Pereira (Colombia), 17 sep (EFE).- El turístico Eje Cafetero colombiano es desde hace décadas uno de los principales motores económicos por albergar uno de los productos estrellas colombianos, el café. En la actualidad, sin embargo, la crisis cafetera abre paso poco a poco a otro cultivo: el cacao.
En la finca Maracay, una de las numerosas haciendas agrícolas de esta montañosa zona, enclavada en los departamentos colombianos de Caldas, Risaralda y Quindío, sorprendentemente no cultivan café.
En esta finca privada se pueden observar numerosas plantas de cacao de no más de tres metros a lo largo de un camino en bajada que pueden disfrutar los amantes de la naturaleza. A los lados del sendero, los auxiliares de campo tratan con delicadeza las plantas con los amargos frutos.
El continuo intercambio de sol y lluvia en los cielos del Eje cafetero durante todo el año genera un lugar único para el desarrollo del cacao y su cosecha, como también lo es para otros cultivos como el café.
Cuando se recoge el cacao de la planta, el siguiente paso es el proceso de fermentación, que dura cinco días y en el que "hay que revolver el cacao para que no quede mal fermentado", explica a EFE uno de los auxiliares de campo de esta finca, Víctor Zambrano, situada en el departamento de Risaralda, a las afueras de su capital, Pereira.
El último paso del procesamiento es el secado, que se lleva a cabo en cajas de madera dentro de un invernadero que tiene una temperatura tan alta que es difícil de soportar para un humano.
La situación del café empeora
La situación del café empezó a empeorar en la década de los 90 con la llegada de la roya, una enfermedad que llegó por los caficultores que se desplazaban de una ciudad a otra y que provocó que las plantas de café tuviesen un color marrón que las iba pudriendo, de forma que Colombia pasó de ser el primer productor mundial al número doce.
Ante la caída de precios y la dificultad de sacar adelante cosechas -por la roya, otras enfermedades o las inclemencias climáticas-, y debido a que el café sigue siendo una de las bebidas más populares, los caficultores cada vez se dedican más al mundo del barismo.
Ahora en las fincas de Risaralda cada vez es más común que los caficultores propongan degustaciones de distintos cafés ordenados en la mesa explicando, como si de profesores se tratasen, los olores y los sabores de esta semilla, claves para determinar su calidad.
"Un cafetero está ganando aproximadamente 150.000 pesos (38 dólares o 35 euros) a la semana", señala a EFE el gerente de Café Tercer Cielo, Jackson García, sobre la precariedad de un cultivo propicio para el Eje cafetero por su clima. "El país se tiene que dar cuenta de la necesidad de apoyos para que el campesino no envejezca sin tener sus necesidades básicas", apunta.
Desde el gremio piden más ayudas a un Gobierno que está dejando de lado a este sector clave en la economía colombiana porque la única reglamentación existente es pagar impuestos sobre la exportación y no se bonifica a quien está produciendo.
"El principal problema es que no hay mano de obra para la recolección, las personas que lo hacían eran de edad avanzada y no hay relevo generacional", explica García.
El cacao irrumpe con fuerza
La precaria situación del café está provocando que muchos caficultores emigren hacia otros cultivos, y uno de ellos es el cacao, que está ganando valor progresivamente en la tierra del café.
"Cada vez más se está migrando al cultivo del cacao en detrimento del café", dice a EFE la guía del recorrido por la finca Maracay, Alejandra Sanint, que destaca que en Colombia hay alrededor de 60.000 familias pequeñas productoras de cacao (menos de tres hectáreas cultivadas), cantidad insuficiente para exportar.
Aunque normalmente hay dos temporadas de recogida al año, en la Hacienda Maracay "se revisa cada 15 o 20 días porque hay una producción muy alta gracias al clima", señala Zambrano.
Aunque la inversión del cacao es a largo plazo porque no empieza a producir hasta los tres años de la plantación, estas matas producen alrededor de treinta años.
No obstante, el cacao, que es originario del alto Amazonas colombiano, requiere todavía de mucha investigación y desarrollo para que empiece a ser rentable.
Álvaro Villaverde
Por: EFE