecutivas con verdades de a puño alrededor de la crisis en que está sumida la caficultura colombiana.

Entre los puntos 18, 19 y 20 llegan en caravana estas inquietantes denuncias:

A). Le transfirieron al caficultor el oneroso costo de la estructura y errático manejo conceptual y operativo de las tiendas de Juan Valdez.

B). Le mintieron a los mercados prometiendo llegar a 17 millones de sacos en el 2014. (El mercado perdona que uno prometa menos y llegue con más, pero no pasa por alto que prometa más y llegue con menos).

C). Ahí perdimos la credibilidad y el respeto que nos habíamos ganado en nuestro pasado glorioso.

Perfil de un gerente idóneo.

La Federación Nacional de Cafeteros debe estar gerenciada (siempre y cuando se justifique su existencia) por un líder al que le duela el campo y le importe el campesinado por encima de la figuración y la superflua importancia de las adulaciones de las reuniones sociales capitalinas. Ese hombre debe tener de alguna manera un pasado cafetero.

Está probado que los economistas de los gobiernos de turno no le dan a la caficultura la importancia que tiene en la demanda agregada nacional de las zonas de cultivos.

Cultivos descuidados.

Los problemas sanitarios del café, asociados a las tres pestes que lo atacan, no han recibido la debida atención. Entre tanto, se debate si se debe o no sembrar robustas en tierras planas, lo cual, si no se hace en Colombia, lo harán en otras naciones, ignorando que el rédito está en la calidad y en conseguir que el mercado diferencie totalmente las arábigas y las robustas como dos productos absolutamente diferentes.

Historia.

Después de Pedro Felipe Valencia, la Federación Nacional de Cafeteros no ha evolucionado (el pionero de la internacionalización de la marca que llevó el café de Colombia al Museo de Louvre). Colombia perdió un activo intangible absolutamente irrecuperable: el logo y la marca de Juan Valdez, que siempre se la regalamos a los clientes tostadores de mezclas y nunca supimos cuál era el momento de capitalizarlo debidamente.

No entendemos que estamos en el trópico y podemos seguir siendo el mejor productor de café del mundo; todo lo tenemos a la mano pero hay que saberlo conducir y manejar por quienes lo producen: los cafeteros ayudados por Federación operativa y el Gobierno.Importancia demeritada. Los gobiernos por sí mismos no se ocupan de la caficultura, pues demeritan su importancia socioeconómica al analizarla de forma comparativa con su participación en el PIB de épocas pasadas. Ignoran que el café desarrolló otros sectores como el energético y que en la caficultura está la base para otros desarrollos económicos y sociales que aún necesitamos.

El café joven.

Los programas de juventudes cafeteras para que trabajen con café y los productos complementarios deben estar acompañados de una caficultura sostenible y productiva. Solamente con la transformación y exportación de los cafés especiales que tengan la denominación de origen el cultivo de la rubiácea será viable.

(El lunes 13 de agosto ofreceremos la entrega final de estos documentados informes).

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Redacción Minuto30

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