El día miércoles en el sector de la Castellana, un perro corría atribulado alrededor de un vehículo en movimiento en medio de la transitada avenida; al parecer, siendo objeto esto de conjetura, había sido abandonado por dicho automóvil que continuaba su camino sin ningún tipo de pudor.

Desconozco la realidad de la historia, ni la suerte que corrió este canino, espero de todo corazón que un alma noble lo hubiera acogido y esté en este momento lejos de la indiferencia y de la tristeza que ellos también suelen sentir al verse abandonados.

En una nota presentada justo a inicios de 2018, por un medio capitalino, se relataba el incremento de casos de abandonos de perros y gatos en el distrito presentando cifras cercanas a 120.000 individuos entre los meses de enero y febrero. De igual forma, en un informe presentado en 2017 por la Personería de Medellín, se brindaban alarmas por el incremento entre un 10 y un 20% de los casos de abandono y maltrato para esas fechas.

La población canina es la que más se ve afectada por esta situación, correspondiendo a un 80% según cifras de algunas autoridades; sin embargo, considero que tenemos un subregistro en todas las latitudes del país, puesto que el hecho de generarse día a día más conciencia, ha logrado que se denuncie más pero no en su totalidad, los casos que empañan la realidad de los animales en nuestras calles, barrios y ciudades.

Videos como el presentado por el caso de la Castellana, que reitero, no conozco en su totalidad desenlace y versiones finales; nos recuerdan casos anteriormente denunciados donde hemos visto perros corriendo de manera desesperada detrás de carros, motos y otros particulares intentando no quedar a merced de las calles y sus vejámenes.

En una columna entregada a este medio en el mes de Diciembre, hablé de la magnitud en la responsabilidad que atañe la decisión de llevar a casa un animal de compañía y toqué el tema precisamente en dicho mes, pues so pena de la comercialización extrema que se ha generado a partir del mercado que nos ha embebido la navidad como un espacio de dádivas y presentes, se ve la permisividad de disponer a libre albedrío de la vida de un animal que se cosifica como un aguinaldo más, para la complacencia del menor que lo desea. Pasa el mes de las fiestas y las realidades se observan: Los daños al interior del hogar, el pequeño cachorro creciendo como es debido, en el momento de salir a paseos la imperiosa necesidad de buscar quién se haga cargo del animal de compañía, etc. e infortunadamente, no todos entienden que fue un compromiso adquirido y para toda la vida.

Las fundaciones que trabajamos por el cuidado y respeto de los animales, vemos atiborradas nuestras redes sociales y demás medios de comunicación, de solicitudes de ayuda pues es complicado para quien escribe “tener más el animalito”. Esta angustia es repetida año tras año y más en temporadas vacacionales.

Señores lectores: Hay una premisa en la vida, todo lo que entregamos, tiende a regresar. No olvidemos que el abandono está estipulado dentro de la Ley 1774 de 2016, como un delito; arrojar a las calles a un animal cuya única culpabilidad ha sido, entregar su amor y esperar con paciencia que una mano cercana lo guíe en sus comportamientos; cosa que pocos tienen la tolerancia para asumir. El artículo 339ª del Código Penal colombiano, convierte en punibles las situaciones que lleven a causar “muerte o lesiones que menoscaben gravemente su salud o integridad física” referido este a un animal de compañía y en este caso conexo con el abandono.

Cuántos gatos nos hemos topado a la vera del camino, encorvados sobre si mismos, algunos temerosos emprendiendo huida ante el contacto visual, otros simplemente enajenados frente a la vida, desconcertados ante lo desconocido en las calles tras haber habitado al interior de un caluroso hogar. Hace poco, vimos con mucho dolor, el caso de un gatito en las calles de Bogotá que fue abandonado, con su camita y sus juguetes; el pobre minino jamás se movió de allí, los transeúntes no se apiadaron e incluso hubo alguien que remembrando las humillantes condenas del flagelado en la cruz, le hizo una aspersión de aceite condenándolo en vida; cuando fue rescatado por personas que si valoraron su vida, fue demasiado tarde y murió sin entender las razones por las cuales su hogar dejó de ser suyo.

Cuántos perros, hemos encontrado divagando temerosos en las calles, corriendo entre el tumulto de personas y vehículos, exponiéndose al peligro sin ningún tipo de conciencia frente al tema, intentando solamente alcanzar a su verdugo, aquel a quien entregaron todo su corazón y que sin conmiseración alguna lapidó su confianza y su cariño. Es fácil identificarlos, deambulan con la mirada perdida, el pelo áspero, sin brillo, la colita resguardecida entre sus patas y la cabeza baja como si no fueran merecedores de una mirada, una caricia o un afecto.

Señores, los animales son seres que no merecemos, nos superan años luz en conmiseración, empatía, nobleza y respeto. Ellos son al igual que nosotros, seres con necesidades, desde el techo y la comida, hasta el afecto y la ternura. Cuando veas un animal en la calle que sufre, no hagas caso omiso, arriésgate a brindar una mano a una pata que lo necesita y cuando decidas llevar a casa a un amigo peludo, no olvides que a partir de entonces, tú lo serás todo para esa alma superior que acogiste. De igual forma, si sabes de una situación que vulnera la integridad emocional, o física de un animal, no hagas caso omiso: Denuncia.

Por el fin del abandono.

PD. Me uno a las muchas voces que rechazan el acto de sevicia acaecido en el día de ayer al interior de las instalaciones de la Escuela de Policia General Santander en Bogotá; condeno esta situación, me solidarizo con los heridos y con los familiares de las víctimas. De igual forma, espero que los caninos adscritos a las labores de la Policia Nacional, se encuentren en buenas condiciones y no nos olvidemos que ellos también son parte de la tragedia.

Fundación O.R.C.A
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Redacción Minuto30

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