La magnanimidad de Novak Djokovic reivindicando un punto en su contra, el ‘sueño americano’ del dominicano Estrella Burgos y, por supuesto, los estilismos de Serena Williams han sido anécdotas que han trufado la primera parte del Abierto de Estados Unidos, que hoy comienza los octavos de final.

Foto EFE - US Open 2014

Foto EFE – US Open 2014

Ya se ha hecho la criba y, a partir de ahora, los partidos serán de un nivel más alto, de mucho más reclamo mediático y con un público mas elitista, capaz de pagar el precio de las entradas.

Pero también se dice adiós a esos encuentros más humanos y más ruidosos, que han suscitado algunas protestas de los jugadores de concentración más débil y en los que los tenistas emergentes miden sus fuerzas ante los grandes.

Los que ocupan puestos bajos en la lista de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP) arañan algún que otro set y se ven los destellos de los que, en unos años, podrían ser los nuevos Djokovic o Federer.

Como siempre, también se abren los debates sobre el Grand Slam, el estado general del tenis femenino y se habla de los grandes derrotados.

Entre ellos, de momento, están el español David Ferrer (que cayó ante Gilles Simon que definió como el peor partido de su vida). Entre ellas, Maria Sharapova y Venus Williams, quien proclamó una frase para el recuerdo: «Para el tenis soy mayor, pero para la vida soy joven». Tiene 34 años.

A pesar de las voces nostálgicas que apuntan a la suiza de diecisiete años Belinda Bencic, que se acaba de clasificar para cuartos de final, como una nueva niña prodigio al estilo Jennifer Capriati, el relevo en las mujeres ha sido puesto en duda.

Lo demuestra el hecho de que Serena Williams, de 32 años y última ganadora del Abierto de Estados Unidos, siga siendo el gran reclamo para su género, además de ser la única que desafía las reglas de discriminación positiva en el tenis.

En esta edición volvió a retar a la organización diciendo que, si por ella fuera, jugaría a cinco sets como los hombres, mientras muchos hombres dicen que jugarían tres como las mujeres gustosamente, especialmente en Nueva York, donde el calor y la humedad han llegado a ser insoportables por momentos.

Williams, eso sí, no está renunciando a su coquetería, luciendo un vestido de leopardo fucsia sobre la pista y americana negra con forro también de estampado de leopardo, esta vez blanco. Además, protagoniza las ruedas de prensa más desafiantes. Genio y figura.

Djokovic, que también ‘desfila’ con sus modelos deportivos de Uniqlo, demostró otro tipo de elegancia al pedir el ojo de halcón para una bola de su rival, el estadounidense Sam Querrey, que había sido dada por mala cuando era buena.

Una lección de magnanimidad del número 1 del mundo hacia el número 57.

En estos primeros encuentros, los grandes tenistas han tendido a dosificar sus fuerzas y dejar su genio para más adelante, pero eso ha provocado pequeños milagros como el que vivió ayer el español Marcel Granollers, que ganó un primer set a Roger Federer, con una espectacular apertura de 12 puntos seguidos a 0 y tres juegos.

Luego se despertó la bestia que lleva Federer dentro, que recuperó el partido con un triple 6-1.

Pero para milagros, el que es en sí mismo el dominicano Víctor Estrella Burgos. Con una altura de 1,72 metros, 24 años y viniendo de un país de escasa tradición tenística, se convirtió en todo un ganador moral al llegar hasta la tercera ronda.

El tenista calculcaba bromeando cuánto dinero de los 110.000 dólares acumulados se le quedará después de los impuestos.

A partir de ahora, pocas bromas: irrumpe en las canchas de tenis la solemnidad. El austríaco Dominic Thiem, que el miércoles cumple 21 años, es el superviviente de la nueva generación en el tenis masculino, pero la pelota está, literalmente, en el tejado de los de siempre: Djokovic, Federer o Murray.

Quedan dos españoles, Tommy Robredo y Alberto Bautista, pero, desde luego, se echará de menos a Rafael Nadal. Nueva York, 1 sep (EFE).-

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Redacción Minuto30

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