Definitivamente estamos en un país en donde la verdad implacable y demostrada con hechos, pretende ser opacada por las declaraciones agresivas de los que, por falta de argumentos sustentados con la realidad, recurren a la descalificación de sus oponentes, intentando minimizar su importancia o tildándolos de: indignos, desleales, ruines, indecentes, bribones, bellacos, infames o mezquinos.

Francisco Javier Saldarriaga

Lo ocurrido en Buenos Aires Cauca en la vereda la Esperanza, es el resultado de la improvisación consuetudinaria que tiene el gobierno nacional desde que, aupado por el embeleco de pasar a la historia como el que consiguió la paz con el narcoterrorismo, decidió declarar cese al fuego por tierra mar y aire y así demostrar que su paz está por encima de todos los colombianos y que no importa que estos facinerosos asentados en La Habana ordenen masacrar a personas indefensas.

Los soldados estaban desamparados y por eso los asesinaron. De existir algún tipo de accionar aéreo, este hubiese detectado los movimientos de esa columna y los habría alertado. Claro que estaban solos, claro que no hubo apoyo aéreo, claro que para los que se sientan en mullidos sillones en esas alturas de la altiplanicie cundiboyacense les importa un bledo lo que suceda en el resto del territorio nacional. Piensan que la gente cree que son muy buenos funcionarios y, por lo tanto, dignos de admiración y confianza por parte de la plebe provinciana. Ilusos y parásitos.

El destape de esta cloaca en que se convirtió el estado colombiano está mostrando a la luz, la verdad que se está viviendo desde hace 5 años. Los aviones son para usarlos en viajes y francachelas o para que el señor fiscal o la primera dama viajen cómodos y en compañía de sus allegados. Bombardear o vigilar para que no ocurran estas masacres está vedado.

También está prohibido mostrar en videos, el desastre que se propicia por esas improvisaciones. Los funcionarios de Bogotá parece que no saben de la existencia de los celulares que pueden captar los acontecimientos y enviarlos de inmediato para que se usen como prueba contundente de su incapacidad, que además se demuestra con la actitud del bravucón que da la orden y piensa que con esto se soluciona el problema. La tontería está llegando a extremos inimaginables.

Salen con amenazas de destitución a quienes se atrevan a mostrar la verdad; cuando protestan les muestran los dientes y les dicen que deberán desocupar las viviendas asignadas por el estado a las familias de los oficiales. Aunque reviertan la orden es una amenaza velada y real. Se come callado y se tragan todos los sapos que se sirvan o se van.

Esos son síntomas contundentes del camino que estamos recorriendo y más claro no canta un gallo. Vamos para una dictadura similar a la cubana o venezolana. La corrupción está igual a la de la Argentina, el conductor ya está maduro, en palacio se mantienen en una urna blindada y no llegan noticias, de ahí esas afirmaciones de la inexistencia de paros esas protestas ciudadanas, la economía va en retroceso y los empresarios ya están pensando seriamente en trasladarse a otros escenarios más seguros.

Volviendo al párrafo inicial creo que se les puede devolver como un boomerang a quienes hablan de canalladas y pretenden deslegitimar las verdades que ahora están llevando al pueblo colombiano a levantarse, indignado y furioso, en contra de unos usurpadores de la voluntad popular que pretenden entregar la nación a una manada de narcotraficantes y terroristas con fachada de guerrilleros.

Postre: Cuando se está en el corazón del pueblo, las invitaciones son espontaneas, eso origina urticaria en quienes no son apreciados. Pero son tan caraduras que anuncian que irán a donde no fueron invitados, para intentar opacar a los que de verdad son queridos. “Dónde estarán los canallas que a la cita no pueden venir”, parodiando la zarzuela.

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Redacción Minuto30

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