Sobra decir que estamos en un momento de mucha convulsión, no de polarización como algunos asumen, pues cuando un Gobierno tiene el rechazo del 80% de los ciudadanos lo que queda de presente, es un sentimiento mayoritario e inequívoco del sentir nacional

Lo que si debe reconocerse es que durante los últimos años nos hemos enfrentado a debates de gran trascendencia para la vida nacional y que han tocado la fibra de todos los estamentos de la sociedad colombiana. Las decisiones del Gobierno Santos han venido cambiando la configuración y prioridades del estado colombiano en favor de una minoría impune y chantajista

Voy al punto: Los grandes ausentes en todo este agitado capitulo que vive la nación han sido los sectores académicos del país, con escasas excepciones de personas e instituciones, el grueso del cuerpo académico ha estado invisible a la hora de ser un actor relevante en los debates necesarios para el país, inclusive, en otros casos ha sido obediente a los propósitos gobiernistas. Algunos cumplen un papel más parecido al de un agitador, pero no al de un académico

¿Dónde quedaron las facultades de derecho para rechazar el despropósito cometido con la constitución política por cuenta de la negociación en la Habana? O ¿dónde están las facultades de medicina y salud pública en medio de la crisis del sistema de salud? ¿Dónde están los grupos de investigación universitarios para reclamar el recorte al presupuesto? Esto por mencionar solo algunos casos. Se echan de menos los criterios, espíritus y facultades que no median consecuencias, pero ponían en alto sus ideas, sus convicciones y pilares de formación inamovibles. Hoy poco queda de eso.

Alguna vez pude preguntar a un encumbrado miembro de la justicia en Colombia y a la vez profesor de una facultad de derecho, el por qué no se habían pronunciado sobre la pérdida de competencia de la justicia con la entrada en vigencia de la JEP, su respuesta fue definitiva pero decepcionante: “No queremos tomar partido”, dijo. ¿Si no lo toman los llamados a defender la tradición jurídica y la formación académica entonces quién? Me pregunto.

En un capítulo mucho más reciente, el Gobierno Nacional presentó un presupuesto paupérrimo para la ciencia y tecnología del país,- la inversión pública en ciencia y tecnología caerá 41,5% el más bajo en una década, con apenas $220.506 millones.- a su vez, por medio del acto legislativo 06 de 2017 se modificó la constitución con el fin de trasladar los recursos de regalías a otros fines lejanos a la academia, para acentuar el problema, no hubo queja, protesta o marcha alguna para defender los recursos que corresponden al sistema educativo del país. ¿Dónde estuvo la academia para defender su futuro? ¿Dónde estuvo la movilización estudiantil y docente para proteger al sector?

Lo pensó y lo dijo el Dr. Jaime Jaramillo Panesso: “Colombia requiere de liderazgos en cada una de las partes orgánicas de la nación” sobra decir que la academia es una de esas partes, pero su liderazgo se ha venido ensombreciendo

Pienso en la verdadera función social de la academia cuando abre las puertas de sus elaboraciones y construcciones intelectuales al mejoramiento de la sociedad cotidiana, pienso en una academia que no tome partido, pero sí que exponga sus posturas y visión en medio del debate nacional sin abandonar la mística y respeto que es de su esencia.

No más la academia para sembrar ideologías y aversiones, no más la academia temerosa y sustraída de los debates importantes. Que viva y se permita el libre pensamiento, el respeto, pero también el rigor y la capacidad de crítica, de construcción de debate y que retorne a su lugar de privilegio en la formación del camino que debemos transitar en los años venideros.

Nota final: Exmagistrados Leonidas Bustos y Francisco Ricaurte son la prueba del descalabro que sufre Colombia, politizados, revanchistas y corruptos.

@hernancadavidma

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Redacción Minuto30

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